La imitatio y la representación del mundo natural en la Égloga I de Garcilaso
patufloresMonografía27 de Agosto de 2022
5.652 Palabras (23 Páginas)102 Visitas
ISFDyT N° 35
Prof. Vicente D’Abramo
Profesorado en Lengua y Literatura
Historia Social y Cultural de la Literatura II
Monografía
Examen Final
La imitatio y la representación del mundo natural en la Égloga I de Garcilaso
Garcilaso fue un poeta que volvió su mirada hacia el pasado, apropiándose de sus ideas y reelaborándolas, no obstante ello, no solo miró a aquellos escritores clásicos de la antigüedad ya consagrados siglos atrás sino también a los que habían adquirido, recientemente, un estatuto canónico en el sistema literario. Los tomó e imitó, sin embargo no lo hizo en el sentido burdo de la imitación sino aplicando una técnica: la imitatio¹.
El presente trabajo dará cuenta de cómo Garcilaso toma el modelo para superarlo, haciendo reconocible la proyección de ese modelo, subyacente en su obra; resignifica y busca que su arte cumpla con una función: la imitación de la naturaleza, recreándola a partir del modelo. ¿Cómo recrea la naturaleza? ¿Cuál es el artificio que emplea? ¿Cómo es ese mundo natural que re-presenta? ¿Cuáles son los modelos que imita?, son algunos de los interrogantes que se abordarán a partir del análisis de la Égloga I.
La idea de que la obra de arte tiene que recrear a la naturaleza a partir del modelo implica que se deben llevar a cabo mediaciones a través del lenguaje, es decir, supone un artificio: la naturaleza puede imitarse usando técnicas artificiosas. En la Égloga I, el artificio está presente pero no hay un especial énfasis puesto en él sino que el esfuerzo se centra en hacer que ese lenguaje fluya sin complicaciones y sin distraer al lector de ese mundo natural que la poesía propone, como así también ofrecer la posibilidad del goce por ese constructo, dejarse llevar por el artificio sin que eso distraiga al receptor de lo que se espera lograr con él: la representación del mundo natural.
Existe todo un ideal de un lenguaje que fluye sin escollos y Garcilaso lo admite, es honesto respecto a ello, expresando que hay un artificio y que está imitando:
[pic 1]
¹ Se sigue la postura de Ángel García Galiano en La imitación poética en el Renacimiento, analizada por Miguel Ángel González Manjarrés, entendiendo a esta como “doctrina preceptiva y retórica a la vez que técnica sistemática y rigurosa” esencial para la composición, sobre lo que todo gran poeta debe asentarse para después lograr alcanzar la emulación del modelo e intentar superarlo.
…El dulce lamentar de dos pastores,
Salicio juntamente y Nemoroso,
He de cantar, sus quejas imitando…² (Garcilaso, vv: 1-3)
De este modo, desde el comienzo de la Égloga, Garcilaso manifiesta que está frente a un constructo del lenguaje, que está imitando y que adopta un determinado estilo.
La idea de “la dulzura” se relaciona con una elección retórica de estilo que lo lleva a alinearse con los poetas del Dolce stil novo, de la poesía italiana de la Edad Media. Es a partir de su estancia en Nápoles que Garcilaso descubre a los autores italianos cuya influencia quedará sellada en los rasgos de su lírica. Fue Jacopo Sannazaro quien creó un mundo poético lejano e idealizado en su Arcadia y cuya obra impulsa en el Renacimiento la temática pastoril, mezclando la prosa con la poesía bucólica de modelo virgiliano; autor que marca una clara influencia en Garcilaso al recrear el mito de la Arcadia en algunos pasajes de sus églogas.
Dentro de esta línea de poetas italianos, aunque no coetáneo, se encuentra Petrarca. Con él comienza toda una construcción de la subjetividad literaria que lleva a la noción de un sujeto que se construye como una voz poética desde la melancolía, desde una mirada reflexiva y desde la propia historia y vivencias. Esto se manifiesta en Garcilaso en el segmento de apertura, que es donde se muestra esa autorización de la voz poética.
Esta influencia es clara, aparece en él un sutil análisis de los estados afectivos, la profunda melancolía, una conciencia de su propio Yo como poeta y no solo el Yo que ama y que sufre sino también el que analiza con perplejidad su situación, casi siempre desfavorable, como es el amor no correspondido de Salicio o el amor desdichado por la muerte de su amada tal como le ocurre a Nemoroso. Esta es una de las aristas que tiene la imitatio en Garcilaso.
