Inclusión de las mujeres en el barrismo en Bogotá
Joaquin David DAZA MORAEnsayo8 de Octubre de 2020
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Inclusión de las mujeres en el barrismo en Bogotá
Autores:
Andrés Córdoba Ariza
Joaquín David Daza Mora
Erika Yiceth Gutiérrez Barrera.
Corporación Universitaria Minuto de Dios Vicerrectoría Bogotá Sur
Facultad de Ciencias Humanas y Sociales Programa de Trabajo Social
Bogotá 2020
Inclusión de las mujeres en el barrismo en Bogotá
Autores:
Andrés Córdoba Ariza. Joaquín David Daza Mora. Erika Yaneth Gutiérrez.
Tutor:
Erasmo Puentes
Trabajo presentado como requisito para optar al título de Trabajadores Sociales
Corporación Universitaria Minuto de Dios Vicerrectoría Bogotá Sur
Facultad de Ciencias Humanas y Sociales Programa de Trabajo Social
Bogotá 2019
Contenido
Cap. 1. Formulación 4
Planteamiento del problema 4
Objetivo General 9
Objetivos Específicos 9
Justificación 10
Cap. 2. Aspectos Teóricos. 13
Antecedentes 13
Marco teorico 18
Marco Metodológico 19
Fases del proceso 23
Cap. 1. Formulación
Planteamiento del problema
(Aquí se debe colocar lo qué se conoce de la investigación y la pregunta qué se quiere hacer de esa investigación)
En la actualidad la lucha por la igualdad de derechos de la mujer y el hombre es un factor de primer orden en el desarrollo de la sociedad. Tratados internacionales como la “Declaración de los Derechos Humanos” de 1948 establece en el artículo 1 que “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”, sin embargo, esto no se ve reflejado en la realidad, pues la mujer históricamente ha sido objeto de exclusión o restricción de sus derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural y civil.
Si bien la situación de desigualdad de derechos de las mujeres respecto a los hombres se ha ido transformando gracias a los movimientos feministas y el empoderamiento creciente de la mujer, aun la desigualdad se ve reflejada en ámbitos laborales, en espacios de representación política y en algunos casos deportiva (el futbol, por ejemplo) e incluso en la remuneración y distribución de recursos económicos. Al respecto la UNESCO (2019) asegura que: “En muchos países las actitudes y percepciones con respecto a la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer siguen siendo negativas y a menudo se invocan tradiciones, valores y prácticas culturales para mantener una situación de status quo” (Pág. 3).
Lo anterior nos planeta, que, pese a algunos avances en la materia, la desigualdad de derechos de la mujer respecto al hombre se sigue manteniendo. Por ejemplo, en términos de remuneración económica la ONU Mujeres (2019) plantea: “en todo el mundo, las mujeres ganan menos que los hombres. En la mayoría de los países, las mujeres en promedio ganan sólo entre el 60 y el 75 por ciento del salario de los hombres”.
De igual forma, según un informe de OIT presentado en 2019, en Latinoamérica las cifras nos muestran que: “Por cada hora trabajada, las mujeres reciben ingresos laborales que son en promedio 17 % inferiores a los de los hombres con la misma edad, educación, presencia de niños en sus hogares, condición de ruralidad y tipo de trabajo”.
Particularmente en Colombia, según cifras de la ONU Mujeres:
La participación política de las mujeres ha aumentado del 6% al 11% en los cargos de elección popular, y del 7% al 21% en las elecciones del Congreso en los últimos 20 años. Sin embargo, es uno de los países de América Latina con la menor representación de las mujeres en la política. En 2015 son tan sólo el 14% de concejalas, el 17% de diputadas, el 10% de alcaldesas y el 9% de gobernadoras. Cifras aún muy por debajo de la paridad que haría justicia a la proporción de mujeres dentro de la sociedad. (ONU, 2019)
De igual manera, según datos de la página web del DANE (2019) “más de 228.000 mujeres se catalogaron como empleadoras en el año 2017, cifra que desde lo laboral abre una brecha grande al mundo empresarial”.
