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La Mundialización

PitbullBlood2 de Mayo de 2012

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La Mundialización

Es un proceso económico, tecnológico, social y cultural a gran escala, que consiste en la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo unificando sus mercados, sociedades y culturas, a través de una serie de transformaciones sociales, económicas y políticas que les dan un carácter global. La Mundialización es a menudo identificada como un proceso dinámico producido principalmente por las sociedades que viven bajo el capitalismo democrático o la democracia liberal y que han abierto sus puertas a la revolución informática, plegando a un nivel considerable de liberalización y democratización en su cultura política, en su ordenamiento jurídico y económico nacional, y en sus relaciones internacionales.

Este proceso originado en la Civilización Occidental y que se ha expandido alrededor del mundo en las últimas décadas de la Edad Contemporánea (segunda mitad del siglo XX) recibe su mayor impulso con la caída del comunismo y el fin de la Guerra Fría, y continúa en el siglo XXI. Se caracteriza en la economía por la integración de las economías locales a una economía de mercado mundial donde los modos de producción y los movimientos de capital se configuran a escala planetaria (Nueva Economía) cobrando mayor importancia el rol de las empresas multinacionales y la libre circulación de capitales junto con la implantación definitiva de la sociedad de consumo. El ordenamiento jurídico también siente los efectos de la Mundialización y se ve en la necesidad de uniformizar y simplificar procedimientos y regulaciones nacionales e internacionales con el fin de mejorar las condiciones de competitividad y seguridad jurídica, además de universalizar el reconocimiento de los derechos fundamentales de ciudadanía. En la cultura se caracteriza por un proceso que interrelaciona las sociedades y culturas locales en una cultura global (aldea global), al respecto existe divergencia de criterios sobre si se trata de un fenómeno de asimilación occidental o de fusión multicultural. En lo tecnológico la Mundialización depende de los avances en la conectividad humana (transporte y telecomunicaciones) facilitando la libre circulación de personas y la masificación de las TICs y el Internet. En el plano ideológico los credos y valores colectivistas y tradicionalistas causan desinterés generalizado y van perdiendo terreno ante el individualismo y el cosmopolitismo de la sociedad abierta. Mientras tanto en la política los gobiernos van perdiendo atribuciones ante lo que se ha denominado sociedad red, el activismo cada vez más gira en torno a las redes sociales, se ha extendido la transición a la democracia contra los regímenes despóticos, y en políticas públicas destacan los esfuerzos para la transición al capitalismo en algunas de las antiguas economías dirigidas y la transición del feudalismo al capitalismo en economías subdesarrolladas de algunos países aunque con distintos grados de éxito. Geopolíticamente el mundo se debate entre la unipolaridad de la superpotencia estadounidense y el surgimiento de nuevas potencias regionales, y en relaciones internacionales el multilateralismo y el poder blando se vuelven los mecanismos más aceptados por la comunidad internacional.

La valoración positiva o negativa de este fenómeno, o la inclusión de definiciones o características adicionales para resaltar la inclusión de algún juicio de valor, pueden variar según la ideología del interlocutor. Esto porque el fenómeno globalizador ha despertado gran entusiasmo en algunos sectores, mientras en otros ha despertado un profundo rechazo (anti Mundialización), habiendo también posturas eclécticas y moderadas.

Algunos retos de la Mundialización financiera para América Latina.

Ruth de Krivoy

El fenómeno de la Mundialización financiera ha traído consigo un aumento sin precedentes en la magnitud y movilidad de los flujos internacionales de capitales. En buena medida, se han desmantelado las barreras a las entradas y salidas de capitales, y las trabas que se oponían a la expansión internacional del negocio bancario.

Los mercados financieros internacionales se han vuelto mucho más sensibles a la calidad de los programas económicos y el desempeño de los países. Súbitas salidas masivas de capitales y ataques cambiarios, tanto en países desarrollados como en mercados emergentes, han demostrado que nadie está a salvo de sufrir las consecuencias de malas políticas públicas y que la volatilidad de los mercados de capitales es una realidad que los gobiernos no deben despreciar.

