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La violencia de género como consecuencia de las normas y roles de género y los medios de comunicación en México

Jesús CarrilloEnsayo27 de Agosto de 2019

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La violencia de género como consecuencia de las normas y roles de género y los medios de comunicación en México.

En este trabajo me enfocare en cómo los medios de comunicación han sido un factor muy importante para fomentar la violencia que se ha sufrido en nuestro país para con grupos específicos como las mujeres y la comunidad LGBTT. De manera que los medios de comunicación han fomentado durante años la ideología patriarcal, en la que se divide lo femenino de lo masculino y se coloca este último sobre el otro, creando una brecha bastante grande de injusticia, rechazo y violencia dentro de la sociedad, pero que impacta hasta el núcleo familiar y al individuo en la formación de una vida digna y plena. Cabe mencionar que en muchos de los casos el daño es perjudicial. Como lo es la muerte y asesinatos hacia los grupos femeninos y LGBTT de nuestro país.

Introducción

Me gustaría empezar definiendo qué es el género, antes que violencia de género, y así podré aclarar para quienes está dirigida mi investigación. Es entonces el género uno de los factores importantes que se atribuyen a la identidad de un sujeto como ser humano. Es importante en la construcción de un individuo el crearse esta parte de la identidad ya que forma parte de cómo va a ser reconocido dentro de la sociedad como un ser humano. Teniendo en cuenta que somos sujetos sociales que necesitamos de otros semejantes a nosotros para nuestra supervivencia. “[...] el género propio no se «hace» en soledad. Siempre-se está «haciendo» con o para otro, aunque el otro sea sólo imaginario”.

En nuestra sociedad occidental el género es tan importante que, desde antes de nacer el bebé, por medio del ultrasonido los padres buscan saber (además de la salud del feto y de la madre) si es niña o niño. Y en muchos de los casos, una vez sabiendo la identidad sexual del bebé, los padres y la familia teñirán de diferentes colores los objetos que la criatura usará. Ya sea pintar de rosa su recámara, tejer o comprarle cobijas y ropa de color rosa si es una niña. O pintar la recamara del bebe color azul, tejer o comprar cobijas y ropa color azul si es un niño.

Después de que la vida es concebida y se conoce la identidad del sujeto, su vida ya está planificada por aquellos que lo reconocen ya como sujeto: “Si la identidad se afirma por medio de un procedimiento de significación, si ya está siempre significada y aun así sigue significando mientras se mueve dentro de distintos discursos entretejidos, entonces la cuestión de la capacidad de acción no puede contestarse apelando a un «yo» que exista antes de la significación. En definitiva, las condiciones que posibilitan una afirmación del «yo» proceden de la estructura de significación, las normas que reglamentan las invocaciones legítima e ilegítima de ese pronombre, las prácticas que determinan los términos de inteligibilidad mediante los cuales ese pronombre puede moverse.”

El reconocimiento del género del bebé es por medio de un ultrasonido realizado por un doctor, el cual es capaz de identificar los órganos sexuales del feto. Ya sea femenino o masculino. Es decir, aquí nos encontramos con dos géneros y el cómo padres y la familia los van a identificar como individuo, dependiendo del pronóstico del doctor. Entonces, biológicamente el ser humano desde su existencia se divide en dos géneros: varón y mujer. La determinación de lo femenino y lo masculino son dos ejes centrales en este ensayo. Pues de estos dos géneros se derivan las diversas identidades de género que me interesa tratar.

Lo femenino y lo masculino son lo que conlleva la identidad de género. Partiendo del nacimiento biológico de cada individuo, si un sujeto nace con gametos pertenecientes a una mujer la sociedad le asignará características femeninas, pero si un sujeto nace con gametos pertenecientes a un varón se le asignará características masculinas. Las diferencias entre una y otra identidad biológicamente son los órganos sexuales. Pero socialmente las diferencias entre femenino y masculino son simbólicas.

Para el sistema capitalista occidental en el que se desarrolla la sociedad a la que me refiero, la idea de lo femenino representa debilidad, inferioridad y sumisión. Mientras que lo masculino representa todo lo contrario: fuerza, superioridad y dominación. La identidad femenina ha correspondido a las mujeres y la identidad masculina a los hombres. “La relación de los dos sexos no es la de dos electricidades, la de dos polos: el hombre representa a la vez el positivo y el neutro, hasta el punto de que en francés se dice «los hombres» para designar a los seres humanos, habiéndose asimilado la acepción singular de la palabra «vir» a la acepción general de la palabra «homo». La mujer aparece como el negativo, ya que toda determinación le es imputada como limitación, sin reciprocidad.”

