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Mexico Moderno

anilegnave22 de Septiembre de 2012

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Alimentacion en el mexico moderno

Nutrición prehispánica

Suponemos con fundamento, que las grandes movilizaciones de las razas prehistóricas, siempre tuvieron por origen causas naturales: sequías, insalubridad o agotamiento de la base zoobotánica nutricia; por mencionar sólo algunas. EL ritmo evolutivo de la civilización americana de los grupos de personas que concurrían a una misma comarca, en demanda de las mismas posibilidades alimenticias, determinándose una lucha tenaz por su posesión, en la que los vencidos se ven en la necesidad de huir y de buscar otra comarca cuyas posibilidades no son apropiadas para subvenir a sus necesidades alimenticias, viéndose obligados a recurrir a dietas supletorias y frecuentemente, a inverosímiles recursos de hambres. El hallazgo de territorios en extremo fértiles o el cansancio de vagabundaje pudo inducir a algunas tribus a convertirse en sedentarios, y por ende, en agricultores.

De manera general, podemos dividir a los pueblos sedentarios del territorio mexicano, desde el punto de vista alimentario, en dos grupos: Los que se nutrían fundamentalmente de vegetales y los que se sustentaban de una dieta mixta; a éstos correspondían las tribus y sub-tribus políticas, y a aquellos los pequeños estados y las grandes naciones. Naturalmente, el medio determinaba la clase de dieta de nuestros arcanos antepasados, así como su rudimentaria cultura. Los había consagrados al cultivo del maíz, como los mayas y los toltecas, y también los reacios a asentarse en sitios fijos, como los chichimecas en sus cariadas denominaciones, según los parajes que frecuentaban.

El panorama general en los pueblos prehispánicos de México era satisfactorio en casi todos los aspectos, pero por su estadio de desarrollo histórico no obstante que ya la mano del hombre intervenía en los procesos productivos y no eran contumaces depredadores de la naturaleza, vivían en alto grado a expensas de ésta, especialmente cuando aparecían fenómenos inexplicables de vez en vez que sembraban el terror, la miseria y el hambre, como veremos a continuación.

Comida prehispánica

A medida que los conquistadores españoles se adentraron en territorio mexicano, se fueron generando una serie de cambios en la alimentación. Por un lado, la comida tradicional indígena se enriqueció con animales hasta entonces desconocidos en América, como los pollos, el ganado vacuno, las ovejas, las cabras y los cerdos, que se unieron al consumo de guajolote, del cual su uso estaba demasiado arraigado. También se integró el uso de granos como el arroz, la cebada, el garbanzo, el centeno, el ajonjolí, la lenteja, la avena y principalmente el trigo; de verduras como la zanahoria, la col, el rábano, la alcachofa, el perejil, el chícharo; de especias como la pimienta, el clavo, la nuez moscada, el azafrán el jengibre, la canela; y algunas plantas como la caña de azúcar.

Durante la colonia, los guisos típicos empiezan a tomar renombre. Los ancestrales platillos autóctonos son condimentados con manteca de cerdo y especias; se complementan con leche, con arroz, con aceitunas, con almendras, con alcaparras y con carnes curadas como el tocino y los chorizos, llegados de ultramar. La producción de leche da lugar a la implantación y el rápido desarrollo de derivados como las cremas, los quesos y los requesones, que toman particularidades propias en cada región. Al chocolate, bebida cuya fórmula prehispánica incluía solamente agua, se le adicionó azúcar, almendras, canela y leche para convertirla en una de las más solicitadas de todo el mundo.

Alimentación en el siglo XVIII Novohispano

En este siglo, fue cuando se empezaron a hacer muchos descubrimientos relacionados con la química, y se comenzó a vincular a la nutrición con esta ciencia. De manera paralela, popularmente se creía que los alimentos, caracterizados como productos “sustanciosos”, o que contenían “sustancia” eran portadores de un “jugo vigoroso” que nutría y satisfacía.

En el virreinato de la Nueva España, las costumbres alimentarías constituyeron la síntesis de hábitos desarrollados en el pasado prehispánico, que influidos por la conquista española, ya en el siglo XVIII, respondían a una mayor apertura hacia los alimentos europeos y a las nuevas ideas difundidas por la Ilustración. En general los hábitos alimentarios del siglo XVIII se inclinaban por elegir los productos con un importante contenido de grasa.