Teniendo en cuentas las cifras anteriormente expuestas, podemos afirmar que la desigualdad entre hombres y mujeres se mantiene en diferentes ámbitos y no es una problemática exclusiva de países en vía de desarrollo. Sin importar su origen, su etnia, color o religión, la mujer continúa siendo excluida de diferentes formas, en distintos espacios y de múltiples prácticas en la vida social.
Observando este panorama, una pregunta central que asalta diferentes espacios académicos y de opinión, es sobre las medidas que a nivel mundial, regional y local se han formulado e implementado para reducir los márgenes de discriminación de la mujer. O, por el contrario, ¿en cuáles espacios las mujeres han conquistado lo que histórica o cotidianamente eran de uso exclusivo de los hombres?
Retomando el caso colombiano, en diferentes ámbitos se observa la desigualdad de derechos de las mujeres en comparación con los de los hombres. Por ejemplo, en el ámbito laboral, existen brechas en la contratación y la remuneración. En el ámbito de la representación política, aunque se han logrado avances, existe un pequeño porcentaje de mujeres elegidas para cargos de elección popular o que hacen parte de las corporaciones públicas. Ni que decir, como directivas de entidades oficiales, empresas privadas o en algo tan cotidiano como la representación deportiva.
A propósito de lo anterior, si bien la mujer tiene participación en deportes tales como: el atletismo, la esgrima o el patinaje, entre otros, existen deportes en donde la discriminación de la mujer es más que evidente, viéndose reflejada en su escasa participación en ellos, como es el caso del golf, el ciclismo, el rugby o el béisbol, por decir algunos.
En un caso concreto como el futbol, quizás el deporte más popular del mundo, la participación de la mujer es incipiente todavía. En Colombia la participación de la mujer en el futbol data de 1991 con la participación de Colombia en un torneo sudamericano que se realizó por regiones. Sin embargo, la primera selección Colombia femenina de carácter oficial fue creada hasta finales de los noventa. Desde ese momento participo en varios eventos sudamericanos de diferentes categorías. En el año 2015 logro su primera participación en un mundial femenino de mayores el cual se realizó en Canadá. No obstante, pese a este recorrido histórico y de participación femenina en diferentes torneos de futbol, no se logró tener una liga profesional en el país sino hasta 2017 con un solo torneo al año, el cual se cumple en un tiempo aproximado de 4 meses y que cada año comienza con incertidumbres debido al poco patrocinio que tiene esta liga en el país.
Ahora bien, el futbol es quizá uno de los deportes más populares del mundo, pues es el que mayores ingresos maneja además de ser el que más pasión despierta. Y tanto es así, que al hablar de futbol debemos hablar también del público: la afición, los hinchas, la hinchada, y por supuesto, la popularmente conocida “barra brava”.
Las denominadas “barras bravas” a lo largo de su existencia han estado conformadas mayoritariamente por hombres, además de ser considerada una cuestión de hombres. Bien sea porque se supone es la población que más consume este deporte o porque ésta, la “barra brava”, al ser sinónimo de violencia y riñas callejeras, permite que los hombres den rienda suelta a sus instintos “salvajes” y “violentos”, en el marco de algunos de los estereotipos y representaciones que se les atribuye. No obstante, lo que no se dice o por lo menos no es una discusión en ámbitos académicos o de opinión, es que las mujeres han intentado y siguen intentando de diferentes formas ser parte de este fenómeno social.
Pese a que la participación femenina en el “barrismo” ha sido escasa, en los últimos años ha surgido en Bogotá un gran acercamiento de las mujeres a los espacios relacionados con el futbol y a las barras bravas. Inicialmente porque los padres acercaban a sus hijas a este deporte o porque ellas motivadas por lo llamativo de este espectáculo se integraban a las dinámicas que surgían alrededor de él. Lo cierto, es que aun cuando muchas mujeres tomaron la iniciativa y participaban de las actividades de diferentes barras, había cierto recelo por parte de los hombres.
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