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La Charola Sergio Aguayo


Enviado por   •  28 de Julio de 2014  •  5.802 Palabras (24 Páginas)  •  385 Visitas

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Desarrollo humano Unidad 1. Desarrollo humano y libertad Antropología de la libertad

Recuperado de: http://www.ugr.es/~pwlac/G16_01Edgar_Morin.html ANTROPOLOGÍA DE LA LIBERTAD1

Edgar Morín2

Resumen

La libertad es posibilidad de elección. Pero ¿cómo es posible? El autor examina los condicionamientos impuestos por el medio ambiente, la influencia de los genes, el marco sociológico y cultural y la constricción de las ideas. Entre ellos pasan los caminos de la libertad. El nudo gordiano se resuelve al comprender la íntima relación entre autonomía y dependencia. Las libertades del espíritu se conquistan, pero es necesario que nuestra conciencia esté despierta.

Una libertad es una posibilidad de elección.

Una posibilidad de elección puede ser interior, es decir, subjetivamente o mentalmente posible; es una libertad de espíritu. Puede ser exterior, es decir, objetivamente o materialmente posible; es una libertad de acción.

Cuantos más sean los dominios que ofrecen posibilidades de elección, más, en cada dominio, las elecciones son numerosas y variadas, mayores son las posibilidades de libertades; cuanto más importante para su propia existencia es el tipo de elección posible, más elevado es el nivel de libertad (elección de medio de transporte, elección de profesión, de residencia, de vida).

A primera vista, nos parece evidente que el ser humano dispone, en condiciones favorables, de posibilidades de libertad. Sentimos subjetivamente nuestra libertad cada vez que tenemos la ocasión de elegir entre alternativas y tomar una decisión.

A la inversa, toda consideración objetiva de nuestra condición parece reducir la libertad a una ilusión subjetiva; sufrimos las coacciones de nuestro medio natural al que debemos adaptarnos; estamos sometidos por nuestro patrimonio genético que produce y sustenta sin cesar nuestra anatomía, nuestra fisiología, nuestro cerebro y, por tanto, nuestra posibilidad de inteligencia y de consciencia; estamos sometidos por nuestra cultura que inscribe en nuestro espíritu, desde nuestro nacimiento, sus normas, tabúes, mitos, ideas, creencias, y estamos sujetos a nuestra sociedad que nos impone sus leyes, reglas y prohibiciones; estamos incluso poseídos por nuestras ideas que se adueñan de nosotros cuando creemos disponer de ellas. De este modo, somos ecológicamente dependientes y

1 Texto publicado en: GRASCE (Groupe de Recherche sur l'Adaptation, la Systémique et la Complexité Économique) (ed.), Entre systémique et complexité, chemin faisant... Mélanges en hommage à Jean-Louis Le Moigne, PUF, París, 1999: 157-170. Traducción de José Luis Solana Ruiz, profesor de Antropología Social de la Universidad de Jaén.

2 Edgar Morín. Director honorario de investigaciones del CNRS. París, Francia.

Universidad Abierta y a Distancia de México

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estamos genética, social, cultural e intelectualmente sometidos. ¿Cómo podríamos disponer de libertades cuando estamos tan sometidos por todas partes?

El imperio del medio

Como frecuentemente hemos dicho (cf. El método 1 y 2), nos hace falta sustituir la concepción de que el medio exterior impone sus fatalidades a los seres vivientes por una concepción de la autonomía dependiente.

La autonomía viviente es inseparable de la autoorganización; ésta produce sus propias reglas y el ser vivo efectúa su propio comportamiento en el seno de su ambiente. Ciertamente, una organización así depende de determinaciones físico-químicas, pero éstas son integradas, trascendidas y utilizadas en y por la autoorganización viviente (cf. El método 1: 108-110).

Como lo hemos expuesto igualmente en otra parte, la autonomía viviente depende de su medio exterior, de donde extrae energía y organización. Así, no hay autonomía viviente que no sea dependiente3. Lo que produce la autonomía produce la dependencia que produce la autonomía.

La existencia social ha dado al ser humano una autonomía considerable; los desarrollos técnicos de la agricultura, los transportes, la industria, han constituido conquistas de autonomía mediante sojuzgamiento de energías materiales y explotación de producciones naturales, conduciendo a una efectiva dominación de la naturaleza, a través, evidentemente, de una multiplicación de dependencias y una dependencia global con respecto a la biosfera de la que formamos parte.

Al desarrollar su autonomía domesticando la naturaleza, la sociedad histórica desarrolla e impone sus coacciones sobre los individuos (frecuentemente hasta someter al mayor número), lo que nos conduce a preguntarnos: ¿la autonomía ganada con respecto a la naturaleza estaría perdida, por los individuos, con respecto a la cultura y la sociedad?

La influencia de los genes

Antes de pasar a esta interrogación, es necesario examinar si la autonomía viviente con respecto al mundo exterior no comporta en sí misma una dependencia interior ineluctable.

Desde luego la dependencia de una organización autónoma con respecto a sí misma es la condición evidente de toda autonomía. Pero el problema se profundiza cuando se considera que la auto organización viviente -y desde luego la humana- es genéticamente dependiente. Se trata de una dependencia de origen anterior puesto que es hereditaria. Como los genetistas especifican el papel de los genes mediante la palabra programa, entonces la autonomía viviente, incluida en ella la humana, estaría programada como la de un autómata. Así genos (la organización genética) da a anthropos la autonomía con respecto a oikos (el ambiente natural), pero poniéndolo bajo su dependencia. Según esta

3 Su dependencia con respecto al ecosistema es en bucle. La biocenosis (parte viviente del ecosistema) está constituida por las interacciones entre seres vivos, y por tanto depende de los seres vivos que dependen de ella.

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concepción, el gen, unidad a la vez química e informacional, detenta la verdadera soberanía sobre nuestros seres.

Hemos examinado en otra parte (El método 2) las formas fetichistas, racionalizadoras

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