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Libro:"Posdemocracia" De Colin Crouch


Enviado por   •  24 de Noviembre de 2014  •  2.113 Palabras (9 Páginas)  •  327 Visitas

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Hoy hablaré de un libro de un sociólogo británico llamado Colin Crouch. El libro es básicamente una larga introducción de un nuevo concepto creado por el mismo autor: “la posdemocracia”, bajo esta denominación Crouch intenta conceptualizar la actual situación política, en la que el ideal democrático va degenerando rápidamente debido al capitalismo globalizado y a unos partidos políticos que han perdido su base social y que parecen más “tenderos” que otra cosa. Si después de esta lectura decidís leer el libro, pienso que haré bien en avisaros que sus argumentos y algunas de sus apreciaciones están impregnadas de un cierto aroma “izquierdista” , por lo que en ocasiones sus razonamientos se alejan un poco del discurso científico-académico contrastado. Para mi esto no quita valor al contenido (al fin y al cabo la manipulación es algo habitual en las ciencias sociales), pero pienso que es conveniente que el lector sea consciente de esto. Por último antes de empezar, al ser británico Crouch tiene como referente principal la situación socioeconómica de Gran Bretaña, aunque intenta poner ejemplos de otras latitudes lo cierto es que muchas veces se centra demasiado en el caso inglés y pierde la perspectiva global (muy necesaria en este tipo de trabajos.)

El comienzo del siglo XXI está siendo testigo de cómo la democracia atraviesa un momento paradójico. En cierto sentido se podría afirmar que ésta disfruta de un auge histórico a nivel mundial. En los últimos años varios estados han optado por la institución de vías democráticas, con elecciones más o menos libres según el caso. Aunque solo contabilicemos las democracias “reales”, el número de ellas es considerablemente superior al de cualquier otro momento histórico.

Sin embargo, en las democracias estables de Europa Occidental, Japón, USA y otras regiones del mundo en las que se suele considerar al sistema democrático como un sistema bien arraigado, el tema se ve con menos optimismo. La legitimidad de los políticos en estos países se ve menguada por la cada vez más baja participación electoral, y es que parece que a la gente le cuesta cada vez más confiar en éstos. Esto es bastante preocupante ya que un sistema democrático sin participación popular no tiene sentido, necesita de ella para asegurarse un ágil funcionamiento institucional. A la larga, si este fenómeno va en aumento, la tarea de gobernar (y de formar gobiernos) “democráticamente” se convertirá en una cuestión difícil para estos estados.

Cabe remarcar que actualmente las democracias se definen exclusivamente como democracias liberales (modelo que no deja de ser una forma históricamente contingente pero no la última palabra sobre el asunto). La democracia liberal destaca la participación electoral como el tipo principal de actividad política en que puede implicarse el grueso de la población; otorga una amplia libertad a los grupos de presión para que desarrollen sus actividades y consagra un tipo de comunidad política que se abstiene de interferir en la economía capitalista. Se trata de un modelo elitista que muestra escaso interés por la existencia de una profunda implicación ciudadana o por el papel que puedan desempeñar aquellas organizaciones ajenas al mundo de los negocios.

La democracia (en su sentido ideal) prospera cuando existen más oportunidades de que una gran parte de personas corrientes intervenga activamente en el diseño de la agenda pública- y no sólo a través del voto sino también de la deliberación y de la participación en organizaciones autónomas-; cuando se aprovechan de forma activa esas oportunidades; y cuando a las elites no les es posible controlar ni banalizar las modalidades de debate.

En el modelo liberal, aunque por supuesto las elecciones existan y puedan cambiar los gobiernos, el debate electoral se limita a un espectáculo que está estrechamente controlado y gestionado por equipos rivales de profesionales expertos en técnicas de persuasión, y que se centra solamente en una pequeña gama de cuestiones escogidas por estos equipos. La mayor parte de los ciudadanos desempeña un papel pasivo, inactivo e incluso apático, y responde únicamente a las señales que se le lanzan. Más allá de este espectáculo del juego electoral, la política se desarrolla entra bambalinas mediantes las interacción entre los gobiernos elegidos y unas élites que, de forma abrumadora, representan los intereses de las empresas.

Al comparar este último modelo con el modelo ideal, Crouch opina que estamos más cerca de un extremo posdemocrático, o lo que es lo mismo, que estamos más alejados del ideal democrático que en épocas anteriores. Esto explicaría esa generalizada sensación de desencanto y decepción con el grado de participación pública y con las relaciones entre la clase política y la mayor parte de los ciudadanos, sensación que es posible apreciar en muchas de las democracias “avanzadas”.

¿Y por qué el autor afirma que el modelo actual es posdemocratico? Porque en cierto sentido estamos volviendo a situaciones características de la época pre-democrática. Crouch considera que el momento más democrático de la historia contemporánea fue a mediados del siglo XX, cuando se consiguió el reconocimiento de diversos derechos sociales y la implantación del estado de bienestar en varios países occidentales, cosa en buena parte posible gracias al diálogo entre los gobiernos y los grupos sociales populares representados por sindicatos y partidos de izquierda. Desde los años 70 hasta ahora se han ido perdiendo o difuminando algunos de los derechos conseguidos en la década de los 50-60, por eso mismo podríamos afirmar que dentro de la “parábola democrática” estamos actualmente más cerca del extremo “pos”, es decir nos situamos en un punto posterior al punto álgido, un punto donde el nivel democrático ha bajado respecto al nivel máximo alcanzado en ese “mejor momento democrático”.

Según Colin Crouch, gran parte de las democracias occidentales se encuentran o "tienden" a un momento posdemocrático, donde la intervención de la población en las decisiones colectivas es cada vez menor comparada con el momento álgido democrático de medidados del S.XX.

Esta tendencia negativa se observa sobretodo en cómo la clase “trabajadora” se ha ido convirtiendo en una clase numéricamente declinante a consecuencia de una economía globalizada y diversificada. En esta economía las protagonistas son unas empresas altamente sofisticadas expertas en delegar partes de su proceso productivo a otros países y/o empresas. La importancia de los trabajadores manuales ha ido decreciendo,

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