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POSTURA EPISTEMOLÓGICA PARA LA INVESTIGACIÓN SOCIAL FAMILIAR

tete cruzResumen5 de Febrero de 2020

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LECTURA 1. POSTURA EPISTEMOLÓGICA PARA LA INVESTIGACIÓN SOCIAL FAMILIAR

  1. TEORÍA GENERAL DE SISTEMAS

Actualmente el primer paso para hacer investigación familiar implica un cambio en los principios epistemológicos tradicionales positivistas hacia una epistemología sistémica; que, en la concepción científica de mediados del siglo XX, ha presentado un paradigma de naturaleza esencialmente nueva. Anteriormente el modelo reduccionista o mecanicista partía de la premisa de aislar los elementos del universo observado, fragmentándolo en forma analítica para estudiarlo; y el nuevo punto de vista “sistémico” enfatizaba el no aislar los elementos, sino relacionarlos entre ellos con el fin de comprenderlos en su interacción contextual e intrínseca. Esta nueva comprensión de las ciencias físicas, humanísticas y sociales resultó de una necesidad por entender con mayor amplitud los fenómenos racionales, los problemas teóricos, las ciencias biológicas, así como de la modernización de la ciencia mecanicista; con una concepción que vislumbra a los organismos biológicos no como entes aislados, sino como un todo, dentro de la intervención sistémica, para verlos con niveles de organización consigo mismos y con el mundo que lo rodea a través de estímulos reales.

En este paradigma sistémico, la percepción no se ve desde el punto de vista positivista, es decir, de cosas reales, sino como una aproximación a la verdad o a la realidad, pues ésta no es la misma desde el punto de vista del observador que del observado, si se parte de la premisa que la realidad es relativa respecto de cada observador, dependiendo de una infinidad de factores que interfieren en la verdad y la realidad de cada uno de nosotros, como son la idiosincrasia, la educación, la cultura y el lenguaje.

La teoría general de sistemas plantea la exploración científica del todo y de sus totalidades. Fue desarrollada por el biólogo Ludwig Von Bertalanffy, quien había intentado describir leyes generales de los sistemas, independientemente de su “encarnación” concreta en organizaciones biológicas, sociales, etcétera; una meta afín hacia aquello que la cibernética estaba desarrollando. Aunque la matriz es de tipo biológico, ha proporcionado propuestas sumamente interesantes por la posibilidad de aplicación en el campo de las ciencias sociales.

Gregory Bateson y Margaret Mead llevaron esta red de nociones al campo de las ciencias sociales. De ahí llegaría a la terapia familiar a través de los contactos de Bateson con el grupo que fundó el Mental Research Institute, después de varios trabajos en el campo de la comunicación humana y la psiquiatría; de donde se ha retomado para la Intervención Social con familias. El adjetivo “sistémica” da cuenta de la interacción conceptual entre cibernética y teoría general de sistemas. La Teoría General de Sistemas (TGS) es un modelo que ofrece respuestas para las interrogantes respecto a la dinámica familiar que no han podido ser aclaradas satisfactoriamente con otros modelos como el positivismo tradicional, que plantea la necesidad de aislar y observar a los sujetos o grupos para poder “descubrir” su realidad.

La cibernética, entendida como de primer orden (antes de incluir el fenómeno de autoreferencia y comenzar a entender las nociones cibernéticas como dependientes del observador), parte del supuesto de que sus nociones describían realidades independientes del observador; que los modelos basados en esas ideas describían a los sistemas, sus enlaces circulares, sus mensajes, etc., como verdades ontológicas. Los estudiosos en la materia se preocuparon por determinar como podría mantenerse la estabilidad de un sistema, por lo que la atención estaba centrada en los sistemas que contrarrestan las desviaciones.

En la cibernética de primer orden, el sistema se autorregula y funciona de acuerdo a sus “leyes” predecibles. Se habla de un sistema que tiene al observador fuera, a distancia, describiendo la realidad observada.

La cibernética de segundo orden lleva la atención desde los “sistemas observados” hasta los “sistemas que observan”, al entender a toda noción como dependiente del observador, en general. El observador se incluye dentro del sistema, con sus propias características, se reconoce como parte activa del sistema e interviene en su dinámica. En este caso, el resultado de la interacción no es tan predecible. Aquí se estudiaba principalmente las condiciones y necesidades del cambio y la creatividad, analizando las relaciones causales que amplifican las desviaciones.

