ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Identidad y transformación en la estructura familiar

galahard5Apuntes4 de Noviembre de 2015

7.147 Palabras (29 Páginas)182 Visitas

Página 1 de 29

Identidad y transformación en la estructura familiar.

Claves para una comprensión de la situación contemporánea

Juan Manuel Burgos[1]*

1. ¿Qué es la familia?

La situación de la familia en Occidente ha evolucionado de manera vertiginosa en las últimas décadas tanto desde un punto de vista sociológico como conceptual. Hemos pasado de un periodo en el que prevalecía de manera tan absoluta un tipo específico de familia hasta el punto de que muchos llegaron a concebirlo como el único tipo de familia posible, de modo que se podía hablar, sin más, de “la familia”, a un contexto social en el que aparecen nuevas estructuras que reivindican para sí el título y el nombre de familia, o, de un modo menos exigente, el de familias, realidades familiares, formas familiares, etc. El último episodio de esta trayectoria consiste en la aprobación en algunos países de los denominados “matrimonios homosexuales” que reivindican para este tipo de uniones una identificación con el matrimonio heterosexual, lo que incluye los mismos derechos e incluso la adopción de niños. La novedad y radicalidad de estas nuevas configuraciones está creando muchos problemas y uno de ellos, y quizá no el menos importante, es el de la confusión conceptual. Si hace no tantos años, como comenta Leclercq[2], las críticas a lo que se denominaba matrimonio y familia natural se saldaban en algunas ocasiones con un mero desprecio intelectual por considerarlas irrelevantes cuando no estúpidas, hoy parece que se está generalizando la situación contraria: la confusión acerca de lo que significa familia. ¿Qué es la familia? Esta pregunta, que, como decimos, resultaba trivial hace 20 años, hoy, sin embargo, parece muy difícil de responder, incluso imposible. Los modelos de familia se multiplican y lo que se suele considerar familia tradicional aparece como un islote aislado entre un mar de denominaciones familiares que reivindican con fuerza su carácter familiar.

¿Qué hay de todo ello? ¿Qué está sucediendo en nuestra sociedad y de qué modo es posible hablar hoy de familia? Estas son las cuestiones que vamos a intentar responder, de modo necesariamente sucinto, en esa intervención. Y, dada la complejidad y la amplitud del tema nos vamos a centrar en este objetivo: proporcionar un cuadro histórico-conceptual que permita situar en su interior los diversos tipos de realidades familiares que existen hoy en día de manera que sea posible valorarlos, interrelacionarlos y, si es el caso, criticarlos o rechazar su pretendido carácter familiar. De este modo, mostraremos también que, si bien la familia, como toda institución social, es una realidad en transformación, es al mismo tiempo capaz de mantener su identidad propia a lo largo de estos cambios. En otros términos, si bien el término familia no es totalmente rígido, tampoco cualquier interrelación personal afectiva merece el nombre de familia. Esta es algo mucho más profundo y sólido.

2. La familia como hecho universal

Para llegar al fondo de la cuestión hay que estar dispuesto a someter a revisión algunos de nuestros presupuestos fundamentales sin miedo a lo que puedan ofrecernos los datos antropológicos[3]. En concreto, hay que salir del marco específico y concreto del propio país y de la propia cultura y hacerse una pregunta radical: ¿es la familia un hecho universal o se trata más bien de un producto relativo a determinadas épocas y culturas? El motivo de la pregunta es claro. Si nuestra experiencia familiar se limita a un país y a un contexto bastante determinado, podemos pensar que es completamente estable y definida y que nunca ha variado; pero, en cuanto se alza la mirada mas allá de nuestra cultura y nuestro tiempo no queda otra posibilidad que constatar que la familia varía, y en ocasiones, de modo relevante dependiendo de la cultura y de la época. Los mayas, los aztecas, los griegos, los romanos, los españoles, los musulmanes, los chinos han tenido y tienen diferentes visiones de la familia. Y esa variabilidad debe ser abordada con seriedad. Tanto si se es partidario de una fuerte estabilidad familiar como si no lo es, hay que abordar los datos histórico-culturales y, a partir de allí, construir una visión de la familia consistente. Otro proceder sería exclusivamente ideológico y, desde luego, no científico.

