LA VÍA PARA EL FUTURO DE LA HUMANIDAD

LA VÍA PARA EL FUTURO DE LA HUMANIDAD

EDGAR MORIN

Introducción

Este libro está conformado por cuatro partes, donde la primera parte habla de la política de la humanidad; la segunda está referida a la reforma del pensamiento y la educación, en la que se hace alusión a los cambios que habría que realizar en el modo de estudiar las distintas disciplinas científicas y en los métodos de enseñanza; la tercera trata sobre las reformas de la sociedad, que afectarían principalmente a las materias de medicina, el hábitat, la agricultura, la alimentación, el consumo y el mundo de las relaciones laborales; la cuarta sección describe las reformas de la vida, que implicarían cambios en la moral, la familia, la condición femenina, la adolescencia, la vejez y la forma de afrontar la muerte.

Aunque el libro está estructurado en capítulos separados, todas las partes del libro se encuentran relacionadas entre sí de una u otra manera.

Su lectura aunque sencilla, a la vez es compleja ya que se muestra la potente forma de pensamiento desarrollada por este filósofo y sociólogo francés puesto que tiene siempre presente las múltiples relaciones establecidas entre todos los elementos descritos.

Propósito

El propósito de Edgar Morin en La vía para el futuro de la humanidad (Morin, 1921), es proyectar las reformas que conducirán a la democracia futura con mejores condiciones de vida para los seres humanos, lograr un cambio de actitud frente a las crisis que afectan nuestra vida y nuestro planeta, a tener una percepción real de nuestras vidas como parte de una sociedad.

Desarrollo

Estamos en una época histórica de la que puede surgir una nueva humanidad, protagonista del surgimiento de una nueva civilización, más sabia, fundada sobre el arte y la poesía del buen vivir, una humanidad más creadora y optimista. El mensaje principal del libro es la necesidad de interrelacionar las diferentes dimensiones y vías en las que es preciso hacer las reformas para que el tren civilizatorio que avanza a toda máquina hacia un desastre que parece inevitable, cambie de vía.

Edgar Morin articula cuatro grandes vías o dimensiones en las que es preciso hacer reformas que interaccionen y se relacionen entre sí:

• políticas

• pensamiento y la educación

• sociedad

• vida.

La reforma del pensamiento y de la educación, a la que ha dedicado gran parte de su obra, son la base y el fundamento de la nueva civilización. Sobre ellas descansa la profunda comprensión de los problemas globales a los que nos enfrentamos. Destacar lo que menciona la autora Marcela Gajardo “En el campo de las transformaciones institucionales, los obstáculos más frecuentes se relacionan, técnicamente, con la falta de competencias humanas e instituciones capaces. También con la ausencia de redes eficientes de información y comunicación para facilitar la interacción entre actores e involucrar al conjunto de la sociedad en el proceso de reformas” (Gajardo, 2003) son aspectos a los que nos hemos venido enfrentando y que debemos erradicar ya que sólo desde un pensamiento complejo podremos diseñar estrategias complejas de acción transformadora. Morin se sitúa en la tradición de los grandes pensadores clásicos que otorgan a la educación un papel central en la transformación personal y social.

La reforma del pensamiento inspirará las políticas de humanidad, regenerará el propio pensamiento político y dará protagonismo activo a la nueva ciudadanía planetaria que reformará y profundizara la democracia para hacer a todos los ciudadanos del planeta corresponsables de este cambio. Tratando y gestionando solidariamente los recursos de que disponemos en un contexto de creciente escasez conforme nos acercamos a los límites en su explotación como son: el agua, la energía, las materias primas. Las políticas de la humanidad habrán de afrontar las causas del cambio climático, reducir las intolerables desigualdades sociales y la pobreza extrema, proteger la biodiversidad y las diferencias culturales.

Las reformas sociales deberán generar ciudades y hábitat humanizadores, más integrados en todos los contextos, protectores de las fuentes

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