La epistemología de los sistemas en las ciencias sociales se ubica en la cibernética de segundo orden, considera que el observador construye la realidad a partir de la interacción de los elementos que está observando y, además, necesita tomar en cuenta su propia interacción con ellos, como agente externo que modifica el contexto “observado”, porque aporta información adicional a la que el sistema maneja. Visto así, el observador se convierte en un estímulo que genera una nueva reacción.

En el enfoque de la TGS hay dos tipos de sistemas:

Un Sistema Cerrado, no tiene relación con el ambiente, ni en la entrada ni en la salida, ya que está aislado del medio circundante y no intercambia materia ni energía, no está vivo, sí tiene movimiento, pero no cambia, no crece; sus elementos sólo interactúan con ellos mismos, pero no reciben estímulos o información del exterior. Hay pocos ejemplos en la naturaleza, la mayoría están en interacción dinámica con su entorno; uno es una reacción química en un tubo de ensayo herméticamente sellado.

Un Sistema Abierto intercambia con el ambiente material, energía e información y se modifica sobre la base de estos intercambios; este concepto se adapta al estudio de los organismos vivientes, para los cuales, el intercambio con el ambiente es un elemento esencial que determina su vitalidad, tanto en la posibilidad de reproducción y continuidad como en la transformación. Los organismos vivientes subsisten mediante el intercambio; de ahí que todos los seres vivos sean considerados sistemas abiertos. Los humanos y las sociedades son sistemas abiertos, pero algunos funcionan “como si” fueran sistemas cerrados en ciertas condiciones, debido al nivel de permeabilidad de sus fronteras.

En una familia que funciona con fronteras cerradas, la información proveniente del exterior se vuelve caótica y confusa. La familia que no puede adaptarse a la dinámica social se aísla. La posibilidad de abrirse a nuevas experiencias es amenazante y generadora de ansiedad en estos grupos. Sus expectativas son irracionales y su imagen está distorsionada.

Un ejemplo de esto es el de familias rígidas conservadoras, con poca o nula flexibilidad, donde el padre o la madre mantienen un discurso dominante que se manifiesta en frases o actitudes tales como “yo decido en todo momento”, “yo sé lo que es mejor para la familia”. “yo tengo la razón”, “tú no sabes”, etc., de manera que la familia pierde la posibilidad de enriquecimiento por falta de intercambio y aportaciones de sus elementos y porque sus fronteras están cerradas a la información del exterior, que se vician y se autodestruyen. Las consecuencias de esta rígidez se observan en el desajuste social de estas familias y de los individuos que las integran.

1.2 LA FAMILIA COMO SISTEMA.

En una familia funcional, los roles que desempeñan los miembros son explícitos y adecuados según su edad y capacidad. Existe la flexibilidad suficiente para intercambiar funciones según las necesidades y el sistema se fortalece con la participación de todos. La información proveniente del exterior es filtrada y se asimila definiendo lo que es beneficioso para esa familia en particular y en ese momento, dando así orden y coherencia al sistema.

Por lo tanto, un sistema es un conjunto de elementos en interacción. Algunas de las características más importantes de los sistemas abiertos que se pueden utilizar en el estudio de la interacción humana son la totalidad, retroalimentación, equifinalidad y equicausalidad.

Por totalidad de un sistema, se entiende que cada una de sus partes está en una relación tal con las demás partes que lo constituyen, que todo cambio en una de ellas provoca un cambio en todas las demás y en el propio sistema. Esto quiere decir que el sistema se comporta como inseparable y coherente, por lo que los factores no pueden variar individualmente sin condicionarse el todo. Un sistema no es igual a la suma de sus partes y esto traslada la atención al todo. Por ejemplo: que un hijo se case y separe de la familia de origen, puede desequilibrar las relaciones entre sus padres, si éste servía de mediador a los conflictos de la pareja (totalidad), pero por separado ninguno de los miembros del sistema familiar desempeña el rol que les caracteriza en el sistema familiar (no sumatividad).

En cuanto a la retroalimentación, es la base de la circularidad característica de los procesos interactivos. Una información que va del emisor al receptor implica una información positiva de retorno (feed-back) de esta última al emisor; este concepto ha permitido la posibilidad de observar el funcionamiento del sistema en interacción tanto en biología, como en psicología, sociología y otras ciencias. En el caso de un sistema abierto como la familia, cuando un hijo llega a la adolescencia, las normas de comportamiento anteriores dejan de funcionar y los padres tendrán que ensayar nuevas pautas de respuesta ante circunstancias que son diferentes.

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