La independencia económica como hipertexto para un cambio social

Lessly Alemán Islas

La independencia económica como hipertexto para un cambio social

Actualmente se habla en diversos medios de forma constante sobre la independencia, la capacidad de ser un hombre o mujer que no dependa de otro para subsistir o para sentirse pleno/plena, se habla de independencia emocional o económica como un tema que la mayoría de la población conoce y maneja sin problema alguno; incluso existen diversas campañas que motivan, a las mujeres principalmente, a prepararse continuamente para que en un futuro no tengan que soportar algún tipo de violencia económica por parte de sus parejas debido a que ellas no pueden valerse por sí solas.

Lamentablemente la mayoría de las campañas mencionadas llegan ante la necesidad de atacar un problema y no por prevención, se realizan para “salvar” a las mujeres violentadas que necesitan de un ingreso para salir de casa y no seguir en ese círculo de dependencia, donde, la mayoría de las veces, el agresor es el hombre gracias a su capacidad económica.

Hasta este punto podríamos decir que el problema de la independencia financiera se centra en las mujeres, sin embargo ¿qué pasa con otros grupos de la población que tampoco cuentan con esta independencia financiera? Es decir, todas aquellas personas adultas que por diversas situaciones siguen dejando su seguridad económica a alguien más, es decir no son autosuficientes o bien, viven endeudadas en créditos y préstamos que no los dejan crecer ni desarrollarse.

De acuerdo con un estudio realizado en 2018 por la plataforma de renta compartida Dada Room se reportó que el 72% de los jóvenes considera que la edad ideal para independizarse está entre 21 y 26 años; sin embargo, la mayoría de ellos lo hace casi hasta los 30 años. La principal razón de esta decisión tardía es la cuestión económica y los bajos sueldos.

Las consecuencias de que la población mexicana no cuente con una cultura de independencia económica no solo es la falta de madurez y de toma de responsabilidades en los jóvenes, es su falta de crecimiento profesional y desarrollo personal, lo cual repercute al crecimiento financiero nacional, sumado a que millones de personas de la tercera edad siguen manteniendo a familias completas y, como se mencionó, varias mueeres sufren violencia a consecuencia de ello.

Lograr un cambio social y cultural en México que genere la necesidad de independencia financiera no es tema fácil ni rápido, sin embargo, no resulta imposible si se comienza con un proceso que involucre a diversos actores importantes como gobierno, individuos y empresarios y con un aliado muy importante: la tecnología y el internet.

Como lo menciona Castells, internet es el resultado de la apropiación social de su tecnología por parte de sus usuarios/productores^[1]. Por ello es necesario que dichos actores se apropien de las diversas formas donde el internet les permite explotar su creatividad para comunicar la importancia de la independencia financiera y sobre todo incentivar a ella.

La propuesta es relizar un programa que tome en cuenta el nuevo modelo de comunicación que Castells menciona en su texto, donde funcionen simultanemente 4 procesos: integración, intecatividad, inmersión y narratividad. Todo esto para generer un hipertexto, es decir, un sistema que pueda tomar en cuenta los aspectos culturales de los diferentes tipos de comunidades en México y generar mensajes espacíficos para cada grupo que les permita identificarse, construir un mismo significado y perseguir un objetivo en común.

Es por lo mencionado, que se necesitan, desde el gobierno, diseñar políticas públicas que abarquen educación financiera a diferentes edades, desde la escuela para niños pequeños, pasando por adolescentes y jóvenes que comienzan a trabajar, hasta adultos que se encuentran laborando formlamente desde hace algunos años, aquellos que se vuelven padres y aquellos que ya son padres de jóvenes, ya que la importancia de la independencia financiera si bien se debe inculcar desde pequeños, debe abarcar diversas etapas para que todos los públicos hagan, desde su trinchera y etapa de vida, lo que les corresponde.

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