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Freire

niklonTesina19 de Marzo de 2014

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La función social de la escuela 1

Norma Garrido Bazán

Se dice que la educación tiene como objetivo primordial formar seres sociales, adaptables a cualquier circunstancia, la escuela por su parte debe contribuir a la cohesión social, a la aceptación multicultural para terminar con las diferencias sociales de que son objeto los individuos. En contraste con esta finalidad, la escuela se ha convertido en el factor principal de exclusión social, en el espacio que marca y hace palpables las inequidades sociales.

La escuela pretende formar hombres que convivan armónicamente en sociedad; busca la adaptación, cuando ella es incapaz de adaptarse al contexto que la envuelve, generando así, una separación entre su función social y su realidad. A todo momento, exige de los niños el máximo provecho de sus recursos, pero pocas veces se preocupa por las verdaderas necesidades de éstos.

La función social de la escuela reclama de la educación, el análisis de su origen, recordemos que hace más de una década se comenzó a hablar de los pilares de la educación, ¿Pero que ha pasado con el saber ser, saber conocer y saber convivir?, ¿Por qué la educación se ha preocupado más por el saber hacer?

Aún cuando la escuela debiera estar relacionada directamente con la sociedad, identificamos una brecha cada vez más gruesa entre ambas; es decir, la escuela está formando seres con pocas herramientas para enfrentar las problemáticas sociales que les esperan. En las aulas se está generando un trabajo débil para contrarrestar las diferencias sociales y como consecuencia, la exclusión aumenta día a día.

Es preciso revisar la función social de la escuela, identificar la manera en que ha sido desarrollada y de ser necesario, reconceptaulizar la dinámica social para no continuar con las desigualdades sociales.

De manera general presentaré las principales aportaciones de algunos sociólogos, que a mi parecer, han marcado un análisis muy discutido en materia educativa; sociólogos como Durkheim, Althusser, Bourdieu y Passeron, nos permitirán entender las acciones que desde hace años han dado origen a la exclusión social.

En apoyo a las teorías de reproducción, Paulo Freire y Celestin Freinet, dan una esperanza para mejorar las condiciones sociales de nuestros alumnos, destacando la parte positiva de la educación. Es así como el presente ensayo, pretende revisar la manera en que ha sido entendida la función social de la escuela, dejando espacio para decidir hacia donde caminar.

Función social de la escuela

Se ha hablado mucho del papel social que juega la educación, incluso en varios textos, se ha hecho hincapié en la relación escuela-comunidad, ¿Pero qué significa eso? ¿Por qué si la escuela es un fenómeno social, no ha cubierto totalmente las expectativas de quienes asisten a ella? Durkheim enunció que “la educación es una cosa eminentemente social”2, puesto que forma personas sociales y éstas a su vez, no pueden vivir aisladas del núcleo social (familia).

¿Cómo se forma al ser social? La respuesta es simple, recordemos que cuando un niño asiste por primera vez a la escuela, posee ciertas características sociales que le ha inculcado su familia, aún así, en el espacio educativo adquirirá valores, actitudes, conocimientos y habilidades que darán forma a su personalidad, harán de él, un individuo social, un hombre útil a su comunidad.

De éste modo se entiende que la educación “tiene por objeto extraer de allí un hombre enteramente nuevo; crear un ser que no existe, salvo en el estado de germen indiscernible: el ser social”3. El nuevo ser tendrá como fin la adaptación a su entorno, por tanto, es muy importante que durante su educación se forme integralmente.

1 Texto de la ponencia presentada en el Segundo Foro de Educación Alternativa “Acciones Prioritarias”, realizado por CESE / SEB / CESU / DGETI, México 2006. Reproducción autorizada si se cita la fuente.

