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Practica Docete Y Procesos Comunicacionales

1704060323 de Junio de 2015

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Introducción

Una de las múltiples complejidades de la práctica docente, es precisamente la forma en que está inserta la actuación del profesor en las diferentes propuestas o modelos pedagógicos a los cuales subyacen diversas concepciones, posturas o paradigmas sobre lo educativo, en ocasiones totalmente contrapuestas según la perspectiva desde donde se le mire.

Sin embargo, sea cual sea la teoría o el campo disciplinario que se integre para dar mayores explicaciones sobre el fenómeno educativo, siempre es un elemento esclarecedor de los tipos de relaciones e interacciones que son posibles de establecer entre los docentes y estudiantes. En este sentido, el propósito de este documento es presentar desde la visión del campo de la Comunicación Educativa tres modelos educativo-comunicacionales que permiten analizar y reflexionar sobre las diferentes formas en que docentes y estudiantes establecen relaciones interpersonales de comunicación durante el proceso de aprendizaje. Así también se analizan las contribuciones y rupturas teórica- metodológicas que el campo de la comunicación educativa plantea para la didáctica y la práctica docente.

Palabras clave: Comunicación-Docencia-Práctica pedagógica-Práctica profesional-Competencias-Modelos educativos-Interactividad-Proceso enseñanza aprendizaje

Las diversas interacciones que ejerce el profesor durante el proceso de enseñanza-aprendizaje mediante su intervención educativa, determinan y entrelazan un sin fin de acciones comunicativas para ser atendido, mirado, observado, escuchado, reconocido, aludido e interpelado por los alumnos, con la finalidad de conseguir su propósito principal: generar procesos de aprendizaje.

Es precisamente dentro del campo de la comunicación educativa1, en donde se han llevado a cabo divesos análisis sobre los procesos y prácticas comunicacionales que se propician entre docentes y estudiantes.

Estos análisis han partido siempre de la revisión de los modelos educativos que fundamentan determinadas prácticas de enseñanza, las cuales implican una cierta concepción de aprendizaje, de alumno, de conocimiento, de método y de didáctica. Con ello, se pretende comprender qué concepción de comunicación está permeando el proceso, así como el tipo de acciones e intercambios comunicativos que se generan durante el mismo. Se busca finalmente, esclarecer las múltiples relaciones entre las prácticas de la enseñanza y las prácticas comunicacionales que el docente pone en juego. Ello proporciona una comprensión concreta y clara sobre los vínculos entre ambas prácticas con el fin de propiciar aprendizajes; estos análisis permiten también comprender la complejidad y la riqueza de las intervenciones e interacciones que acontecen cotidianamente en los procesos educativos, es decir, permite contar con la posibilidad de indagar sobre quiénes, para qué, cómo y con qué intenciones tanto educandos como educadores se comunican entre sí durante el acto educativo.

Las aportaciones de estos estudios dejan ver que para poder participar efectivamente en el proceso educativo, tanto maestros como estudiantes, deben poseer algo más que el conocimiento académico; es decir, no es suficiente el transmitir y dominar los contenidos de la materia, sino que requiere tener competencias para expresar el conocimiento, las ideas y los sentimientos.

Por lo tanto, las formas en que el docente se comunica con los estudiantes, están vinculadas de alguna manera en las metodologías de enseñanza que se decide accionar. Esta relación tan específica, ha llevado al planteamiento de diversos modelos de comunicación que permiten explicar el proceso educativo, considerando el tipo de intervención pedagógica y comunicacional que ejecuta el docente y el tipo de participación que tienen los estudiantes.

Tres modelos educativo-comunicacionales se pueden considerar para analizar los diferentes sentidos y propósitos de la intervención docente, que desde la perspectiva de Mario Kaplún2 dice que la opción de alguno de ellos atravesará y permeará a toda la práctica educativa:

1. El modelo centrado en los contenidos

2. El modelo centrado en efectos

3. El modelo centrado en procesos.

En el modelo centrado en los contenidos (esquema 1) la figura protagónica del proceso educativo es el profesor a quien se le otorga la cualidad de poseer el conocimiento. Su función es transmitir contenidos considerados como válidos y valiosos para la formación de los educandos. En estos últimos se depositan los contenidos, y cuanto más acumulen, más aprendizajes y más formación van adquiriendo. Entonces, el papel del alumno se restringe a memorizar, repetir y almacenar; acata, no cuestiona y obedece, es decir, debe mostrarse como un sujeto pasivo.

