La reacción de la sociedad ante actos violentos o conflictivos se ha vuelto una reacción lejana del sentido del horror y el rechazo

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La reacción de la sociedad ante actos violentos o conflictivos se ha vuelto una reacción lejana del sentido del horror y el rechazo, pareciera que ahora se encuentra mucho más próxima a la indiferencia y en el peor de los casos roza los límites de la admiración.

México actualmente se desarrolla en un contexto de inseguridad, delincuencia y altos índices de violencia, los ciudadanos de un país con muestras claras de deterioro en la vida social parece que no muestran un rechazo por la cotidianeidad violenta en la que viven.

Justo al contrario de lo que podría considerarse normal como una reacción hacia la violencia, la sociedad mexicana se muestra fascinada por una subcultura del narcotráfico, es justo esa contradicción el motivo vertebral de esta investigación que busca responder la pregunta principal; ¿por qué el ciudadano se ha vuelto espectador pasivo  y consumidor de una cultura violenta?

         Dicha investigación se mantendrá al margen de documentos físicos y apoyos digitales, como aportes principales se consultaran a autores como Susan Sontag, Wolfgang Sofsky, Hannah Arendt, Blanca Salazar Gómez, José Manuel Valenzuela entre otros.

        Se han realizado un par de investigaciones al respecto del tema, sin embargo ninguna de ellas ha contado con una relevancia mayor que la ubique en círculos de ciencias sociales, la misma suerte corren los investigadores que no se han posicionado como referencia obligatoria del tema. A pesar del peso de dicho problema social el mismo gobierno apenas cuenta con un puñado de investigaciones al respecto, en su mayoría son compilaciones de opiniones de múltiples sociólogos mexicanos, por parte del gobierno no existe una investigación que maneje cifras y porcentajes esto sin duda es un problema al momento de intentar informarse sobre la cuestión de la narcocultura.

Panorama del México violento

Actualmente México atraviesa por un largo periodo de violencia, esto representa un problema social que aqueja a los individuos que habitan el territorio mexicano, mismos individuos que a diario conviven, directa e indirectamente, con hechos violentos.  Estos acontecimientos de naturaleza transgresora se reproducen en fotografías impresas en periódicos, en imágenes transmitidas por televisión, en relatos emitidos detalladamente por la radio.  Los mexicanos realizan sus labores diarias rodeados de un contexto violento.

No es motivo de asombro cuando los niveles de inseguridad, a lo largo y ancho del territorio, son medidos mediante datos recabados por el gobierno. Dichos estudios de campo externan la opinión del ciudadano inconforme con la situación, la cual consideran un hecho que lejos de disminuir se muestra a la alza, la gente comienza a sentir inseguro al país, a la ciudad, su barrio, la calle e incluso el hogar donde vive.   Los habitantes de ciudades conflictivas expresan la angustia de ser atacados, robados, secuestrados o violentados de alguna manera a manos de un delincuente.

México se enfrenta a un panorama en el cual la violencia,  no solo causa un  sentimiento de inseguridad y miedo, acarrea gastos públicos, problemas económicos, costos indirectos sobre la inversión, la productividad, el consumo y el trabajo.

Los últimos años de la primera década del siglo actual se presentan como los más violentos vividos en la historia actual del territorio mexicano, “entre el 2008 y el 2009 los delitos a mano armada aumentaron de 26% a 32% “(ICESI, 2010).  El robo con violencia se incrementó, al igual que otros delitos de alto impacto, haciendo referencia a secuestros, privaciones ilegales de la libertad, violaciones, etc.  Tan solo en Tijuana, ciudad fronteriza, “entre el 2008 y 2009 hubo 1,507 asesinatos, más de cien secuestros, y un éxodo de cientos de personas”  (El Mexicano, 14 de octubre de  2011).

A lo largo y ancho del territorio mexicano se presenta este ambiente agresivo, en el norte ciudades como Chihuahua, Sonora, Tamaulipas y Nuevo León, reconocen que se mantiene una crisis de seguridad a manos del narcotráfico, sin embargo esta actividad delictiva no es propia del norte, solamente en el año de 2006 el índice de delitos en Guadalajara ascendía a 10,640 por cada cien mil habitantes,  mientras que el DF admitía  un total de 32,575 actos delictivos. Esto significó un aumento del 36.98% en actos delictivos registrados en la ciudad de México, así como un 36.98% en Guadalajara, comparado con el año 2005 (Instituto Ciudadano Sobre Inseguridad ENSI-4/2006).

De la misma manera la delincuencia se hace presente en el sur del país: la opinión de los ciudadanos con respecto a la percepción de inseguridad en su ciudad arrogó las siguientes cifras: Acapulco registró un 41.39%, Cancún 64.68%  y Oaxaca el 36.2%, (Instituto Ciudadano Sobre Inseguridad ENSI-4/2006)

Esto da cuenta que las actividades violentas no son exclusivas de una zona geográfica determinada en el territorio mexicano, justo al contrario, estas actividades parecen extenderse por todo México.

Ante alarmantes cifras de lo que significa un problema social nace la interrogante del porqué la fascinación comienza a suplir el horror ante un contexto violento. ¿Qué sucede en el imaginario colectivo para que la violencia atraiga con tanta fuerza la atención del espectador?  ¿Es la violencia una mercancía consumible? ¿La postura  del mexicano ante hechos violentos obedece a la indiferencia o a la fascinación?

 Espectadores: el placer de observar el dolor ajeno, consumo visual.

        México es un gran consumidor de los medios televisivos, tan solo el 91% de las viviendas del país cuentan con un televisor,  no es de sorprender que un 35.3% de ciudadanos vean la televisión entre dos y cuatro horas diariamente, entre las preferencias en la programación ofrecida destaca como primer lugar los noticieros locales y nacionales, un abrumante 46.8% sobresale entre las telenovelas y los shows de comedia (Numeralia, 2006).

        La interrogante es: ¿Qué ofrece un noticiero que lo hace ocupar el primer lugar de preferencia entre los televidentes?  Los noticieros se distinguen por crear una cobertura informativa ante sucesos nacionales que impacten en la sociedad, ¿Qué hecho más impactante existe que la ola de violencia que sufre el país?  Los televidentes consumen un contenido cargado de violencia.

        Los noticieros matutinos se encuentran plagados con reportajes sobre los hechos ocurridos en la noche del día anterior y la madrugada, el ciudadano que acostumbra encender su televisor por la mañana se enfrenta a reportajes cuyo único contenido radica en informar sobre un secuestro, un asalto a mano armada, la violación de una menor, de camino a su trabajo es informado sobre un enfrentamiento entre militares y grupos de narcotraficantes armados, dicha información es dada por la radio o algún medio impreso, por la tarde los noticieros continúan informando sobre extorsiones, detenidos, aprensión de narcotraficantes y de cargamentos de cocaína decomisados en alguna ciudad, el ultimo noticiero, antes de que el televidente se vaya a dormir, hace una recopilación de todos los hechos violentos ocurridos durante la madrugada, mañana, tarde y noche. Al día siguiente es igual.

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