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Estudios culturales: Retos en los imaginarios de Casanare

nano888Ensayo23 de Junio de 2023

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ESTUDIOS CULTURALES: RETOS EN LOS IMAGINARIOS DE CASANARE

Luis Fernando Ramírez V.

El talante en el siguiente texto viene basado en los estudios culturas y sus formas de interrumpir, desahogar, generar interrogantes a ciertas normalizaciones de prácticas, todo esto en el desarrollo de mi ejercicio académico en la Maestría en Estudios Culturales de la Universidad de los Llanos, más específicamente en el seminario introducción a los estudios culturales, nos convoca a desplegar la pregunta ¿cuáles son los aportes de los estudios culturales en la región? Específicamente en los llanos. Una propuesta que invita a ese cuestionamiento, entripamiento desde su postura problematizadora de patear hormigueros en su apuesta de entender a los estudios culturales.

De este modo tan provocador me permito abrir el broche y ahondarme a exhibir ciertos sentires ante lo que se podría denominar estudios culturales y su aporte, más específicamente en el departamento del Casanare, ese mismo que hace parte de los llanos orientales y que muchas veces es opacado por Villavicencio como único llano. Ante esto me permito abrir dos posibilidades. Un instante es la apropiación de cultura y su concepto y como este ha sido vendido y promovido en el departamento del Casanare desde entes administrativos y las distintas prácticas sociales. Y el segundo momento es problematizar estas prácticas sociales arraigadas al concepto de cultura y darles un atropello desde los estudios culturales, tumbándolos de ese caballo de batalla de práctica política. Lo anterior con el objetivo de generar una aproximación a tan retador cuestionamiento. Todo esto no es en busca de una verdad definitiva, sino que es esa pelusa, piquiña a una problematización y destierro de ciertas prácticas que viven sobre los lomos de un caballo y se pasean con tal naturalidad en el Casanare, con su gran bandera de cultura llanera. Esto quiere decir que los estudios culturales “se interesan por la descripción y la intervención en las maneras como las prácticas culturales se producen, se insertan y funcionan en la vida cotidiana de los seres humanos y las formaciones sociales, con el fin de reproducir, enfrentar y posiblemente transformar las estructuras de poder existentes” (Grossberg, 2009. P:17). Para entenderlo cuando estamos haciendo estudios culturales debemos tomarnos en serio la cultura, para de este modo tomar a los EC y generar una incidencia política en el mundo que les rodea, yendo claramente más allá de la política votante, trasladándola al ámbito del ejercicio del poder por parte de todos los agentes sociales.

Festividades y su dominio en la cultura llanera

En el Casanare llueven las fiestas y festivales por sus distintos rincones, de este modo hablar de fiesta en los llanos está inexorablemente ligado a hablar de joropo. Las festividades religiosas, las exhibiciones ganaderas, instrumentos musicales y los desfiles en el espacio público que le hacen honor y aprobación a una palabra que viaja de voz en voz y por las frecuencias de los distintos medios, permeando hasta los rincones que muchos consideran abandonados por el estado, esas periferias, y si, es cultura y su vínculo de identidad regional con la sociedad de los casanareños. Es imperiosa la forma de como las expresiones generan supuestos en las poblaciones, de esta forma los conceptos se ven atravesados, alterados por la palabra a lo que se denomina “giro lingüístico y cultural” (Hall, 2019.P: 34).

Todas las ataduras y nudos que se tejen en el Casanare son casi indestructibles por el beneplácito de lo que para ellos han absorbido como su identidad y la cultura llanera. “La identidad se volvió efímera según producciones académicas recientes copiladas por Stuart Hall y Paul Du Gay en su publicación, si la modernidad estaba en busca de una estabilidad identitaria, la preocupación en la posmodernidad es la fijación de una de éstas. La identidad está directamente relacionada con la memoria, al ser olvidado nuestro pasado no tenemos otro fin que vivir del presente sin poder proyectarnos en un futuro, es por lo tanto necesario una reflexión sobre nuestro pasado y el desarrollo que hemos tenido en el cómo colectividad.” (PIÑEROS, 2017).

Estas prácticas instrumentalizadas que rememoran o reinterpretan gestas representativas del pasado (real y ficticio) han retozado un papel protagónico en la marcación de la tradición y su naturalidad en la región donde la homogenización de prácticas, y el énfasis en el espectáculo de masas va entregando, ofreciendo, vendiendo una cultura llanera, pan y circo. Lo que ha derivado en la banalización de estas mismas todo esto sumado a la politización como recurso electoral en el cual galopan y canturrean a la cultura y su identidad como objetivo cultural de estos eventos. Estas prácticas saturadas de grandes fanatismos hacia la cultura llanera invisibiliza la gran carga de violencia que, ordinariamente, transitan por la región haciendo honor al llano. Todo esto lo comprendemos de mejor manera en las palabras de unos los culpables de todo este meollo donde expresa “desde los estudios culturales la cultura es pensada en su intersección constitutiva con lo político, con las relaciones de poder y sus disputas” (Restrepo, 2015.P:340). Para explicar un poco el contenido, expondré aquí una que especialmente me entripa debido a toda la pujanza y toda la anuencia, tolerancia que provoca en el Casanare.