Ya vimos que la identidad de género es importante para ser reconocido ante la sociedad como miembro de ella y como ser humano. También que hay dos tipos de identidades de género y que se les otorga a los sujetos dependiendo sus órganos sexuales. Lo que sucede después de haber identificado las identidades de género, es tener en cuenta que ya hay asignados roles que desempeña cada uno dentro de la sociedad. Esto es consecuencia de un proceso histórico de muchos años atrás que tiene que ver con la división sexual del trabajo:

“[...] es la división sexual del trabajo, distribución muy estricta de las actividades asignadas a cada uno de los dos sexos, de su espacio, su momento, sus instrumentos; es la estructura del espacio, con la oposición entre e! lugar de reunión o e! mercado, reservados a los hombres, y la casa, reservada a las mujeres, o, en el interior de ésta, entre la parte masculina, como del hogar, y la parte femenina, como e! establo, e! agua y los vegetales; es la estructura del tiempo, jornada, año agrario, o ciclo de vida, con los momentos de ruptura, masculinos, y los largos periodos de gestación, femeninos."

En el proceso de evolución del ser humano, el trabajo se divide entre hombres y mujeres. A cada uno se le asignan labores diferentes: “[...] le correspondió a la mujer el espacio del hogar por su capacidad para gestar y amamantar a los hijos debido al cuidado que estos requieren, se le asignó el tiempo en que era imprescindible su presencia, e incluso más. Por su proximidad espacial, se ocupó del resto de las funciones vinculadas al espacio de la casa, mientras que el hombre se dedicara a la agricultura, la cacería, la domesticación de animales y la guerra. Por ello, las mujeres, hasta hoy, han sido educadas sobre todo para las labores domésticas y el cuidado y la educación de los hijos, en comparación con los hombres, que lo han sido para ser los proveedores y protectores del hogar” (Valdez-Medina, Díaz-Loving y Pérez, 2005).

La diferencia biológica entre los sexos, es decir, entre los cuerpos masculino y femenino, y, muy especialmente, la diferencia anatómica entre los órganos sexuales, puede aparecer de ese modo como la justificación natural de la diferencia socialmente establecida entre los sexos, y en especial de la división sexual del trabajo.”

Entonces los roles de género están asignados por herencia cultural y tradición de nuestros antepasados. “Las tradiciones religiosas prevalecientes a lo largo de la historia han limitado el desarrollo femenino y han favorecido su sometimiento, al hacer prevalecer los esquemas patriarcales. La conquista española estableció la cultura de la intolerancia religiosa.” Desde entonces se ha seguido esa línea en las labores que les corresponde a las mujeres y a los hombres. Es difícil desprenderse de las costumbres que por años han visto crecer a muchas generaciones de nuestra sociedad mayoritariamente conservadora y católica.

Como ejemplo de lo que quiero demostrar, voy a tomar un discurso que ha sido utilizado por una organización conservadora no gubernamental que surgió aproximadamente hace cien años: Unión Nacional de Padres de Familia. “[...] la Unión Nacional de Padres de Familia, organización con estructura de alcance nacional que concentró sus ataques en la figura del Secretario de Educación, Narciso Bassols, logrando su renuncia en mayo de 1934, y la que reclamaba que sólo los padres de familia tenían el derecho a educar a los niños en temas como la religión y la sexualidad.” Esta organización sigue vigente al igual que su discurso. Entrando a la plataforma digital de esta organización en internet encontraremos la siguiente pantalla:

En un análisis denotativo la pantalla nos muestra una fotografía de un niño y una niña de aproximadamente siete u ocho años de edad, al aire libre, en un parque tal vez, el niño sostiene un balón frente a la niña, que carece de sus dientes superiores del centro, sujetando al niño por los hombros. En sus palabras más sobresalientes se lee: “Fuera Ideología de Género para mis hijos”. Y bajo esa leyenda dice: “Anunciamos que no permitiremos contenidos tendenciosos en la educación sexual cívica y moral que se dé a nuestros hijos.”

Haciendo un análisis connotativo de la imagen puesta por la organización, podemos inferir que el niño representa lo masculino y la niña lo femenino. Así, él sujetando el balón y no la niña, el mensaje deseado es el de transmitir que los deportes son para los hombres y no para las mujeres. El que la niña esté chimuela quizá sea coincidencia o accidente, pero es difícil que estos detalles pasen desapercibidos por

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