Mujeres de consuelo.

Valeria Ramos González

09/11/16

Mujeres de consuelo

        Las mujeres que vivían en los países que estaban bajo el control del Imperio Japonés antes y durante la Segunda Guerra Mundial eran secuestradas de sus casas para abusar de ellas. En la mayoría de los casos se les engañaba con promesas de trabajos en fábricas o restaurantes. Una vez eran reclutadas, las encarcelaban en estaciones de consuelo. Después de haber sido investigado, se ha probado y documentado que eran los mismos militares japoneses los que reclutaban mujeres a la fuerza. Las estaciones de consuelo eran administradas de forma privada, y supervisadas directamente por el Ejército Imperial Japonés. El término mujeres de consuelo fue un eufemismo utilizado para describir estas mujeres que fueron forzadas a la esclavitud sexual por parte de los militares japoneses.[pic 1]

        De 11 años para arriba, todas las mujeres fueron esclavas arrebatadas de sus hogares para satisfacer las necesidades sexuales del ejército japonés durante la Segunda Guerra Mundial. Se argumentó que los prostíbulos tenían la finalidad de amansar el pronto revolucionario de los soldados, de calmar los desórdenes disciplinarios de los militares contra sus propias autoridades y de evitar las enfermedades venéreas. Pero en torno a 2.000 soldados japoneses murieron debido a infecciones sexuales. El primer requisito para ser mujer de consuelo era estar soltera. Así que para salvar la integridad y el honor, las orientales comenzaron a contraer matrimonio con quien fuese, todas excepto las niñas, que no contaban con la edad legal que se exigía para pasar por el altar. A estas las escondían para que no fuesen raptadas por el ejército japonés. Cada siete días revisaban la salud de las reclutas, y cada quince les inyectaban un tratamiento para las infecciones de sífilis, que también se usaba para provocar el aborto.

        Ninguna de las que fueron mujeres de consuelo se atrevió a contar al mundo qué había ocurrido durante los años en los que habían permanecido desaparecidas. Pero en  1991 una de ellas destapó el horror, y tras ella otras más. Aunque el gobierno japonés se lavase las manos argumentando que las estaciones de consuelo no tenían nada que ver con el ámbito militar, la historia demostró que no era cierto. Hoy, las que aún siguen vivas pasan sus días trabajando para campos de La Casa Compartida, una residencia levantada por la caridad en Corea del Sur, un hogar para algunas de ellas. [pic 2]

        En diciembre de 2015 Japón y Corea del Sur fijaron en Seúl las condiciones para compensar a las miles de coreanas detenidas por el ejército japonés y forzadas a prostituirse. El ministro japonés de Asuntos Exteriores, Fumio Kishida declaró: “El primer ministro de Japón ha expresado de nuevo sus más sinceras disculpas y arrepentimiento a todas las mujeres que fueron sometidas a experiencias profundamente dolorosas y sufrieron heridas físicas y psicológicas incurables como mujeres de confort. Japón se ha  comprometido a aportar unos siete millones seiscientos mil euros a un fondo de indemnización a las víctimas. Pero ni el dinero ni las profundas disculpas del Gobierno de Japón son suficientes para las asociaciones en defensa de las víctimas, dicen que es una solución de compromiso tardía e insuficiente.[pic 3]

        Más tarde, en agosto de 2016, decenas de esclavas sexuales filipinas protestaron ante la embajada de Japón para pedir justicia y posicionarse en contra del creciente militarismo de la nación. Las manifestantes, pertenecientes a la organización Gabriela, que defiende los derechos de la mujer, consideran que el avance de la campaña armamentista japonesa amenaza con desencadenar una nueva generación de esclavas sexuales. Han protestado cuando Fumio Kishida visitaba Filipinas y en el cuarto aniversario del Día Internacional de las Mujeres de Confort, que coincide con el aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial. Pero para el gobierno filipino, el asunto de las mujeres de consuelo ya está zanjado.

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