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LOS ACUERDOS DE BOLONIA


Enviado por   •  3 de Noviembre de 2013  •  1.910 Palabras (8 Páginas)  •  433 Visitas

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ACUERDOS DE BOLONIA

Por «proceso de Bolonia», «marco de Bolonia», o simplemente «Bolonia», se entiende el proceso de cambio en las titulaciones y en las universidades que arrancó con la firma del Acuerdo de Bolonia, en 1998 (España fue una de las naciones signatarias). Se entiende por «ingeniero de Bolonia» o «ingeniería de Bolonia» a los estudios universitarias de ingeniería que sean acordes con el desarrollo legal del Acuerdo de Bolonia

El proceso de Bolonia arranca en el año 1998, cuando varios rectores universitarios, reunidos en la Universidad de La Sorbona, constatan que la Unión Europea (UE) está perdiendo competitividad frente a Estados Unidos y Japón en cuanto a la creación y la investigación científico tecnológica.

Estos rectores firman ese mismo año la llamada Declaración de La Sorbona, que es un toque de atención para la UE. Al año siguiente, se reúnen en Bolonia representantes de 25 naciones europeas, incluido entre ellas el Ministerio de Educación y Ciencia (MEC) de España.

En Bolonia se firma una declaración en la que se abunda en lo dicho en La Sorbona, pero ahora además se habla claramente de algunas medidas a tomar para cambiar la situación. Este documento marca el origen del Espacio Europeo de Educación Superior, del que se define un marco general, al que todas las naciones signatarias se comprometen a converger, y ello, por supuesto, obliga a realizar cambios en las universidades y en los títulos universitarios.

Como parte de este proceso, el Parlamento español aprobó en diciembre de 2001 la Ley Orgánica de Universidades (LOU), que marca el arranque real del proceso de Bolonia en España. La LOU dejaba abierto cómo se iba a adaptar el proceso de Bolonia en nuestro sistema universitario, por lo que apenas aprobada la LOU se inició un proceso de definición por parte del MEC que se plasmó en la publicación, en febrero de 2003, del documento-marco «La integración del sistema universitario español en el Espacio Europeo de Educación Superior». Este documento ya marca unas grandes líneas de actuación, y entre ellas la estructura cíclica de grado (tres o cuatro cursos de carrera con sistema de créditos ECTS) más máster (máster oficial impartido por la Universidad a precio de tasa académica ordinaria, de uno o dos cursos) o doctorado.

A partir de este documento-marco se han desarrollado seis borradores de reales decretos que marcan las grandes líneas maestras de los títulos de Bolonia, incluyendo el cambio fundamental del crédito presencial de 10 horas al sistema ECTS de créditos.

El ECTS se valora entre 25 y 30 horas, que incluyen las clases teóricas y prácticas impartidas por el profesor, otras actividades académicas dirigidas (trabajos, etc.), y las horas de estudio empleadas por el alumno para superar cada una de las materias de sus estudios. De este modo el ECTS es una medida del aprendizaje de la ingeniería, y no como hasta ahora, una simple medida de la impartición de contenidos. El fundamento del ECTS se basa en la capacidad del alumno por aprender, bien a base de estudio, bien a base de actividades dirigidas como la investigación propia o la realización de trabajos, o mejor aún, una mezcla armónica de las dos cosas.

LA EDUCACION COMO FENOMENO SOCIAL

Si hiciéramos un estudio comparativo de la veintena de definiciones de educación que podemos encontrar en los manuales de pedagogía, nos daríamos cuenta de que, salvadas las distintas perspectivas, hay un substrato común a todas ellas y es que la educación es un proceso de integración del individuo en la sociedad.

En ese proceso educativo habrá siempre un educando y un educador. El educando es el niño, al que se presupone puro instinto, alguien que se mueve por fuerzas naturales, cero absoluto en la socialización. El educador es un adulto integrado en una cultura, en una sociedad determinada. Es el que va a utilizar una serie de medios planificados e intencionados para guiar a ese niño, ayudándole para que desarrolle todas sus capacidades de integración en el grupo al que pertenece y en el que ha nacido. Educar es servir dirigiendo. El adulto sirve y dirige al niño para conducirlo a aquellos comportamientos que, en su sociedad concreta, sean considerados como deseables. Lo «sirve» porque es consciente de que no hay dos niños iguales y que cada uno de ellos precisa de un trato diferencial. El adulto le va a dar a cada niño el trato que mejor corresponda a su forma individual, personal de ser. Y, además de servirlo, lo dirige, es decir, el adulto que está integrado en la sociedad, tiene la ciencia y la experiencia social y lleva de la mano -ese es el significado de la palabra pedagogo- a un niño, sabiendo el camino por el que lo tiene que llevar.

Por todo esto que venimos diciendo, los conceptos de educación y socialización son sinónimos, al menos en la realidad y salvando las distinciones didácticas que desde la reflexión sobre el fenómeno educativo queramos hacer.

Fullat nos dice que la educación es una práctica, una actividad social, una acción, la acción que, en palabras de Durkheim, ejercen las generaciones adultas sobre las nuevas. Éste, padre de la Sociología de la Educación, da esta definición:

«La educación es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre aquellas que no han alcanzado todavía el grado de madurez necesario para la vida social.

Tiene por objeto el suscitar y desarrollar en el niño un cierto número de estados físicos, intelectuales y morales que exigen de él tanto la sociedad política en su conjunto como el medio ambiente específico al que está especialmente destinado» (Durkheim).

De esta definición se siguen una serie de consecuencias que el mismo Durkheim nos deduce y que son de primordial importancia para conocer el fenómeno educativo. La educación consiste, según él, en una socialización metódica de las nuevas generaciones. Hemos dicho antes que el niño a socializar, a educar, es puro instinto. Durkheim prefiere hablar de pura individualidad. Él dice que en nosotros coexisten dos seres.

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