[pic 2]
² Para las citas se sigue la edición de Germán Bleiberg, en Garcilaso de la Vega. Poesías completas, Madrid: Alianza, 1980.
Ese dulce lamentar va a ser un lamento que fluye en un lenguaje que no se le ofrece al lector como un objeto problemático ni opaco sino que está trabajado desde sus aspectos sonoros y rítmicos. De modo que, con esa idea de dulzura lo que se está remarcando es un ideal de dicción poética, una manera de concebir el discurso y es un ideal que Garcilaso toma de los poetas italianos.
Desde los primeros versos se presenta todo el universo temático del mundo bucólico cuya imagen elabora una naturaleza que participa de ese canto que la Égloga propone:
…cuyas ovejas al cantar sabroso
estaban muy atentas, los amores,
de pacer olvidadas, escuchando… (Garcilaso, vv: 4-6)
La imagen de las ovejas personificadas, escuchando el canto es la imagen de una naturaleza en consonancia con lo que les pasa a los pastores y a tal punto esas ovejas los escuchan que se olvidan de pastar.
El mundo que representa la Égloga no es el mundo real de los pastores cuyo oficio requiere de un trabajo duro, penoso, lleno de privaciones, que supone personas iletradas sino que es un mundo pastoril idealizado en el cual los pastores se encuentran en ese espacio natural, con sus rebaños y exponen sus experiencias amorosas, con toda una reflexión de sus sentimientos e interioridades, en un lenguaje culto que dista mucho de ser el habla real de estas personas; de modo que, aquí, se está frente a una completa ficcionalización cuyos elementos forman parte de una puesta en escena que, en la época en que escribe Garcilaso, ha sido repetida, imitada y reelaborada por muchos escritores de manera que ha adquirido un carácter convencional transformándose en un tópico: el locus amoenus.
Garcilaso retoma un elemento muy convencional, sin embargo no implica que el tratamiento de lo natural se limite a eso en la Égloga sino que lo que se advierte es que, a partir de elementos previsibles y codificados, él es capaz de lograr efectos novedosos a través de la mediación del lenguaje.
A este orden natural, donde no hay ningún elemento agresivo ni discordante, se le añade el canto acordado: la voz de Salicio aparece totalmente integrada con los sonidos de la naturaleza:
…él con canto acordado
al rumor que sonaba,
del agua que pasaba… (Garcilaso, vv: 49-51)
Esta relación del canto con la naturaleza y con la experiencia del pastor no se plantea siempre de la misma manera, tal como se verá, sino que habrá momentos en los que, según la percepción subjetiva del pastor, ese orden no resulta tan armónico.
Salicio habla y da una referencia a los ritmos regulares de la naturaleza, de las personas y de los animales. Se manifiesta la idea de una naturaleza en la cual los hombres forman parte de un ciclo que se reitera armónicamente:
…El sol tiende los rayos de su lumbre
por montes y por valles, despertando
las aves y los animales y la gente… (Garcilaso, vv: 71-73)
Así como existen esas rutinas en la naturaleza, de pronto se dice que lo que se ha hecho regular para Salicio es el llanto:
…siempre está en llanto esta ánima mezquina…
(Garcilaso, v: 81)
Galatea, su amada, ha cambiado por otro amor a Salicio convirtiéndose en una falsa perjura, con lo cual implica un verdadero desorden cósmico en el universo subjetivo de Salicio y un caos en el mundo natural que lo rodea.
Esta actitud de Galatea hace que la naturaleza se torne imprevisible. Se plantea este desorden natural en términos antitéticos, donde puede unirse aquello que naturalmente debería estar separado: la imagen de la cordera y el lobo o las sierpes y las aves. Estas son imágenes bíblicas muy convencionales y muy elaboradas que forman parte del refranero popular pero lo cierto es que hay toda una mirada que se proyecta sobre un orden natural que ha dejado de ser orden.
Hay una mención explícita a un personaje de Virgilio, Títiro, y al autor mismo, el mantuano, cuando Salicio le dice a Galatea que ella elogiaba su canto por encima del canto de Títiro, con lo cual revela esa herencia virgiliana:
...