La desigualdad social genera bullying y éste un bajo rendimiento académico en los estudiantes.
Naybi_gSíntesis27 de Febrero de 2014
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PROBLEMÀTICA: La desigualdad social genera bullying y éste un bajo rendimiento académico en los estudiantes.
Bullying Escolar: Una Mirada Pedagógica y Ética del Problema.
Marcelo Careaga Butter
Hoy existe una gran contención institucionalizada de las energías propias de los estudiantes. Es posible que la violencia se manifieste por la inexistencia de un cauce pedagógico en el aula. Diariamente se aplican metodologías que lejos de estimular a niños y jóvenes, inmovilizan sus energías y simplemente los estudiantes se aburren dentro de las escuelas. La escuela les ofrece estudios teóricos o prácticos, evaluaciones y calificaciones que operan como presión personal, institucional y social, generalmente espacios libres pequeños en relación con la población escolar y, lo que parece más grave, una interpelación del sistema educativo a una excelencia académica que se mide exclusivamente a través de pruebas estandarizadas. Sin ninguna duda falta una propuesta pedagógica que compatibilice la cultura escolar con la cultura infantil y juvenil. Se requiere organizar espacios vitales (self-space), para que de manera fluida y natural, los niños y jóvenes copen dichos espacios y los sientan como propios, jueguen distendidos, se distraigan sanamente, manifiesten sus expresiones del arte, sus juegos propios y acordes a su edad, cultiven la música, los deportes, el aire libre y la naturaleza y la sana entretención. Enseñarles que la contemplación, el uso y preservación de los espacios naturales y físicos son propios del ser humano y que deben ser respetados por todos quienes convivimos diariamente. Los directivos, los profesores de aula, los adultos, los padres y apoderados, necesitamos desarrollar una ética del convivir, asumiendo que la otra persona humana es nosotros mismos expresados en la convivencia amistosa de la cotidianidad. Necesitamos asumir una vocación hacia una cultura pacífica y proactiva, que promueve la tolerancia y el amor al prójimo (próximo, cercano).
Hoy la tendencia es enseñar conceptos y materias, reprimiendo los espacios creativos y la oferta didáctica y metodológica que en sí, debería poseer una riqueza que se manifiesta en la diversidad de la oferta hacia los niños y jóvenes que deberían aprender a convivir en escuelas entretenidas y estimulantes, que les ofrecen aprendizajes para ser competentes, pero también, para la vida en sociedad, para el cultivo sublime de las expresiones del espíritu, para la contemplación de los dones regalados en la naturaleza y el entorno, para valorar la dignidad de los otros en la propia dignidad de cada uno que convive haciendo suyo a los otros.
Dejemos de pensar que la tendencia hacia un incremento de la violencia en los establecimientos escolares es sólo un problema de los profesores. No nos convirtamos como la mayoría en espectadores ajenos al fenómeno de la violencia. Debemos asumirla como un desafío presente en todos nuestros espacios, en el hogar, en los microbuses, cuando conducimos, cuando increpamos, cuando no respetamos el entorno, cuando vociferamos…ya que, probablemente, nuestros hijos aprendan a ser violentos, agresivos, increpadores, vociferantes, carentes de respeto por las demás personas y el entorno.
Dejemos de creer que podemos continuar siendo personas y profesionales de la educación que no siendo víctimas ni agresores permanecen como simples espectadores de los actos violentos, sin hacer nada.
Debemos impulsar una convivencia social y una cultura escolar que incorpore dentro de sí misma la cultura infantil y juvenil, dándole cauce a las necesidades y expectativas de los estudiantes, permitiendo a ellos ejerzan crecientemente sus cuotas de libertad de manera consciente. Que copen sus espacios con sus temas, su música, sus deportes y sus juegos. Nadie puede ejercer la libertad en la vida diaria, aprendiendo a respetar la de los otros, si no se les permite
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