La alimentación en el siglo XVIII fue producto de mestizaje, ya que se basaba tanto en productos indígenas , como en aquellos a apartados por la cultura hispánica. Sin embargo, ya desde aquella época la alimentación variaba de acuerdo a los sectores gozaban de una alimentación plenamente variada o balanceada, algunos podían realizar su alimentación variada y balanceada, pero otros sectores, adecuaban su alimentación de acuerdo a sus posibilidades.

México moderno y su alimentación

Por último tenemos que con la nueva apertura económica que se ha venido presentado durante los últimos años se ha modificado de manera sustancial los hábitos alimentarios de la población, la entrada de franquicias extranjeras en las distintas localidades a embonado perfectamente bien con el ritmo de vida tan acelerado de las personas. La cultura alimentaría nacional, con su amplio mosaico de expresiones regionales y locales, asumió tendencias al cambio, orientadas a homogeneizar los patrones de consumo mediante la incorporación paulatina de nuevos componentes en la alimentación cotidiana.

Las tendencias al cambio se han dado por igual en el medio rural y en urbano, aunque están mucho más marcadas en este último, sobre todo en los estratos de ingresos medios y altos. Por la cercanía con la frontera y su cotidiano convivio físico y simbólico la población siempre ha visto como un ejemplo a seguir la dieta occidental (con predominio de alimentos altamente refinados, con un alto contenido de energía y proteínas, azúcares refinados, grasas saturadas y colesterol, y muy pobres en fibra) que ha venido representando un símbolo de abundancia es decir toma el lugar de las costumbres alimenticias ya establecidas o propias del lugar , adaptando las nuevas y creando algunas mas que serán rasgo distintivo de la región

Los problemas alimentarios de hoy tienen poco que ver con la escasez y mucho con el consumo excesivo y la sociedad moderna donde las comidas rápidas y preparadas están más a mano que los alimentos frescos.

A finales de los años 60, el estado nutricional de nuestro país era deficiente y desequilibrado. Los españoles no alcanzaban el nivel de calorías de los países desarrollados (por entonces, en 3.200 kcal) y presentaban un alto consumo de pan, patatas, pescados y verduras, frutas y legumbres. España aparecía por debajo de la media en el consumo de carne, leche y huevos. Una dieta calificada en la época como "irracional".

Los dos primeros Informes Foessa (una serie de estudios sobre los cambios sociales en nuestro país, realizados entre 1967 y 1994) sostenían que el camino hacia una dieta "equilibrada y racional" pasaba por introducir en los hogares comida asociada a la modernidad, como el pescado y la carne congeladas o las sopas preparadas.

En 1976, el Tercer informe Foessa, se congratula de la "mejora sustancial de la dieta" al constatar un incremento del 30% al 45% en el consumo de proteínas de origen animal. En los años 80, la comida moderna irrumpe en las cocinas de nuestros hogares. Llegan la pasta, el arroz y los dulces industriales, ocupando el hueco dejado por las legumbres. Todo ello conduce a la aparición de nuevos, y desconocidos hasta el momento, problemas alimentarios asociados al aumento del colesterol y a los excesos de calorías.

Paradojas de la vida moderna

En una sociedad caracterizada por la sobreabundancia alimentaría, la obesidad infantil y juvenil crecen alarmantemente y proliferan otras patologías asociadas a la nutrición como la anorexia, la bulimia o la ortorexia. Estos factores pueden provocar, según el trabajo, que por primera vez los hijos tengan menor esperanza de vida que sus padres.

Los problemas alimentarios aparecen unidos a fenómenos sociales que tienen poco que ver con la escasez y mucho con la abundancia y la globalización, según el informe. Es un momento de paradojas. No faltan alimentos, pero sobra la preocupación sobre la alimentación; nunca había habido tanta regulación, ni tantos riesgos asociados a lo que comemos; crece la protección del consumidor, pero también su percepción sobre los riesgos a los que se expone; nunca había habido tanta información sobre cómo comer sano, ni tampoco tanta confusión a la hora de tomar decisiones sobre una comida sana; las recomendaciones se dirigían a modificar lo que se comía, pero los expertos son conscientes ahora de que hay que cambiar el contexto social.

Los autores del informe recuerdan que los problemas alimenticios están íntimamente relacionados con la modernización de las sociedades. La obesidad (cuya prevalencia entre los niños españoles de seis a 13 años se ha duplicado en los últimos 20 años) está estrechamente vinculada al consumo de productos azucarados, bollería, embutidos y refrescos; además del tiempo dedicado a actividades sedentarias, como ver la televisión o los videojuegos.

Las dificultades de comer sano

También la elección de los alimentos que consumimos se la debemos a la sociedad moderna. Los productos frescos son menos accesibles, a diferencia de los precocinados o

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