La protección a los consumidores y usuarios

La protección a los consumidores y usuarios

Antes de referirse a una protección de los derechos de los consumidores, se hace imprescindible relacionar esa protección desde el punto de vista de los derechos humanos y su aparecimiento. Es decir, la protección se fundamenta en la misma existencia de los seres humanos y que estos se encuentren dentro de un marco de protección, en donde exista un Estado con deberes y obligaciones, así como los ciudadanos unos, quienes venden productos y otros, quienes no venden, sino que adquieren, compran. En general, para llegar al análisis de una protección de derechos, se tendría que remontar a considerar cómo surge o cómo se genera esa protección de derechos a favor del ser humano.

Es por ello que se hace evidente, abordar en primera instancia el tema del aparecimiento del hombre dentro de un conglomerado social, y su intervención como consumidor o como usuario, “el hombre aparece en los comienzos del período actual, cuaternario, de la historia de la tierra, cuyos orígenes sitúa la ciencia en hace cerca de un millón de años. En diversas regiones de Europa, Asia y África, que se distinguían por su clima templado y húmedo, habitaba una raza de monos antropoides altamente desarrollada. Como consecuencia de un larguísimo proceso de desarrollo, que abarca varias fases intermedias, de estos lejanos antepasados surgió el hombre.

En las circunstancias de la vida del hombre en la antigüedad, no era dable reconocer que existía una identificación de éste con otros medios para satisfacer sus necesidades, como los propios del Derecho de Consumo como sucede en la actualidad, no se identificaba con una actividad determinada del hombre, que permita asemejarlo a un comerciante que se dedica a poner a disposición de otros, productos o servicios con la finalidad de satisfacer sus necesidades, sino que era suficiente que lograra satisfacer sus necesidades primordiales.

¿Para qué sirve la DIACO?

Si seguimos aceptando lo fétido, todos somos culpables y todos seremos víctimas.

“Somos la institución gubernamental con competencia en todo el territorio nacional, responsable de aplicar la Ley de Protección al Consumidor y Usuario, Decreto 006-2003, velar por el respeto y cumplimiento de los derechos de los consumidores y usuarios…” así se presenta la Diaco en su website; seguramente usted vio algún día los libros distribuidos por esta entidad para que estuviesen a la vista de los consumidores y pudieran plantear sus quejas cuando se sentían ofendidos. La creación de la Diaco causó revuelo, se especuló que se convertiría en un foco de corrupción que enriquecería ilícitamente a sus funcionarios y supervisores…lo cual –aparentemente– hasta ahora no ha ocurrido.

En esta sociedad basada en la desvalorización y oportunismo, donde quienes deberían dar el ejemplo prestigiando el estado de Derecho –léase gobernantes, líderes gremiales, sindicales, empresariales, religiosos y políticos– lejos de hacerlo… dan el mal ejemplo omitiendo señalar lo pestilente, apañando la ilegalidad o peor aún violando abiertamente la ley quedando impunes… se ha formado una cultura decadente en todo lo relativo a los principios éticos que debieran regir nuestra patria. Se abusa, se estafa, se miente a diestra y siniestra; vemos con frecuencia atropellos terribles a los derechos del ser humano que pasamos por alto… de hecho estoy seguro que muchos de nuestros jóvenes están convencidos que ser honrado es sinónimo de tonto… y que… “quien trabaja honrado… se vuelve jorobado”

La decadencia es preocupante pues basa el éxito solo en un valor… el monetario, es decir, tener plata “es lo mismo” que ser exitoso… y peor aun honorable… la honorabilidad entonces tiene precio… es barata… ya no se forma a través del esfuerzo tesonero de muchos años, ni a través de buenas acciones, decisiones y decencia; dado que el dinero es el valor universalmente aceptado, “se vale” timar, robar, mentir, involucrase en política buscando el enriquecimiento, etcétera. La disparidad entre lo que se dice y lo que realmente se es, la vemos en la vida pública y privada todos los días… y nadie protesta… ni religiosos ni líderes ni sindicalistas ni cámaras ni procuradores.

¿Para qué sirve la Diaco? Parece ser “tan efectiva” como el TSE. ¿Cómo es posible que haya sino necesaria la muerte de cientos de guatemaltecos para que las compañías telefónicas –ahora convertidas en cartel– accedieran a no habilitar teléfonos manchados de sangre? ¿Cómo es posible que en casi cualquier estacionamiento restaurante de comida rápida o semi rápida haya sendos rótulos indicando que el establecimiento no se hace responsable de lo que ocurra en su estacionamiento, no paga el consumidor por ese estacionamiento en su consumo? ¿Cómo es posible que

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