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Los Maras Salvatruchas

mabel9218 de Noviembre de 2013

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CAPÍTULO I

1. ORIGEN DE LOS MARAS SALVATRUCHAS

A principios de los años 80’ llega a los Estados Unidos, principalmente a Los Ángeles (California), un grupo numeroso de inmigrantes salvadoreños que escapaban de las sangrientas guerras internas que vivía El Salvador . Algunos de estos jóvenes forman las agrupaciones que tomarían el nombre de "Maras" y cuyas dos vertientes principales serían la "Mara Salvatrucha" (MS 13) y la Mara 18 (MS 18).

Sus miembros son conocidos como mareros. Con el tiempo, otras comunidades latinas se van sumando a las maras, en particular nicaragüenses, guatemaltecos, hondureños, ecuatorianos, mexicanos y peruanos.

Las maras surgen en un principio como organizaciones de protección del barrio o la calle en la que se vive y para impedir que bandas provenientes de otros barrios, sobre todo en reacción contra el predominio de los barrios de "cholos" mexicanos en East Los Ángeles, se apoderaran del control o el dominio de la zona.

El carácter especial de estas bandas es el uso abierto y sancionado de la violencia, ya sea como protección o como agresión, y la práctica sistemática del delito. El consumo de drogas y el aumento constante en la adquisición y el uso de armas aceleraron esta espiral de violencia hasta límites extremos. Pronto el narcotráfico, el tráfico de armas, los asaltos y otras actividades delictivas se convirtieron en las acciones principales de las maras.

La pertenencia a una mara le otorgó a muchos jóvenes desocupados, sin familia, sin documentos y provenientes de hogares dispersos por la guerra civil y la miseria, una identidad.

El Barrio, la "clica", con su forma de vida denominada "la vida loca" se transformó en una razón de ser y un lema: "Por mi madre vivo, por el Barrio muero". En muchos casos se generó una especie de identificación de los integrantes de la mara –los "homeboys" o "hommies", como pertenecientes a una misma "familia", lo que les otorgó lazos de "fraternidad" similares a los de las mafias criminales. A su vez, la solidaridad entre los miembros de la mara significó una total indiferencia y hasta el desprecio por el resto de la sociedad.

La reacción del gobierno estadounidense, al comprobar la gravedad de la situación, fue encarcelar y repatriar a los miembros de estas organizaciones. Ya poco después del fin de la Guerra Civil en El Salvador, que se logra con los Acuerdos de Paz de Chapultepec en 1992, el Servicio de Inmigración y Naturalización de los Estados Unidos eliminó las cláusulas que otorgaban a los salvadoreños la condición de refugiados de guerra.

En el año 2000 los gobiernos estadounidense y salvadoreño firman un acuerdo por el cual el país del norte se reservaba el derecho a deportar a todo ciudadano salvadoreño que cometiera delitos. El hecho de que estos delincuentes, muchos de ellos excombatientes o ex guerrilleros con experiencia en la construcción de armas caseras, volvieran a sus países de origen, permitió que se organizaran las maras en estas naciones, copiando el modelo de las pandillas en California y creando así una organización criminal trasnacional con sede en los Estados Unidos pero con bases operativas en los países centroamericanos.

Sólo en la frontera entre México y Guatemala existirían más de 200 de estas pandillas con un total de aproximadamente 3000 miembros.

En el caso de El Salvador, y en forma similar en Honduras, el país se ha convertido en refugio de poderosos sindicatos criminales, compuestos en gran parte por ex miembros de los Escuadrones de la muerte, que utilizan las maras como cortina de humo para dirigir el tráfico de drogas y de armas con impunidad.

2. NOMBRE

Existe cierta controversia sobre la etimología del nombre, algunas fuentes afirman que la banda lleva el nombre de La Mara, por la calle 13 de San Salvador, como respuesta defensiva ante la sociedad anglosajona, blanca y protestante y la guerrilla Salvatrucha que luchó en la Guerra Civil de El Salvador. No obstante es posible desmentir dicha fuente pues no existe una calle con ese nombre en San Salvador, en realidad el número 13 viene del paralelo 13 y no de una calle de Los Ángeles; ni la guerrilla fue jamás referida como "Salvatrucha" sino como Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional.

También puede provenir de «marabunta», una especie de hormigas voraces que se alimentan de todo lo que encuentran a su paso, pero todo parece indicar que esta es una acepción tardía dentro de este significado, pues esta especie de hormigas es originaria de Brasil y no es común en El Salvador.

