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Narcotráfico Y Estado: El Discreto Encanto De La Corrupción


Enviado por   •  5 de Septiembre de 2011  •  3.773 Palabras (16 Páginas)  •  1.042 Visitas

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Resumen

La relación entre el narcotráfico y el Estado es variada y compleja. El narco podría, en principio, ser como cualquier otra actividad delictiva que subsiste confrontando al Estado. No obstante, por su capacidad de acumulación, el narcotráfico no lo es, ni en México ni en los países latinoamericanos en los que opera. Éste se ha convertido en una fuerza real que desafía parcialmente al Estado. Normalmente no busca sustituirlo, pero sí atrofiarlo en su capacidad de persecución. Para ello su instrumento favorito es la corrupción, que le permite realizar su negocio con eficiencia. Sin embargo, esta relación tiene contradicciones. Mientras más se corrompe un Estado, más ineficiente resulta para el mismo narco. Como ya apuntamos, la corrupción generalizada es una tendencia inherente a la relación Estado-narco, pero deslegitima al Estado tanto a nivel nacional como internacional, y genera presiones de la opinión pública y de otros países. Lo mismo pasa con el crecimiento de las bandas del narcotráfico: si éstas son muy notorias, si sus líderes son muy conocidos, el negocio no funciona.

Abstract

Existe, pues, una curva de corrupción y de crecimiento de los cárteles de la droga. Una vez sobrepasado el punto óptimo en esta curva, comienzan los rendimientos decrecientes. Paradójicamente, un Estado demasiado débil, que permite la actividad abierta del narco, que presenta niveles generalizados de corrupción, resulta disfuncional para el propio narcotráfico. En otras palabras, la etapa simbiótica de penetración del crimen organizado, en la cual narco y Estado son lo mismo, no resulta propicia para el negocio. Desde este punto de vista, la posibilidad de que un país como México se convierta en un narco-Estado, en el cual los narcotraficantes fijen las políticas públicas, no es muy alta: ni el narco es un actor político, ni la ocupación del Estado favorece su negocio; le es más bien contraproducente.

Introducción

La violencia por parte del narco es un instrumento que utiliza el crimen organizado en su relación con el Estado y en su relación con otras bandas. Pero tiene límites. Si esta violencia se sale de control y deja de ser un recurso de última instancia para volverse el mecanismo cotidiano de relación con el Estado y con otros grupos, las presiones de la opinión pública interna y externa aumentan demasiado. La violencia pone a los grupos de narcos en las primeras planas de los periódicos. Eso es también malo para el negocio. Lo que estamos viendo en México en los últimos meses es una ola de violencia producto del reacomodo de las bandas del narcotráfico que no puede prolongarse demasiado, pues es dañina para la propia actividad del narco: atrae demasiados reflectores y, con ellos, mayor presión de las fuerzas de seguridad sobre las bandas de traficantes de drogas.

El narcotráfico debe, en la relación con el Estado, moderar sus impulsos naturales a la corrupción desmedida, a la violencia desmedida, a apoderarse del Estado. Si el narco cae en la tentación y se vuelve conspicuo, al final el negocio se viene abajo. Esto no significa que no pueda pasar. De hecho ha ocurrido en el pasado. Ha habido momentos en los cuales el Estado mexicano parecía abiertamente trabajar para el narco, como en 1985, cuando se da el asesinato del agente de la dea, Enrique Camarena. Esa situación fue, al final, contraproducente para el propio narcotráfico. Propició presiones muy fuertes de Estados Unidos y fue un factor de deslegitimación del gobierno mexicano, y un gobierno deslegitimado no es útil al crimen organizado. En este sentido, es muy probable que, después de la etapa de reacomodo que están experimentando las bandas del narcotráfico en México, al final se llegue a un nuevo equilibrio en el cual las organizaciones de narcotraficantes sean menos notorias, tal vez más pequeñas y los niveles de violencia y corrupción no deslegitimen al Estado mexicano ni propicien presiones del exterior. Ello, paradójicamente va a ser un signo de que el tráfico de drogas es un negocio boyante. Con niveles discretos de violencia y de corrupción, pero, por lo mismo, boyante.

Materiales y Método

El narcotráfico opera de manera similar a otros mercados subterráneos. Varios carteles de drogas se especializan en procesos separados a lo largo de la cadena de suministro, a menudo focalizados para maximizar su eficiencia. Dependiendo de la rentabilidad de cada parte del proceso, los cárteles varían en tamaño, consistencia y organización. La cadena va de los traficantes callejeros de bajo rango, quienes a veces son consumidores de drogas ellos mismos, las drogas se transportan por intermediarios que puede asimilarse a contratistas, a los imperios multinacionales que rivalizan en tamaño con los gobiernos nacionales. El narcotráfico se produce a escala global. El producto final alcanza un gran valor en el mercado negro.

La drogadicción acarrea importantes consecuencias sociales: crimen, violencia, corrupción, marginación. Por ello, la mayoría de los países del mundo prohíben la producción, distribución y venta de esas sustancias. Como consecuencia, se ha formado un mercado ilegal de sustancias estupefacientes y psicotrópicas, que produce enormes beneficios económicos.

Resultados y difusión

Hablar del narcotráfico es, en muchos sentidos, hablar del Estado. Es imposible entender esta actividad sin el papel que ha desempeñado el Estado en su surgimiento, al declarar la producción, tráfico y consumo de algunas drogas como una actividad ilegal. Pero también es difícil entender su poder y alcance sin la protección del Estado a esta actividad. Obviamente, estamos hablando de una alianza non sancta, de un entendimiento que tiene como base la corrupción pero que va más allá de eso: en el fondo lo que hemos visto en el siglo XX en México y en muchos otros países del Continente, incluido Estados Unidos, es un matrimonio por conveniencia entre el narco y el Estado. Y en ello hay que ser muy claros: no es sólo el beneficio personal e ilegítimo que obtiene un funcionario encargado de combatir el narcotráfico por mirar hacia otro lado cuando pasa un cargamento de droga. Son los beneficios que deja el narco a la economía de un país, los empleos que genera, la infraestructura que crea, los vacíos que llena ahí donde el Estado no llega. Es el papel de proveedor de servicios públicos que el propio Estado no alcanza a desempeñar. En otras palabras, el peso del narco en un país va más allá de la corrupción: es un actor económico importante, y puede llegar a ser imprescindible. Sin embargo, la relación entre narco y Estado tiene sus reglas y sus límites. Como vamos

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