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Poner En Tela De Juicio La Normalidad


Enviado por   •  11 de Septiembre de 2014  •  2.062 Palabras (9 Páginas)  •  1.352 Visitas

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PONER EN TELA DE JUICIO LA NORMALIDAD, NO LA ANORMALIDAD

Carlos Skliar (2005)

Según el autor hay una pregunta en educación que parece no desaparecer nunca, que parece retornar siempre: la pregunta sobre los cambios en la educación, y los argumentos acerca de los mismos.

Hay argumentos educativos que parecen ser perennes y que conforman una cierta realidad distante, y abstracta, del mundo educativo.

Se trata de aquellos argumentos que si bien respiran cómodamente en las leyes y en los textos, ellos también suelen hablar en nosotros mismos, nos exigen a argumentar siempre acerca de la imperiosa necesidad de la escuela, nos obligan a ser, nosotros mismos, argumentos vivos de esos argumentos.

En consecuencia debemos preguntamos por la oposición binaria entre exclusión e inclusión además: ¿de quién o de quiénes resulta ser el argumento de la diferencia? ¿Y de quién o quiénes el argumento de la tolerancia, el respeto, y la diversidad?

Para descubrir que son solo eufemismos y diferencialismos en la pedagogía: son solo nombres impuestos a los otros; cambian los parámetros curriculares nacionales, regionales; cambian las leyes de accesibilidad de la población a las escuelas de sus comunidades de origen; cambian las ideas acerca de la universalización de la enseñanza; cambian las fuerzas de la obligatoriedad de la educación; cambian los planos para la formación de maestras y maestros; cambian las imágenes de escuelas excluyentes volviéndose, casi por fuerza de ley, casi por fuerza de texto, imágenes de escuelas inclusivas

. “…he visto con demasiada frecuencia como la idea de integración / inclusión acaba por traducirse en una imagen más o menos definida: se trataría de dejar la escuela tal y como era y como esta y de agregarle algunas pinceladas de deficiencia, algunos condimentos de alteridad “anormal”…”para interpretar al autor es necesario profundizar sobre su postura ”no hay tal cosa como la educación especial sino una invención disciplinar creada por la idea de normalidad” para ordenar el desorden originado por la perturbación de esa otra invención que llamamos anormalidad… “el otro diferente funciona como el depositario de todos los males, como portador de las “fallas” sociales. Así el fracaso es del alumno, la deficiencia del deficiente.

“al hablar de las diferencias en educación, no estamos haciendo ninguna referencia a la distinción entre “nosotros” y “ellos”, ni estamos infiriendo ninguna relación o condición de aceptabilidad acerca de lo otro y de los otros.La diferencia, sexual, de generación, de cuerpo, de raza, de género, de edad, de lengua, de clase social, de cuerpo, de etnia, de religiosidad, de comunidad, etc., todo lo envuelve, a todos nos implica y determina: todo es diferencia, todas son diferencias.

Y no hay, de este modo, algo que no sea diferencias, algo que pueda suponerse como lo contrario de diferencias.

Sería apropiado decir aquí que las diferencias pueden ser mejor entendidas como experiencias de alteridad, de un estar siendo múltiple, intraducible e imprevisible en el mundo.

En educación se trata de comprender como las diferencias nos constituyen como humanos, cómo estamos hechos de diferencias. Y no para acabar con ellas, no para domesticarlas, sino para mantenerlas y sostenerlas en su más inquietante y perturbador misterio”…Es un verdadero desafío para la institución escolar. Si es posible imaginar que el acto de educar es una puesta a disposición del otro, de todo aquello que le posibilite ser distinto de lo que es en algún aspecto, sin reglas rígidas ni resultados excluyentes.

No hay cambio educativo en un sentido amplio sin un movimiento de la comunidad educativa que le otorgue sentidos y sensibilidades.. Que en su afán e interés por integrar al otro no se pierda en los laberintos de los nombres y los saberes inventados. Que se aproxime a las experiencias que son de los otros, pero que no reduzca al otro en la mismidad egocéntrica y hegemónica de la educación. Que no se trata sólo de una preocupación por “hospedar” al otro y de imponerle, como bien nos dice Jacques Derrida (2001), las leyes de la hospitalidad que la tornan hostilidad: sino más bien que el docente, cambie su propio cuerpo, su propio aprendizaje, su propia conversación, sus propias experiencias. Que no haga metástasis, que haga metamorfosis.

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