"Salvatrucha" puede ser una combinación de las palabras "Salvadoreño" y "trucha", una palabra de caló popular que significa "estar alertas" o como una expresión que define al sujeto como es hábil o astuto para escaparse de la policía. Aunque es de poco uso en el habla popular salvadoreña.

Lo más probable, sin embargo, es que el nombre se origine en el neologismo "Mara", utilizado popularmente como sinónimo de "grupo de amigos" de la misma colonia, pueblo o del mismo instituto o escuela ("maras de estudiantes"), teniendo un uso extendido y sin ninguna vinculación criminal en los años 70 y 80, el cual se fue deformando en su significado hacia el de "Pandilla" y; "Salvatrucha" podría deberse a que se utilizó durante algún tiempo el término "Salvatrucho" como un gentilicio despectivo deformado de "Salvadoreño" y siendo que la pandilla se autocalificaría como parte de su mismo país, podrían haberlo asumido como tal.

Tomando en cuenta exclusivamente el caló popular de El Salvador, explicado anteriormente, el nombre de la pandilla vendría a significar de manera simple: MARA SALVATRUCHA = pandilla salvadoreña.

Lo cual sería coherente con el origen de pandilla étnica en el sur de Los Ángeles, no obstante que con el paso del tiempo la misma se ha compuesto por centroamericanos (en especial guatemaltecos y hondureños) y no solo por salvadoreños.

3. RAICES SOCIALES

Por su conformación social tanto en su lugar de origen como el de destino, de jóvenes sin oportunidades laborales, sin educación, sintiéndose excluidos en sus países de origen y sin mayor aceptación en el país receptor, son caldo de cultivo ideal para el crimen organizado que les encarga tanto de manera directa como indirecta, realizar sus acciones delictivas de todo tipo, desde pequeñas actividades a nivel de barrios o vecindarios, hasta acciones tipo comando de asaltos o crimen por encargo, ligado a actividades de drogas, su comercialización y las disputas de mercado entre bandas rivales.

En general se trata de un producto social originado por el sistema que ha excluido a inmensas mayorías de esos países obligándolas a emigrar válidas y múltiples para el futuro de las mismas, las que hacen lo que se puede para sobrevivir, incorporando el producto de una guerra, el aprendizaje en el sub-mundo del crimen organizado, la transculturación de los deportados y las mismas condiciones de exclusión que continúan vigentes en cada lugar.

Como tales condiciones continúan vigentes, ahora se aprecia que siendo tan numerosas, ampliamente distribuidas en los diversos territorios y con la necesidad imperiosa de sobrevivir, han ido posicionándose de un lugar propio en las actividades ilegales en general, por lo que son tomadas por los organismos de seguridad como parte del crimen organizado, utilizando contras ellos los mismos métodos de combate para su diagnóstico y tratamiento, tanto policial, de seguridad, servicio de inmigración, político y social.

CAPÍTULO II

4. LAS CONDICIONES PREVIAS (LA POBREZA)

De la época de la guerra aprendieron que las disputas entre personas o grupos las gana el más violento (escuadrones de la muerte, ejército y policía, cuerpos especiales antisubversivos, grupos guerrilleros etc.), que el método más permanentemente utilizado por sus mayores era siempre violento, siendo algunos de ellos testigos o víctimas directas del uso de la violencia en contra de sus propios familiares por quienes se suponía estaban para defenderlos o protegerlos, como representantes militares o policiales de la autoridad gubernamental.

Con todos estos antecedentes estos jóvenes tienen ya tal estado mental y social, como recursos previos que dan lugar a empleo de las herramientas más letales para utilizarlas en cualquier momento, ya sea para su supervivencia o para sus actividades cada vez más criminales.

La mayoría provienen además de hogares pobres, sin ingresos suficientes para su mantenimiento o desarrollo, desintegrados, con ejemplos de violencia intrafamiliar de todo tipo en contra de las mujeres de la familia, sin la tolerancia necesaria, eventualmente extrañados del hogar por medidas arbitrarias de sus mayores, encargados o responsables, y sin el aprendizaje regular de la escuela, la cual todos han abandonado en su momento, vuelven de forma instintiva a la aplicación de mecanismos de defensa como grupo, como pandilla, que sólo conoce la violencia como forma apropiada de conducirse.

A esto se agrega desde el exterior, las tradicionales, antiguas y bastante conocidas rivalidades de grupos étnicos en los territorios de EEUU, algunos de ellos conformados específicamente para la comisión de delitos ligados al narcotráfico como forma rápida de enriquecimiento, los que encuentran en los recién llegados una especie de mano de obra apta y barata para mantener y expandir sus negocios ilegales.

La deportación continúa desde

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