2 Émile, Durkheim. “La educación como fenómeno social”. Educación y Pedagogía. Ensayos y controversias. Losada. P. 17

3 Émile Durkheim. Op cit. P. 18

Introducción

FUENTE: Publicación electrónica “Textos en línea” www.cese.edu.mx/textosenlinea.html

Si pretendemos hablar de la función social de la escuela, tendremos como primer tarea traducir las palabras de Durkheim a nuestra realidad inmediata; es decir, al ámbito educativo en que nos desenvolvemos. Ya dijimos que dentro de la institución escolar se aprenden conocimientos, habilidades y valores; todos ellos contribuyen a la socialización del niño desde sus primeros años, lo forman social y moralmente para poder adaptarse a la sociedad sin ningún problema.

Cuando el individuo posee un bagaje cultural y ha desarrollado ciertas habilidades, la escuela ha cumplido ya con su función social, no sólo ha formado un ser social, sino también un ser colectivo, capaz de entender su entorno, de vivir en él y de enfrentarse a las distintas situaciones que se le presenten.

En dicho proceso interviene también la moral, como factor primordial para legitimar o rechazar los actos del individuo; recordemos que según la sociedad, la moral será vista desde un punto religioso o laico, pero “no es por casualidad, por un capricho del hombre, que la moral ha cambiado”4, sino como consecuencia de la evolución colectiva de la sociedad.

Así pues, la moral social será la encargada de juzgar los actos del hombre, éste a su vez, se verá obligado a acatar las reglas ya impuestas, porque de lo contrario, será rechazado por la sociedad y no podrá vivir dentro de ella; la moral colectiva rige los actos individuales, se encarga de formarnos para una adaptación y aquí entra la escuela como el mecanismo principal para cumplir con tal objetivo social.

Hasta el momento hemos tocado parte de la función social de la escuela, vista como el medio para formar seres sociales, pero dentro de ésta función, entran en juego ciertas instituciones que es preciso mencionar, hablaremos entonces de los Aparatos Ideológicos del Estado (AIE, Althusser, 1988), entre los que desatacan la iglesia, la familia, los partidos políticos, los medios de comunicación y la misma escuela, todos ellos funcionan mediante la imposición de la ideología dominante, cuyo objetivo es unificar a la diversidad social.

Para que se de la reproducción social capitalista, el Estado hace uso de todos los AIE, en especial de la escuela, puesto que en estos espacios resulta más factible imponer la ideología dominante; de este modo, la escuela se convierte en uno de los aparatos ideológicos más importantes. “Si la escuela es un AIE privilegiado para la reproducción social es por estas condiciones y por el hecho de ser el AIE quien tiene, durante un tiempo invariablemente largo, una audiencia obligatoria”5

Los AIE trabajan en conjunto para formar al ser social, le imponen una ideología, que la mayoría de las veces corresponde a la clase dominante; mediante el lenguaje y algunos actos disfrazados de neutralidad, le inculcan la idea de sumisión para que él mismo acepte su condición y continué dentro de la reproducción de clases sociales.

“El sentido de los AIE hay que buscarlos en la lucha de clases, en la necesidad, por parte de las clases dominantes, de perpetuar su dominio sobre las clases dominadas y de afianzar y perpetuar las condiciones de explotación, así como la reproducción de esas condiciones”6. Con ésta idea queda más clara la función de la escuela, como reproductora de las relaciones de producción.

La función reproductora de la escuela es ambivalente, si hablamos del sector público, estaremos de acuerdo en que la reproducción se refiere a las clases dominadas, pero si nos adentramos en el sector privado, generalizaremos la idea de considerar la reproducción de las clases dominantes. En ambos sectores siempre se dará la lucha de clases y la escuela será sin duda, el espacio que sirva a la misma.

¿Pero cómo se da tal reproducción? La respuesta es proporcionada por Bourdieu y Passeron (1970), cuando se refieren a la violencia simbólica como “la imposición, por parte de la acción pedagógica, de una serie de significaciones impuestas como legítimas”7. Es decir, la escuela se encarga de enseñar un bagaje cultural, impuesto por la clase dominante; en éste caso, los maestros actuamos violentamente al pretender que nuestros alumnos acepten y aprendan aquello que creemos útil para

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