Este modelo corresponde a la denominada educación bancaria3, en éste:

• El educador es siempre quien educa; el educando es el educado.

• El educador es quien sabe; los educandos quienes no saben.

• El educador es quien piensa; es el sujeto del proceso; los educandos son objetos pensados

• El educador es quien habla; los educandos los que escuchan dócilmente.

• El educador es quien disciplina, los educandos los disciplinados.

• El educador es quien opta y prescribe su opción; los educandos quienes siguen la prescripción.

• El educador es quien lleva a cabo la acción educativa, los educandos tienen la ilusión de que actúan a través del proceder del educador.

• El educador es quien selecciona el contenido programático, los educandos se adaptan a él.

Es fácil reconocer el tipo de comunicación que subyace al modelo centrado en los contenidos, puesto que es el esquema clásico compuesto por tres elementos básicos: emisor, mensaje y receptor. Entendiéndose el acto de comunicación como la transmisión unidireccional de mensajes (contenidos curriculares) por el emisor (profesor) a unos receptores (alumnos). Podemos agregar a esta relación una intención específica de la transmisión de mensajes (cumplimiento de objetivos educacionales), dentro de un contexto particular (por ejemplo, el sistema escolarizado).

Este modelo educativo que sustenta prácticas pedagógicas-comunicacionales basadas en la transmisión y recepción vertical del conocimiento, fue criticado en las últimas décadas por asignar un papel expositivo al docente, la pasividad del alumno como aprendiz, la imposibilidad de intercambiar papeles y posiciones entre educandos y educadores, fomentar aprendizajes que acumulan información y que no propician la formación, por establecer una relación interpersonal autoritaria y controladora, el no propiciar la circulación de los mensajes entre alumnos y docentes, y por no existir el menor interés por reconocer el contexto social en donde acontece el acto educativo.

Dentro de estos desaciertos educativos encontrados al modelo tradicional centrado en los contenidos, es decir, surge un segundo enfoque basado en a psicología conductista y experimental, el cual proponen modelo que contiene métodos eficaces y implificadores para el trabajo docente. A este egundo modelo comunicacional se le denomina entrado en los efectos (esquema 2).

En esta propuesta, la práctica de la enseñanza ya no iene margen de error porque cuenta con un sistema ue controla y vigila el proceso educativo. Algunas características “novedosas” que se incorporan a este modelo son: la motivación a través de recompensas, modelos de enseñanza-aprendizaje previamente diseñados y comprobados, la retroalimentación como un factor que otorga reversibilidad a los polos del proceso de comunicación, la aplicación de técnicas grupales para propiciar la participación de los educandos, el fomento de cambio de actitudes y un sistema de evaluación de resultados.

Dentro de este modelo el profesor ya no tiene que seleccionar y organizar los contenidos a transmitir, su papel es ejecutar, implementar los pasos y procedimientos de la enseñanza que ya están decididos y programados por especialistas. Es así, como todo contenido y toda acción se convierte en técnicas para la enseñanza y en técnicas para el aprendizaje; se cuenta por supuesto, con un sistema que evalúa los resultados obtenidos al final del proceso. Para complementar este sistema se incorpora la retroalimentación como un elementos de comunicación, no obstante, ésta tiene la función de comprobar si la conducta se cumplió como se esperaba, de no ser así, se vuelve a aplicar el procedimiento, echando mano de las recompensas como estímulo para el cambio que desea imponer, de los hábitos que se propone generar. Es decir, provocar un efecto y producir un resultado, ya que los pasos de la enseñanza están programados, ahora, todo es procedimiento y técnica.4

Las propuestas educativas derivadas de este modelo son fácilmente reconocibles por ejemplo,5 en la instrucción programada, la sistematización de la enseñanza, la confección de objetivos conductuales, la inserción de medios en el salón de clases y en algunas experiencias de educación a distancia en donde lo más importante es la incorporación de las tecnologías de la información y la comunicación, como simples soportes de los contenidos que son motivo central para el aprendizaje y la enseñanza.

El modelo centrado en los efectos desde el punto de vista comunicacional, reconoce otra vez al emisor-profesor como protagonista que tiene en sus manos el proceso de comunicación y las formas de interactuar con los receptores-alumnos; este emisor tiene la función de enviar los mensajes a los receptores, los cuales siguen teniendo un papel secundario y dependiente ante los mensajes y ante quien los emite; la participación del

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