Inflación y desempleo
XiaoPeng YeApuntes4 de Mayo de 2020
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Tema 5. Inflación y desempleo
Introducción
Los dos problemas más importantes con que se ha venido enfrentando la economía española desde mediados de los años setenta son, sin duda, la inflación y el desempleo. Desde la adopción del euro y el abandono de la peseta el problema de la inflación se ha reducido en gran medida, pero no ha ocurrido lo mismo en cuanto al problema del desem- pleo. La relación inversa que con frecuencia presentan inflación y desempleo (curva de Phillips) y el objetivo de control de la inflación (2%) que establece el Eurogrupo es en parte responsable de las altas tasas de desempleo que presentan varios de los países del sur de Europa integrados en el euro.
Entre 1961 y 1974, la tasa de inflación en España era como promedio el 7,6 %. Du- rante la primera crisis del petróleo (1975-1978), se elevó y alcanzó como promedio el 19,7
%, con un máximo del 26,4 % en 1977, y durante la segunda crisis del petróleo (1979- 1985) se controló su magnitud, aunque alcanzó de media el 13,3 % con una tendencia a la baja en los años subsiguientes. Desde la adopción del euro y especialmente durante la últi- ma década los datos de inflación se han reducido drásticamente debido al objetivo de con- trol de la inflación del Eurogrupo cuyo objetivo es una tasa del 2% de inflación. La obse- sión de los poderes económicos europeos por el control de la inflación a niveles bajos (2%) ha determinado incluso que asomara el fantasma de la deflación.
El desempleo, sin embargo, que había sido sólo del 1,6 % en el período 1961-1974, se había elevado fuertemente durante las dos sucesivas crisis y seguía todavía creciendo en la segunda mitad de los años ochenta, habiendo alcanzado el paro total, en su peor momen- to (1985), cifras de casi el 22 % de la población activa, y el paro juvenil una cifra de cerca del 49%. Estas cifras nos muestran claramente que el desempleo se ha convertido en una cuestión grave y potencialmente desestabilizadora de la paz social. Desde la gran crisis fi- nanciera que comenzó en 2007 la tasa de desempleo se disparó desde un 7,9% hasta un 26,3% en el año 2013. Desde entonces los datos de desempleo han mejorado sensiblemente, aunque cabe hacer una salvedad por la calidad del nuevo empleo creado bajo el auspicio de la nueva legislación laboral. También es destacable que determinados colectivos como los menores de 25 años o los mayores de 45 años padecen tasas de desempleo notablemente superiores. A modo de ejemplo, la tasa de desempleo de los menores de 25 años supera el 35%. Lo mismo puede decirse en cuanto a los ámbitos territoriales. Por ejemplo, la tasa de desempleo de la provincia de Cádiz es varias veces más elevada que la de Navarra. En este mismo sentido no son comparables las tasas de desempleo de España y la de los principales países de nuestro entorno: Francia (9,2%), Reino Unido (4,3%), Italia (10,8%), E.E.U.U (4,1%) (2018).
El objetivo de tasa de desempleo para el año 2018 fue alcanzar el 15,4%, tasa aún muy elevada, pero notablemente mejor que la del 26,3% del año 2013. La tasa media de desempleo en la Unión Europea es el 8,5%. En Enero de 2019 la tasa de desempleo mejoró en relación al año anterior, pero siguió siendo elevada 14,1% (12,5% hombres; 16,1% mu- jeres).
