Francia, el cómic y las fotos con Pikachú, esto nos dejó la Feria Internacional del Libro

Francia, el cómic y las fotos con Pikachú, esto nos dejó la Feria Internacional del Libro.

Por Nicolás Rojas Alferes.

En años anteriores siempre esperaba la FILBO con ansias enormes, veía el calendario y me disponía a escoger el día, ojalá que fuese en fin de semana para poder ir y primeramente visitar el país anfitrión de ese año y segundo ver con que nos sorprende el ingenio del colombiano para poder sacar provecho de este gran evento.

Eran las 2 de la tarde y con lluvias intermitentes la FILBO 2017 le dice adiós a Bogotá, algo así como si la ciudad estuviera despidiéndose con tristeza de una de las mejores Ferias del Libro que se han hecho en la capital.

Pero este año decidí asistir el último día, en el que quedé gratamente asombrado ya que pensé que no iba a estar tan concurrido, porque los eventos de mayor promoción ya habían pasado, dividí este recorrido de casi 3 horas en tres capítulos, donde tuve la oportunidad de visitar el pabellón de Francia, el pabellón universitario, pasando por pabellón juvenil y terminando con una charla con Ricardo, el hombre vestido de Pikachú.

Francia: Poco es mucho.

Al ingresar a Corferias, después de pasar la fila casi interminable de estudiantes de colegios, lo primero con lo que me encuentro al alzar la mirada es con una estructura roja, como en malla a lo que primero deduzco que ya están desbaratando el Pabellón del país invitado, pero cuando me voy acercando veo que es un diseño fuera de lo común, algo que resalta y decido entrar.

Me esperaba con un pabellón repleto de imágenes, música, gente, con objetos todo representativo del país europeo, pero al entrar me encuentro con el pabellón dividido en salas cada una con un diseño grandioso y bien explicito lo que contenía en cada una de ellas, desde literatura francesa, pasando por el comic y un mini auditorio donde la gente hacia fila para poder ingresar y conocer más sobre esta cultura francesa. Ver como los niños de la mano de sus padres ingresan para poder ver los libros, hace que el ciudadano colombiano, bogotano más específicamente, no pierda el hábito de leer y acostumbrarse a que un aparato tecnológico nos diga que contiene cada texto.

Algo que había leído de esta Feria y que lo hacía más llamativo era que se incluía el cómic en los pabellones, para mí, amante de este género tenía que estar ahí, y me encuentro con una de estas divisiones en malla dentro del pabellón de Francia con que tienen una sala solo para el comic, diagonal a esta estaba algo que no podía faltar, un rincón Parisino, donde se podía tomar un café y comer un croissant algo representativo de la cultura francesa.

Una cita con la educación.

Pasadas las 3 de la tarde y después de tomar un café parisino, me dirijo a un pabellón al que en ediciones anteriores siempre tengo que estar, al pabellón universitario donde los estudiantes de los colegios bogotanos tienen la oportunidad de poder iniciar su carrera universitaria, o más bien tener claro su camino educativo al finalizar la secundaria.

La radio se tomó este pabellón, ya que la mayoría de universidades con carreras afines a este medio de comunicación, mostraron su potencial al armar en el mismo stand una cabina radial en la cual los estudiantes del colegio podían ver cómo es que se hace la radio, asombrados pasaban de un stand al otro, me veía reflejado en ellos, porque algunos años atrás yo era uno de esos jóvenes, buscando mi vocación.

Al salir del pabellón estaba lloviendo, otro llanto de Bogotá al despedirse de la FILBO, la gente encargada del aseo de Corferias, tratando con escobas de drenar el agua que se quedaba empozada a las salidas de los pabellones para que nada empañara este evento.

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