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Fenomeno Politico


Enviado por   •  1 de Abril de 2014  •  4.678 Palabras (19 Páginas)  •  431 Visitas

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EL FENÓMENO POLÍTICO

Walter Montenegro

EN LÍNEAS generales, la identificación o definición ideológica de un esquema político depende de las

características que asume la interdependencia de tres factores: el individuo, la colectividad y el Estado.

El remoto origen de esa interdependencia reside en el hecho de que, al despuntar la aurora de su

existencia sobre el planeta, el hombre, el "animal político" de que hablara Aristóteles, encontró

indispensable y provechoso asociarse con sus semejantes para hacer frente a la lucha por la vida.

En un constante y dinámico proceso de adaptación a sus necesidades y aspiraciones crecientes, desde lo

simple y rudimentario de la prehistoria hasta lo complejo del mundo contemporáneo, el hombre fue

diseñando y organizando diferentes normas de convivencia dentro de las cuales surgió ineludiblemente

el concepto de autoridad. Lo que da su identidad propia a un esquema político es el carácter de esas

normas: su inspiración, sus fines, el radio de acción que tienen y el papel más o menos preponderante

que en cada acontecimiento desempeñan el individuo, el Estado o la colectividad.

El presente análisis está enfocado sobre el mundo moderno que empieza a tomar forma a medida que

desaparecen en Europa los últimos vestigios del sistema feudal y se sientan las bases de los Estados

nacionales.

El individualismo (preponderancia del individuo en el esquema político), cuya expresión

contemporánea es la democracia liberal, tiene como finalidad, en lo filosófico, salvaguardar los

llamados "derechos inherentes" a la condición humana encarnados en cada individuo: derecho a la vida,

la libertad, la felicidad. En lo material, garantizar la propiedad privada, con sus complementos

inseparables: la iniciativa y la empresa privadas.

Dentro de este esquema, la colectividad debe estar organizada y regida de modo que permita y asegure

el respeto y el ejercicio de aquellos "derechos inalienables". Sólo hay un límite para el desarrollo de la

actividad individual y es aquel que demarca y protege los derechos de los demás. Los órdenes ético y

jurídico y aun religioso se encargarán de asegurar la coexistencia pacífica y armónica de las

prerrogativas individuales.

El Estado no hará otra cosa que supervigilar y garantizar el desenvolvimiento de la convivencia social.

Tanto mejor desempeñará su papel el Estado —dice el individualismo liberal— cuanto menor sea su

intromisión en el libre juego de las llamadas "leyes naturales" en la filosofía, o "leyes del mercado" en

la economía. El Estado es una especie de "gendarme" necesario, pero incómodo cuya presencia debe

reducirse al mínimo estrictamente indispensable.

El individuo es, pues, el protagonista y objetivo final de este orden político-económico. La colectividad

lo sirve; el Estado lo protege. (Ver Liberalismo.)

Una forma extrema de individualismo es el anarquismo individualista que propugna la prescindencia, la

desaparición total del Estado y apenas admite la "necesidad limitada" de la actividad colectiva para

fines de carácter material tales como la producción cooperativa, en pequeña escala, de los artículos de

subsistencia. (Ver Anarquismo.)

Dentro de la concepción colectivista (con preponderancia de la colectividad), que engloba a las

diversas formas del socialismo, el individuo deja de ser un fin en sí mismo; lo es, solamente, en la

medida en que forma parte de la colectividad. La meta de la felicidad individual queda sustituida por la

de la felicidad colectiva. Al hacerse evidente que, en la práctica, las prerrogativas individuales no se

desenvuelven y desarrollan solamente dentro de sus límites sino que tienden a invadir las prerrogativas

ajenas y a servirse de ellas para beneficio propio, surge el nuevo concepto: quien debe servir no es la

colectividad al individuo sino éste a aquélla. Y, al contribuir a la felicidad colectiva, el individuo se

hace acreedor a la justa parte de felicidad que, como miembro integrante de la colectividad, le

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corresponde. A eso y nada más; queda entendido, por supuesto, que la distribución de los beneficios

colectivos, tanto morales y jurídicos como materiales debe ser igualitaria sin que quepa ninguna forma

de privilegio.

La propiedad privada pierde —en este esquema— la aureola casi sagrada que le asignan las teorías

individualistas. Y, del plano de preeminencia al que había sido elevada, desciende bruscamente al

banquillo del acusado. No solamente los socialistas marxistas sino hasta los utopistas, los más

benignos, le atribuyen la mayor parte de los males que engendra la sociedad individualista.

La única propiedad respetable, por consiguiente, es la que "cumple una función social". La propiedad

de las fuentes de riqueza (o instrumentos de producción) debe ser transferida a la colectividad, de

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