La estabilidad financiera se ha convertido en un objetivo de primera línea, que no puede alcanzarse sin un claro compromiso a la disciplina fiscal, el fortalecimiento del ahorro interno, la solidez y competitividad del sistema financiero, y perseverancia en la aplicación de políticas que refuercen el papel de los mercados. Una y otra vez han quedado demostrados los graves riesgos que comporta el depender excesivamente de los flujos de capital a corto plazo o de ingresos extraordinarios (por privatización o por aumentos en los precios de exportación). Episodios como los vividos por México y Venezuela en años recientes demostraron lo que ocurre cuando las soluciones de fondo se postergan, ante la falsa creencia de que son poco importantes las debilidades - transitoriamente enmascaradas -- de las cuentas fiscales o las de la banca. Tarde o temprano toda crisis se destapa, y la bonanza circunstancial se desvanece rápidamente. Una manifestación más del "pan para hoy, hambre para mañana".

Quisiera referirme hoy a una de las múltiples aristas de la estabilidad financiera que hay que vigilar y proteger ante la Mundialización: la solidez del sistema bancario. Se trata de un tema de gran relevancia para Venezuela y para Latinoamérica en general. Las debilidades de la banca han sido un elemento recurrente en todas las crisis financieras sufridas en nuestra región en las últimas décadas y, hay que tener presente que la Mundialización aumenta las probabilidades de fracasos bancarios si no se dispone de un sistema efectivo de regulación y supervisión que induzca a las instituciones financieras a administrar los riesgos en forma prudente. A estas alturas del proceso, afortunadamente los gobiernos, los bancos y las autoridades supervisoras reconocen cada vez más la conveniencia de tener una mejor supervisión, mayor transparencia en la información y buena gerencia bancaria, y atacar las causas que llevaron a los colapsos sufridos hasta ahora.

Pero el mundo no se detiene. Mientras atacamos las debilidades de ayer y de hoy, también tenemos que enfrentar una competencia nueva y más fuerte.

Una de ellas, tiene que ver con el cambio de morfología del negocio financiero en sí. Los bancos comerciales, que tradicionalmente han sido el corazón de nuestro sistema financiero y también del sistema de pagos, deben competir con una creciente diversidad de instituciones financieras. La especialización de las instituciones financieras se desdibuja, y el campo de acción tradicional de la banca (prestar el dinero captado de los depositantes) pierde importancia ante la proliferación de productos y servicios de muy variada índole. La banca universal y los llamados grupos financieros no son sino una manifestación de ese proceso de diversificación.

La otra, es la dimensión internacional del negocio. La Mundialización de los mercados financieros en América Latina está tomando tres vías. Las instituciones financieras internacionales están entrando a competir en nuestros mercados. Los instituciones latinoamericanas se están expandiendo dentro de América Latina (en banca comercial, banca de inversión, fondos de pensiones, seguros) y, además, también buscan posicionarse en los mercados de los países industriales.

Este complejo proceso crea nuevos riesgos y nuevas oportunidades. Un problema potencial es el de que la volatilidad de los países más inestables de la región se transmita a los más estables, a través de la banca. En otras palabras, que se produzcan turbulencias como consecuencia de problemas que afecten a la casa matriz de bancos latinoamericanos, particularmente si hay una presencia importante de bancos del país más inestable o con bancos más débiles.

Por otra parte, sabemos que las fuerzas de la Mundialización están empujando a la banca latinoamericana a hacerse más competitiva. Los márgenes se están reduciendo, e impulsan a la banca a rentabilizarse a través de nuevos negocios que implican nuevos riesgos. Si esos nuevos riesgos no se manejan con prudencia, se estará cebando la bomba de una crisis.

Para minimizar los riesgos, sin entorpecer la expansión del negocio financiero latinoamericano, hay que avanzar en varias direcciones:

Asegurar que los accionistas verdaderamente corran el riesgo de sus bancos. Esto es especialmente importante cuando la propiedad de la banca está concentrada en pocas manos y la banca está vinculada a empresas industriales y/o comerciales a través de una propiedad accionaria común.

Asegurar que los bancos estén bien capitalizados.

Informar de manera transparente quienes poseen, en última instancia, el control accionario de las instituciones financieras.

Promover la existencia de inversionistas, distintos a los accionistas, que pongan capital a riesgo en el banco, tengan un genuino interés en el éxito de la institución y, por ende, contribuyan a monitorear a la gerencia. Esto se logra a través de la colocación de obligaciones subordinadas, convertibles o no.

Suministrar información oportuna y veraz a los supervisores y al mercado.

Propiciar la actuación de agencias privadas de calificación

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