Justicia Y Paz, Entre Amores Y Odios

Justicia y paz, entre amores y odios

La ley 975 o Ley de Justicia y paz corresponde a un tema difícil de abordar, pues aunque fue creada por el gobierno de Uribe como herramienta para poner fin a los grupos paramilitares, mediante desmovilizaciones, así como para buscar la verdad y poder reparar en algo el daño causado a las víctimas, no se puede negar que su desarrollo ha sido bastante polémico y difícil de sobrellevar, ya que la ley presenta grandes vacíos y se han cometido errores considerables en su consecución. Por un lado ha aportado para que el país conozca asuntos que no se habían esclarecido hasta el momento y para que la justicia actúe sobre quienes no lo había podido hacer antes (líderes de autodefensas, políticos…). Pero por otro lado ha sido una justicia laxa y endeble en muchos casos, con tan sólo tres condenas a jefes paramilitares (“Juancho Dique”, “Diego Vecino” y alias “El Loro”) y un sinfín de víctimas esperando ser recompensadas.

Uno de los principales aportes de la ley ha sido el destape de algunos vínculos entre paramilitares y fuerza pública, ya que en versiones libres hubo varios señalamientos a miembros de la policía, DAS o fiscalía, que dejaban en evidencia la ayuda que prestaron con información sobre sospechosos, que después asesinaban, y a veces colaboraban con la permisión de crímenes cometidos por paramilitares. “Algunos destacamentos patrullaron junto a las autodefensas y otros cerraron los ojos mientras los ‘paras’ masacraban, desplazaban y desaparecían a miles de personas.” (Verdadabierta.com, 2010)

Otro acierto fue el descubrimiento de más personas desaparecidas de las que se tenía registro hasta el momento. “Después de que el país creía que había habido 3 mil desaparecidos, ahora ha descubierto que pueden ser más de 40 mil, y eso sin contar aún los que ha dejado la guerrilla” (Verdadabierta.com, 2010). Según líderes paramilitares, la desaparición es el mejor método de represión, y aceptan que fue una política sistemática en contra de cualquier persona que fuera tildada de guerrillera.

Masacres, asesinatos, hurtos, descuartizamientos, desapariciones, secuestros, entre otros, eran los crímenes más atribuidos a las autodefensas, pero con la ley de justicia y paz han salido a la luz verdades tan reveladoras como las escuelas de entrenamiento para enseñar a desmembrar un cuerpo, hornos crematorios, fosas comunes y uno de los más temibles actos violentos usados como medio de represión y sometimiento. La violación. “Uno violó a mi mamá y dos a mí. Estaba oscuro y llovía duro, con truenos y rayos. Se fueron a la media hora” (Castaño, 2010), así lo aseguró, para Revista Semana, una niña que a los quince años fue víctima de este delito y que junto a su madre ha tenido que soportar la carga y el suplicio de vivir junto a sus victimarios.

Pero no se pueden ocultar las falencias y contravenciones que ha tenido el desarrollo de la Ley de Justicia y Paz. La desmovilización no ha sido total, los grupos paramilitares siguen delinquiendo, no hubo cese al fuego, muchos de los postulados ya no colaboran con la justicia y lo más lamentable de todo es que las innumerables víctimas de estos grupos continúan a la espera de la reparación y de que la verdadera justicia algún día se haga presente. “Según unos estudios son cuatro mil, en otros son 10 mil los paramilitares en actividad, y no hay que olvidar que eran 12 mil los paramilitares que estaban en actividad cuando se inició este Gobierno”, aseguró Gustavo Gallón, director de la Comisión Colombiana de Juristas, en una entrevista para “Verdad Abierta.com”.

Una garantía de no repetición burlada por los paramilitares, una verdad a medias y escasa sobre todos los actos vandálicos, una reparación irreal y poco seria y una desmovilización basada en falsas

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