Pues bien, la respuesta a esta pregunta es que la familia o, más en general, la estructura familiar, es un hecho universal, es decir, una realidad presente en todas las culturas de todos los tiempos. Morgan y, siguiendo su estela, la antropología marxista difundieron la tesis de que la familia era sólo un producto de la evolución, es decir, que en las sociedades primitivas más antiguas existió la horda, un tipo de sociedad en que los hombres y las mujeres se relacionaban sexualmente de modo totalmente promiscuo sin estar sujetos a ningún tipo de trabas ni de reglas[4]. Sólo gradualmente, y a resultas de la aparición de la propiedad privada, el hombre se decidió a someter a la mujer para conocer su descendencia y transmitir sus posesiones, Así fue como, según el marxismo surgió la familia tal como la conocemos hoy[5]. Pero diversos análisis posteriores han mostrado la falsedad de esta teoría desde un punto de vista científico. En particular, Lévi-Strauss, mostró la universalidad del tabú del incesto[6] que afirma que, en todo grupo social conocido, las relaciones sexuales deben realizarse fuera del entorno del parentesco, lo que genera automáticamente la estructura familiar básica. Los padres tienen hijos que crean una nueva familia fuera de este entorno formando las estructuras de parentesco a partir de una célula básica: la estructura padres-hijos que, ciertamente, puede admitir diversas formas pero que siempre incluyen la prohibición de las relaciones sexuales lo que la transforma en la célula básica e inalterable de transmisión de la vida. A resultas de estos y otros estudios, es posible afirmar, como hacen Morales y Abad, que “la totalidad de los antropólogos están hoy de acuerdo en que algún tipo de organización familiar, cualquiera que sea la forma que haya adquirido, es identificable en ‘todas’ las sociedades humanas y, muy probablemente, ha acompañado al hombre desde sus orígenes” [7].

Obtenemos así un primer resultado fundamental de un valor excepcional, pero que no resuelve todos los problemas a los que enfrentamos ni allana completamente el camino, porque junto con la universalidad de la familia también resulta patente la falta de univocidad. Es cierto que toda sociedad conocida nos presenta a los padres y a los hijos, las bodas o uniones de carácter matrimonial, las agrupaciones familiares, el cuidado de los padres y las madres por sus retoños y el amor entre hombres y mujeres. Pero, junto a esa universalidad aparece la diferenciación en los modos en que se establece esa relación. En cada cultura, las relaciones familiares se formalizan de maneras diferentes que, en ocasiones, pueden resultarnos extrañas chocantes e incluso aberrantes. Y semejante variabilidad plantea una cuestión fundamental: ¿La enorme diversidad de costumbres no conduce, si se aplica el rigor lógico, a la conclusión de que no existe un contenido suficientemente preciso y definitivo para el hecho-familia? En otras palabras, que el hecho-familia en realidad no existe[8]. Se trata de una cuestión complicada, pero a la que hay que responder negativamente. El hecho-familia existe en cuanto tal, con una identidad propia discernible e identificable, aunque difiera según las culturas. Porque, si ese no fuera el caso, sería totalmente equívoco y no sabríamos a qué nos referimos al utilizarlo. Y sin embargo, no es así. Lo que ocurre es que el hombre (el varón y la mujer) es capaz de concretar su estructura personal y dual de un modo que varía con los tiempos y los países. Algunos de esas especificaciones pueden parecernos muy extrañas, otras inmorales (abandonar a los padres enfermos y débiles) y otras anecdóticas (las diversas formas de casarse o de adornarse para la ceremonia de la boda). Pero todas ellas se refieren a un  entramado específico de relaciones que es el que constituye en cada grupo social la estructura familiar.

3. La familia occidental

En nuestro camino hacia el esclarecimiento de la situación actual, hay que dar un segundo paso, muy importante, que nos conduce a lo que he denominado familia occidental, y que consiste en una especificación entre muchas otras posibles de esa estructura humana básica. Esta especificación es, en concreto, la que se ha dado en la cultura europea y, por extensión, en la occidental, sobre la base de la influencia griega, romana y cristiana. Se trata de un concepto muy amplio que se aplica a un periodo de tiempo de unos 1500 años en el que la familia ha sufrido notables variaciones. La amplitud del periodo plantea, sin duda, dificultades a la hora de definir el concepto pero, a mi juicio, es posible determinar un núcleo esencial significativo que se ha mantenido básicamente inalterado a lo largo de los siglos y que permite dar consistencia a esta noción[9].

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (44 Kb) pdf (263 Kb) docx (34 Kb)
Leer 28 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com