La práctica a la cual me refiero es una de las que se promueven con orgullo como símbolo de ser un llanero, siendo esta una muestra de “tradición” apoyada durante muchos años desde las alcaldías y gobernaciones, practica u espectáculo del coleo, si la misma tarde de toros coleados que no puede faltar en las festividades de los municipios, esa misma que se ha planteado como un deporte que incluso se encuentra avalado por el Ministerio del Deporte. El fundador del mundial de coleo indicó que “es una actividad propia y de las raíces del hombre del campo” (J, Santos. 2017). Una muestra de lo que representa identidad llanera. En palabras de un coleador el coleo significa mucho o todo por ser nacido en el llano o mejor aún en palabras del Cholo Valderrama, gran imagen publicitaria de la cultura llanera "Soy coleador de mi pueblo y no lo niego/Mi gran orgullo es tumbar a un toro bravo". entre ritmos de arpa y parrandas. Una práctica que se movió de las sabanas a las calles de los pueblos durante las festividades, donde el coleador buscaba tumbar el toro frente al palco de la mujer de sus afectos, donde ella retribuía esos gestos con afectos ¡no la pija! Aquí se exteriorizan posturas crueles de machismo, pero no solo eso, el espectáculo hacia las elites de apariencias narco-ganaderas, donde los entes políticos brindan al son de una campanilla, murmurando entre ellos fiestas en un pueblo llanero sin coleo no son fiestas.

Un claro ejemplo de la postura hegemónica del coleo y su naturalización social viene construida desde el ámbito político, con su gran exponente el hoy en día senador de la república y ex gobernador del departamento del Casanare, me refiero al señor Alirio Barrera, ese mismo que hace parte del denominado centro democrático, donde el mismo se ha encargado de llevar y exponer a ese minúsculo departamento de poco reconocimiento a nivel nacional, con sus muestras de identidad llanera y cultura, como lema de campaña, justificado en la tradición, un personaje que desde su sombrero borsalino pelo e´ guama y en los lomos de un caballo remonta su centralización política. Él mismo que se atrevió a llevar al senado como muestra del no salvajismo del coleo y mostrar ante las cámaras que el coleo no es una práctica en descomposición, opacando la realidad de un “deporte” abusivo, que destaca por su crueldad y falta de sensibilidad frente al dolor de otros ¿no existe otro cimiento que justifique esta práctica? En el llano solo existirá las costumbres y tradiciones, es hora de crear una re-significación de esta práctica.

En tiempos actuales donde los animalistas atacan al coleo, son mínimas los hormigueos que repercuten en la práctica, ellos desde su “capricho” en defensa de los animales embisten como toro a puerta de coso a la normalidad de este deporte como muestra de cultura, aun existiendo:

 la Ley 84 de 1989, por la cual se adopta el estatuto nacional de protección de los animales y se crean unas contravenciones y se regula lo referente a su procedimiento y competencia, artículo 1: los animales tendrán en todo el territorio nacional especial protección contra el sufrimiento y el dolor, causados directa o indirectamente por el hombre. capítulo II enumeran los deberes para con los animales: toda persona está obligada a respetar y abstenerse de causar daño o lesión a cualquier animal. capitulo III: presume como hechos dañinos y actos de crueldad para con los animales, herir a un animal por golpe, convertir en espectáculo público o privado, el maltrato, la tortura o la muerte de animales adiestrados o sin adiestrar. 

Es así como aún sigue vigente este tipo de prácticas ante los ojos de una sociedad adoctrinada, que regulariza y aplaude estos espectáculos haciéndolos sentir más llaneros ¿por qué no han desaparecido?  Algo que es reverenciado en el presente como un deporte típico llanero, alcanzando sobrepasarse los límites territoriales y nacionales a costa de una manada de animales expuestos, que son subyugados a maltrato físico, donde en la mayoría de casos sufren fracturas, para posteriormente sin consideración alguna ser trasladados al matadero tras varias horas de sufrimiento, todo esto ante los ojos del gentío, regocijada y embriagada se divierte y se deleita con el dolor, con este entretenimiento salvaje y nada digno de nuestra civilización, del mismo modo satisfacen los deseos comerciales y tétricos de unos cuantos que evocan al llano en el coleo. ¿a esto se le llama deporte? ¿Por qué no se le llama brutalidad, salvajismo, irrespeto? Pero eso sí, divulgamos el afecto a la naturaleza, a la flora, a la fauna, incluso tenemos ministerio del Medio Ambiente, ¿y todo esto para qué? ¿si soy un llanero? O que significa ser llanero.

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