Años | Número de parados (miles de personas) | Población activa (miles de personas) | Tasa de paro (%) |
1984 | 2.768 | 13.437 | 20,6 |
1985 | 2.971 | 13.542 | 21,9 |
1986 | 2.966 | 13.781 | 21,5 |
1987 | 2.943 | 14.298 | 20,6 |
1988 | 2.852 | 14.633 | 19,5 |
1989 | 2.561 | 14.819 | 17,3 |
1990 | 2.441 | 15.020 | 16,3 |
1991 | 2.464 | 15.073 | 16,3 |
1992 | 2.789 | 15.155 | 18,4 |
2000 | 1.660 | 16.660 | 10,0 |
2002 | 2.232 | 16.991 | 11,0 |
2007 | 1.942 | 20.717 | 7,9 |
2010 | 4.702 | 18.674 | 19,0 |
2013 | 5.935 | 16.135 | 26,3 |
2016 | 4.237 | 18.508 | 18,6 |
2017 | 3.766 | 18.998 | 15,4 |
2018 | 3.304 | 19.564 | 14.4 |
2019 | 3.192 | 19.967 | 13,7 |
Fuente: INE
Efectos de la inflación
La inflación se produce siempre que el nivel general de precios se eleva en forma permanente a lo largo de un período de tiempo, siendo la tasa de inflación el porcentaje en que se eleva. En sentido contrario, el término deflación se emplea cuando se produce una baja general de precios a lo largo del tiempo. También en ocasiones se emplea el término desinflación para designar una baja concreta de la tasa de inflación, por ejemplo, del 8 % al 4 %.
La inflación, cuando alcanza cotas muy elevadas, como ocurrió en Alemania des- pués de la I Guerra Mundial, puede llegar a colapsar completamente la economía y la pro- pia organización social, convirtiéndola en una sociedad de trueque, ya que el dinero pierde su valor. Pero estas situaciones de hiperinflación son excepcionales e históricamente conse- cuencia de desastres militares o sociales. No obstante, tasas de inflación más reducidas, del 20% ó 30% anual, también pueden crear serios problemas en las economías desarrolladas.
Inflación y distribución de la renta
La inflación crea en primer lugar ilusión monetaria, lo que significa que tendemos a estimar nuestro bienestar económico por la cifra de euros que ingresamos y no, al menos inmediatamente, por su poder de compra real. Así, cuando la cifra en euros de nuestro suel- do se incrementa, nos creemos más ricos de lo que realmente somos. Entre 1980 y 1988, la ganancia media por hora trabajada en España se multiplicó por más de dos, lo que podía llevar a la ilusión monetaria de que los salarios habían crecido más del doble, cuando en términos reales apenas si crecieron en dicho período un 10%, y ello por la sencilla razón de que la inflación había erosionado fuertemente el poder de compra de la moneda de enton- ces, la peseta.
Sin embargo, no sólo es un problema de ilusiones personales. Además, la inflación suele convertir los problemas personales en problemas sociales. La inflación golpea parti- cularmente a las clases medias asalariadas, que normalmente no pueden adaptar más que lentamente sus ingresos salariales a los aumentos de precios, e incluso dentro de las clases asalariadas hay grandes sectores con escaso poder de negociación, como, por ejemplo, los funcionarios públicos o los pensionistas, cuyos incrementos salariales siempre se producen en la banda más baja, perdiendo así año tras año capacidad de compra y posición social como consecuencia del proceso inflacionista.
Otros sectores de la población trabajadora, con capacidad de presión sobre la socie- dad en su conjunto, como, por ejemplo, los controladores aéreos, maquinistas, pilotos, esti- badores, etc., por el contrario, sí pueden presionar alzas por encima de la inflación, mejo- rando así gradualmente su posición económica y social. A modo de ilustración, no hace mucho tiempo el gobierno de España perdió en el Congreso de los diputados la reforma del régimen laboral de los estibadores portuarios debido a su capacidad de presión al constituir la estiba un sector clave dentro del comercio internacional tanto de importación como de exportación. En definitiva, el proceso inflacionista produce una redistribución de la renta entre los distintos grupos sociales, y dentro de cada grupo social en función de su capacidad de presión sobre la sociedad, lo que da como resultado tensiones sociales e insatisfacciones a veces muy profundas. Ciertas características personales y ocupacionales determinan que la probabilidad de algunos colectivos de estar sin empleo sea muy superior a la media de la población activa. Los colectivos que se ven especialmente afectados por el paro son los siguientes: los jóvenes (2018; menores de 24 años 35%), las mujeres (5 puntos por encima del paro masculino), los mayores de cincuenta años y las personas con una cualificación escasa.
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