Estrada, Fernando. Comunicación indirecta en situaciones de soborno y amenaza
Juan Duarte RodriguezReseña13 de Junio de 2017
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Nombre: Juan Camilo Torres Calderón
Código: 2161934
Grupo: P
Estrada, Fernando. Comunicación indirecta en situaciones de soborno y amenaza. 2009. MPRA.
No cabe duda de que a lo largo de la historia la relación entre los hombres siempre ha sido mejor gracias a la comunicación, cuyo fin es compartir un mensaje ya sea de manera hablada, escrita o incluso hasta por señas, con un objetivo específico. Al momento de querer dar un mensaje los hombres asumen dos papeles: el de emisor y el de receptor, donde el primero es quien transmite y el segundo quien recibe la información; a esto añadiéndole que también hay dos tipos de comunicación: la directa y la indirecta.
Brillantes pensadores han abordado el tema de los beneficios a los que se llegaría si se tiene una buena comunicación, uno de ellos es Thomas Shelling, quien toma la comunicación indirecta como base de sus fundamentos teóricos. Además menciona que el soborno y la amenaza forman parte de la misma.
Tanto la comunicación directa como indirecta forman parte de la vida cotidiana, pues se pueden ver reflejadas en un discurso entre políticos o inclusive en dos personas común y corrientes. El punto es que cualquier persona puede elegir qué tipo de comunicación usar, sin embargo, en el texto se menciona la relación entre negociación y conflicto; que se ve argumentada con el ejemplo de un individuo propone un tema en general, y con la ayuda de su auditorio discuten y plantean los medios para llegar a una solución óptima; dándole así a la comunicación indirecta la función de transmitir información y generar más conocimientos a sus emisores.
Cuando se toma el tema de comunicación indirecta también se ve la posibilidad de usarla como estrategia para fines tanto lucrativos como personales. Donde el individuo puede desviar la información o como se dice: pasar algo “por debajo de cuerda” y normalmente nadie lo nota. Usando frases de doble sentido, insinuaciones y eufemismos, que según el autor las personas en el diario vivir intentan dar un mensaje cubierto, que no pueda ser juzgado ya que la intención verdadera está oculta.
Un mensaje indirecto por lo general irá de la mano con los intereses personales que el emisor tenga, los cuales pueden ser de tipo sexual, a veces actúan como sobornos o incluso como amenazas. Otro punto que se debe tener en cuenta es que quien asuma el reto de emplear “mensajes indirectos” se ve implicado en el hecho de mentir y de usar el sarcasmo y la ironía.
El tono de la voz siempre debe ser suave, se debe mostrar cierta cortesía hacía los receptores o de lo contrario no serán persuadidos y lo más probable es que se haga el ridículo. Una manera de ejemplificarlo puede ser cuando un joven se siente atraído sexualmente por una mujer, lo primero que deberá hacer es persuadirla, conquistarla o incluso comprarle ciertos detalles para despertar su interés, se ingeniera forma de demostrarle que es un hombre “distinto” y de ninguna manera va a decirle directamente cuales son las intenciones que tiene con ella, porque lo más probable es que se niegue.
Aquí puede notarse que la comunicación indirecta tiene un efecto de costes y beneficios y van ligadas a una transacción o una forma de intercambio, en pocas palabras la comunicación va orientada a preferencias, que están allí siempre presentes en cualquier parte, solo depende del tipo de comunicación que se emplee para persuadir a las personas que preferencia elegir y que tipo de decisión tomar.
Uno de los ejemplos en los que el autor se centra es en el del caso de un policía de tránsito que intenta ser sobornado por un infractor; es un hecho que todas las personas son diferentes y por lo tanto unas son más honestas que otras. El infractor tiene tres posibilidades:
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