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Espacio Curricular: Ciencias Sociales y su Didáctica II “La ciudad: ¿Obstáculo o no?”


Enviado por   •  14 de Septiembre de 2021  •  Informes  •  1.527 Palabras (7 Páginas)  •  75 Visitas

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Escuela Normal Superior Osvaldo Magnasco

Profesorado de Educación Especial

Espacio Curricular: Ciencias Sociales y su Didáctica II

3°año

Equipo de catedra: Ojeda, Héctor Ariel

Alumnos: Acuña Rosalía

                                                Lares Belkis

                                                Moreyra Celeste

Tema: “La ciudad: ¿Obstáculo o no?”

Ciclo lectivo: 2016

Objetivos:

Aplicar Conceptos teóricos en el reconocimiento de elementos y procesos en el espacio urbano victoriense.

Realizar un análisis bibliográfico basado en material suministrado.

Elaborar una producción escrita.

Introducción.

Eliminar las barreras arquitectónicas es uno de los temas pendientes para permitir la integración de las personas con discapacidad en la sociedad. A su vez abrirá caminos en los ámbitos familiares, laborales y sociales. La ciudad no está acondicionada para dar accesibilidad a personas con discapacidad física, y muchos de ellos sufren día a día no solo la discriminación, sino el abuso y la falta de respeto como ciudadanos.

Desarrollo.

Problemática Urbana: Las calles y veredas de nuestra ciudad.

Veredas angostas, carteles y numerosos postes, son obstáculos diarios para transitar, mucho más en sillas de ruedas. La ciudad es un testimonio de épocas en las que no se pensaba en la discapacidad. La ciudad, en concepto de “vecindad”, el “progreso”, la tecnología, ha sido y son movimiento. Nuestra concepción de la discapacidad está en parte signada por la forma en que nuestros antecesores crearon nuestro hábitat. La discapacidad es un hecho social y un hecho físico. La idea de lo que pensamos que es apropiado para persona con discapacidad incide en la forma en que creamos nuestra realidad, nuestro hábitat. Hay que ubicarse en el lugar del otro y oírlo.

Muchos barrios surgieron hace muchos años, y no tienen rampas porque no había conciencia sobre el tema. Hay letreros en las veredas que hacen una difícil circulación, lo mismo que postes cuando las veredas son angostas y en muchas veredas no se puede circular por los desniveles que tienen y no hay rampas para poder cruzar. Por donde hay que caminar muchas veces hay carteles, motos arriba de las veredas, sillas en los bares céntricos, bolsas de basura, montículos de ripio, o de materiales que suelen dejarlas en la vereda o cajones de verduras. Las personas con dificultades en la visión, mayores de edad, madres con coches de bebés, se topan a diario con estos inconvenientes. Para las personas en sillas de ruedas, ciegos, o personas con muletas es casi imposible caminar con tranquilidad. Además de las barreras que se encuentran en la calle, se suma el complicado entrar y salir de muchos edificios públicos (bancos, policía, juzgado, etc.) por falta de rampas, escaleras o pasillos angostos.

Sabemos que se ha avanzado en algunas cosas en nuestra ciudad como el tener una plaza (Merceditas) adaptada para chicos con discapacidad, pero falta mucho, un largo camino por delante. La arquitectura se convierte en un teatro del drama humano. Personas con elementos auxiliares, tales como bastones, andadores sillas de ruedas, revolucionan los criterios ergonómicos aplicados hasta la fecha y ponen en evidencia graves carencias en el dimensionamiento de nuestra ciudad. Las escaleras son un gran problema. No es la idea no tener escaleras, hay que re pensarlas y encontrar soluciones alternativas al problemas.

La falta de movilidad es un problema muy grave, con consecuencias en muchas facetas de la vida de las personas con discapacidad. Implica no poder desplazarse, no poder visitar un amigo, no poder ir al banco solos, no poder hacer las compras, no poder ir tranquilos a trabajar, y muchas más limitaciones que podríamos enumerar. Las personas con alguna discapacidad precisan unos espacios mínimos para poder maniobrar, esto implica obligatoriamente mayor superficie, una adecuada distribución y mobiliarios adaptados y prácticos.

Hay que concientizar a la sociedad sobre las barreras urbanísticas que impiden la libre circulación de las personas con discapacidad. Primeramente deberíamos hacer que la gente se anime a hacer la experiencia y que quede registrado lo difícil que es transitar en las calles.

Al ser un problema en nuestra ciudad el circular con normalidad, también lo es el acceso a los niños para llegar a las escuelas. Muchas de nuestras escuelas de la ciudad, no tienen acceso o rampas para chicos en sillas de ruedas o con problemas motrices. La educación es un derecho para todos. Para los niños con discapacidad o movilidad reducida la escuela puede convertirse en un mundo inalcanzable, sencillamente por falta de ascensores, rampas de acceso o baños adaptados. Muchos chicos quedan excluidos de algunas escuelas a causa de estos graves problemas. Los padres que deseen buscar una escuela “accesible” para sus hijos en nuestra ciudad se chocan no solo con barreras arquitectónicas, sino que además tienen que lidiar con la desidia de las autoridades. Es una dura y desesperante odisea. La desilusión y la bronca muchas veces acompañan a estos padres. A estos obstáculos edilicios o “barreras arquitectónicas” hay que agregar, como consecuencia, otro fenómeno menos visible, que es la exclusión o, directamente la deserción escolar que desencadena la discriminación de chicos con discapacidad. Ingresar a la escuela, algo tan corriente para el común de los niños, se vuelve imposible para los niños y jóvenes con dificultades de movilidad, si hay que subir escaleras y no hay soluciones alternativas tales como rampas o medios de elevación. Esos chicos se ven entonces, obligados a una prolongada dependencia. En lugar de adquirir mayor autonomía, con el crecimiento demandan de los adultos esfuerzos físicos superiores, como por ejemplo ir al baño. La elección de un colegio y equipo docente culmina, la mayoría de las veces, descartando valiosas opciones debido a restricciones edilicias. La inaccesibilidad, en definitiva, tiende a contaminar vínculos familiares, genera problemas físicos en los padres, y obligar en algunos casos a cambiar de escuela, con serias implicancias para el niño en la ruptura con su grupo de pertenencia.

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