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Espacio curricular: Epistemología e historia de las ciencias sociales


Enviado por   •  15 de Octubre de 2019  •  Informes  •  3.344 Palabras (14 Páginas)  •  108 Visitas

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Parcial Domiciliario

Espacio curricular: Epistemología e historia de las ciencias sociales.

Profesor: Lic. Enrique Aramburu.

Alumnas: Borda Leslie Florencia.

                Scalzone Jeanette Nerea.

Carrera: Profesorado de geografía.      

 Curso y división: 3ro a.

Año: 2019

                 

  1. El imaginario social es el efecto de todas las relaciones complejas entre discursos y practicas sociales ( lo que dicen y lo que hacen); por ejemplo, en un principio la moda en un principio nos presentaba mujeres de gran porte, ese era el símbolo de belleza para ese entonces, hoy por el contrario, el estereotipo es de una mujer delgada, pese a que esto conlleve a enfermedades.

     El imaginario social se separa de la imaginación individual, se instala en las instituciones, como escuelas, o medios y genera estereotipos, como por ejemplo “los pitbulls son peligrosos” o “que todos los que viven en la villa son ladrones” etc.

El imaginario comienza a actuar como tal, tan pronto como adquiere independencia de las voluntades individuales, aunque por un lado también necesita de ellas para formarse.

Las instituciones son asociaciones de personas que reunidas forman una finalidad en común, cuentan con una entidad jurídica, edilicia y económica. Aunque la condición para la “institucionalidad” es que se persiga un objetivo común, como una pareja, dos amigos en un café.

Las ideas regulativas no es que existen en la realidad, no están materializadas, pero existen en la imaginación individual y en el imaginario colectivo, por lo que causa efectos en la realidad, por ejemplo, cuando una persona se siente enferma acude a un médico, o cuando, por otro lado, cuando una persona de la comunidad indígena se enferma acude a un chamán.

Debemos también hacer mención del yo y el sujeto. El yo se reconoce como una identidad empírica y psicológica; el “yo” es la constatación de su propia integridad y nadie es autosuficiente para conformar su propio yo, ya que en este proceso intervienen otras personas y principalmente el lenguaje.

El yo individual, es un ente histórico, esto quiere decir que está sujeto a las prácticas sociales de su tiempo, a los valores y tradiciones de su cultura.

El yo y el sujeto coexisten juntos, son como las dos caras de una moneda, el yo responde a lo individual y el sujeto a lo social y ninguna de las dos puede excluir a la otra. Por lo tanto este “equipo”  se instaura desde lo biológico,  lo psicológico, lo espiritual y lo social.

En la edad media el imaginario social era totalmente cerrado, todo se explicaba a través de la omnipotencia de Dios. Con el surgimiento de la modernidad, la ciencia comenzó a impulsar, sus propias leyes. Por ejemplo, nos dimos cuenta que la tierra giraba alrededor del sol sin que nosotros nos diéramos cuenta. Es entonces cuando filósofos y literarios explican que si este acontecimientos suceden y ni siquiera lo percibimos, cuantas cosas más suceden y ni siquiera lo notamos.

El imaginario social se construye a partir del s XVI, y se produce una reacomodación de la fé y la razón. Aunque la ciencia por su parte, también comenzó a mostrar sus falencias y en el desarrollo de la razón, lejos de convertirse en un motor de liberación, es cada vez más un factor de dominación.

Los avances de la tecnología cambiaron totalmente después de la 2da Guerra Mundial, y este proyecto incluía la felicidad humana.

Se puede decir que una de las características principales del imaginario actual es un profundo cambio en la administración de la verdad, influida en gran parte en los medios de comunicación, que hoy logran lo que antes los santos: confiabilidad. Es decir, si algo no está en los medios, ha de ser mentira.

Por otro lado, según el autor Émile Durkheim que nos habla del hecho social, que es toda manera de hacer, susceptible o no de ejercer sobre el individuo una coacción externa o también lo general en la extensión de una sociedad que está determinada teniendo a su vez una existencia propia, independiente de sus manifestaciones individuales.  Son fenómenos que ocurren dentro de la sociedad y que generen algún interés social.

Todo individuo duerme, come, razona o bebe, estos son campos pertenecientes a la biología o a la psicológica, y de ser sociales, la sociología no tendría objeto de estudio propio.

Es por eso que cuando yo cumplo mis deberes como padre o madre, esposo/a  o ciudadano/a , no soy yo quien lo ha hecho, sino, la educación que he recibido desde el momento en el que fui insertado en la sociedad.  Estos tipos de conducta no son solo propios del individuo, si no que se lo imponen, quiera o no. Por ejemplo,  si pretendo violar las leyes, la justicia reaccionara sobre mí para impedirlo o bien para castigarme por los hechos, y probablemente sufriré una condena.  Algo similar ocurre con la conciencia pública, que  si bien es menos violenta, no deja de existir, ya que si no me someto a las convicciones de la sociedad, si no me visto igual que los demás, probablemente recibiré risas, burlas, o seré excluido, seré condenado socialmente.

Por otra parte, aunque la coacción sea indirecta, no deja de ser eficaz, por ejemplo, si soy francés no estoy obligado a hablar este idioma con mis demás compatriotas, pero es imposible que me pueda comunicar de otra manera. Y aunque pudiera librarme de esto, no sería sin verme obligado a luchar contra ellas.

Hoy en día es indiscutible que la mayoría de nuestras ideas y costumbres no son elaboradas por nosotros mismos, si no que nos llegan de afuera, solo pueden penetrar en nosotros imponiéndose. Solo hay un hecho social donde existe una organización definida, esto es lo que llamamos corrientes sociales, estas tienen la misma objetividad y el mismo ascendiente sobre el individuo. Así por ejemplo en una asamblea, los grandes movimientos de entusiasmo, de indignación o de piedad que se producen, no tienen como lugar de origen ninguna conciencia en particular. Nos llegan a cada uno desde afuera y son susceptibles a arrastrarnos a pesar nuestro. Si un individuo intenta oponerse a una de estas manifestaciones colectivas, los sentimientos que rechaza, se vuelven en su contra. Somos entonces juguetes de una ilusión que nos hace creer que hemos elaborado nosotros mismos lo que se nos impone de afuera. Cuando la asamblea se ha separado, esas influencias sociales dejan de actuar sobre nosotros y los sentimientos por los cuales hemos pasado nos hacen ver que mucho más que experimentarlos, los hemos padecido. De esta manera individuos, inofensivos, en su mayoría pueden, reunidos en multitud, dejarse arrastrar a hacer cosas atroces. Esto se aplica también a los movimientos de opinión más duraderos, en relación con materias religiosas, políticas, literarias, artísticas, etc. Ejemplo: basta observar la manera en la que se educa a los niños. Toda educación consiste en un esfuerzo continuo por imponer al niño formas de ver, de sentir y de actuar a los cuales no llegaría espontáneamente. Dormir a horas regulares, a la higiene, a la limpieza, a la obediencia etc. La educación tiene justamente por objeto constituir al ser social.

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