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Las cosas han cambiado pero...


Enviado por   •  31 de Mayo de 2019  •  Ensayos  •  1.270 Palabras (6 Páginas)  •  92 Visitas

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Autor: Emilio Trejo Pérez

LAS COSAS HAN CAMBIADO PERO…

        En el oscuro amanecer de un helado día a fines de la última glaciación, un enorme bisonte lanudo buscaba bajo la gruesa capa de nieve reciente los últimos pastos congelados que le permitirían sobrevivir a las bajas temperaturas. Lentamente fue alejándose de la manada sin percatarse que entre las sombras se desplazaban, agazapados en la oscuridad, tres neandertales subalimentados y cubiertos sus cuerpos con pieles de mamut, sus largos cabellos se movían con el viento helado y desplazándose ágilmente corrieron hacia el bisonte desde tres flancos diferentes clavándolo profundamente con sus rudimentarias lanzas. Con gran destreza levantaron la piel lanuda del animal y cortaron grandes trozos de carne aún caliente y sangrante, repartieron el botín teniendo cuidado en dejar sobre la nieve ensangrentada grandes trozos del bisonte para evitar que otros depredadores compitieran con ellos por el alimento recién conquistado.

        Caminaron sobre el hielo, soportando una fuerte ventisca con aguanieve, mientras tanto, un pálido sol asomaba tímidamente en el horizonte. Al fin llegaron a un macizo rocoso donde lanzaron fuertes aullidos al encontrar la oscura entrada de una caverna. De pronto, con evidente premura y actitud temerosa se acercaron cinco hembras de aspecto enfermizo, dos de ellas preñadas, con evidente desprecio los tres machos les lanzaron los restos del bisonte sobre la nieve. Las cinco hembras agradecieron la dádiva,  tomaron la carne y regresaron a la cueva a preparar los alimentos y a cuidar a las crías que esperaban hambrientas en el interior.

        En un frío amanecer de 1886, del puerto de Santa María de los Buenos Aires, un perro aúlla en la oscuridad del muelle, un borracho harapiento de mediana edad zigzaguea sobre el empedrado del callejón, deteniéndose de cuando en cuando bajo el mortecino charco de luz de los faroles de alumbrado público para succionar frenético del gollete de su botella de aguardiente. La sucia habitación donde habita con sus tres hijos y una flaca mujeruca, madre de sus hijos, se encuentra cerca.  Poco antes de llegar siente que lo invade una furia indescriptible; los que se encuentran en el interior de la habitación tienen la culpa del callejón sin salida en que se ha convertido su vida y por lo tanto deben pagar por ello. Abre la desvencijada puerta del oscuro cuartucho de un puntapié y entra dispuesto a ajustar cuentas con la mujer que todos dicen que es: ¡Su mujer!

Son casi las tres de la mañana en un centro nocturno del Distrito Federal., La música suena con estridencia, las luces de colores giran frenéticamente y el humo de los cigarrillos da aspecto blanquecino a la semipenumbra del lugar, una muchedumbre sedienta de alcohol y sexo abarrota el lugar. En alguna de las mesas se encuentra instalado cómodamente el gerente de la sucursal Reforma Centro de Banamex, acompañándolo se encuentran dos hombres y tres mujeres vistosamente vestidas, con grandes escotes, pequeñas faldas y altísimos tacones, Descansan sobre la mesa tres botellas, dos de ellas vacías, de Buchananans y varias botellas de agua mineral, dos ceniceros, una cubeta con hielos semiderretidos y un teléfono celular que intempestivamente comienza a sonar. El gerente del banco contesta el teléfono con gesto de fastidio, mientras se lleva el dedo índice de la mano izquierda a los labios para pedir silencio a sus acompañantes e inmediatamente después se lleva el mismo dedo al pabellón de su oreja izquierda para pedir que escuchen lo que va a decir. Levanta la voz para ser escuchado por todos y exclama: “¡No me esperes!”, el gerente vuelve a escuchar brevemente y responde “¡Ya te dije que no me esperes!, escucha de nuevo y vuelve a contestar, pero ahora a gritos: “¡No insistas!, te he dicho muchas veces que no puedo traerte a las reuniones de negocios por una simple razón; ¡Te falta clase! Además, estas gorda y me avergüenzas ante mi jefe y amigos”. Orgulloso el gerente corta la llamada sin esperar la respuesta de su esposa. Toma su copa y antes de llevársela a los labios, dirigiéndose a sus acompañantes, comenta: ¡Así se hace, Pendejos!

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