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Programa De Educación Emocional


Enviado por   •  3 de Febrero de 2015  •  6.410 Palabras (26 Páginas)  •  193 Visitas

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Revista Síndrome de Down 21: 84-93, 2004

Programa de educación emocional para niños y jóvenes con síndrome de Down

Emilio Ruiz Rodríguez

RESUMEN

El artículo propone la necesidad de introducir la educación emocional como un compo-nente esencial de la formación integral de las personas con síndrome de Down. Tras un primer análisis de las emociones y los sentimientos desde perspectivas anatómicas o psi-cológicas, en el que se definen, por ejemplo, sus características básicas o sus funciones, se describen algunas peculiaridades de las vivencias emocionales de las personas con síndro-me de Down. Posteriormente, se marcan las líneas fundamentales de un programa de educación emocional para niños y jóvenes con síndrome de Down, a través de diversos bloques de intervención, se detallan los objetivos y actividades y se ofrecen sugerencias prácticas de aplicación.

Emilio Ruiz es licencia-do en Psicología, orientador del Equipo de Orientación de Rei-nosa y asesor de la FSDC. Correo-e: emilioruiz_rodríguez @ozu.es.

Emociones y sentimientos

Todo ser humano es una entidad compleja que se relaciona con los objetos del entorno a tra-vés de dos instrumentos fundamentales: los cognitivos y los emocionales. Los instrumentos cognitivos (percepción, atención, memoria, pen-samiento) le permiten intervenir sobre la reali-dad en forma de actuaciones. Las emociones le relacionan con los objetos de esa realidad. Todas las actuaciones del sujeto funcionan siempre en forma de bloques cognitivo-emocio-nales y no es posible separar ambas funciones.

Nuestras actuaciones y nuestras decisiones dependen tanto de nuestros sentimientos como de nuestros pensamientos. Sin embargo, en general se ha sobrevalorado la importancia de los aspectos puramente racionales para la existencia humana, cuando lo cierto es que en momentos en que nos vemos arrastrados por las emociones, nuestra inteligencia se suele ver desbordada. Algunos autores incluso afirman que existe un amplio abanico de variedades de inteligencia (Gardner, 1993), entre las que se incluyen las "inteligencias personales", siendo en muchos casos la llamada "inteligencia emo-cional" (Goleman, 1996) mucha más decisiva para la vida que el coeficiente intelectual (CI).

Anatómicamente, la sede de las emociones en el cerebro humano se encuentra en sus estructuras más internas y primitivas: el tallo encefálico, el sistema límbico, el hipocampo y la amígdala (Schwartz, 1987). En el transcurso de la evolución, el neocórtex, el cerebro pen-sante, la región cerebral encargada de la plani-ficación, surgió mucho más tarde y permitió al ser humano reflexionar sobre sus propias emo-

ciones y alcanzar cierto dominio sobre ellas. Sin embargo, las vías neuronales primitivas son más rápidas y en general la vivencia emocional surge antes que la racional, por lo que en gene-ral valoramos de manera inconsciente en mili-segundos una situación como agradable o desagradable sin saber conscientemente de qué se trata. El camino amígdala-corteza es corto e inmediato (lo que se ha denominado en ocasiones "secuestro emocional") y permite, por ejemplo, responder con rapidez a situacio-nes potencialmente peligrosas. Pero recuperar el equilibrio requiere que el córtex cerebral adquiera el dominio de las estructuras inferio-res, algo que tarda más en conseguirse. El auto-control emocional estaría relacionado con la capacidad para conseguir que la corteza pre-frontal se encargue de recoger la información sensorial y dicte la respuesta emocional más adecuada.

El término emoción, siguiendo al dicciona-rio, alude a una "agitación del ánimo, violenta o apacible, que nace de alguna causa pasajera". Los sentimientos, por el contrario, son "esta-dos afectivos que causan en el ánimo cosas espirituales". En el lenguaje coloquial se rela-cionan las emociones con sentimientos brus-cos e intensos, entendiéndose el sentimiento como una emoción menos acentuada pero más duradera. Se puede definir la emoción como el sentimiento junto al conjunto de pensamientos, estados biológicos y psicológicos y tendencias a la acción que lo caracterizan. No obstante, a lo largo del artículo se van a utilizar indistinta-mente ambos términos, e incluso otros como sinónimos sin serlo estrictamente, como son los afectos o estados de ánimo.

Revista Síndrome de Down Volumen 21, Septiembre 2004 85

Jóvenes del Centro Ocupacional y Garantía Social

Amor, sorpresa, aversión, vergüenza… Exis-ten centenares de emociones y más aún mez-clas y matices entre ellas, muchas más que palabras para describirlas (Marina, 1996). Se ha intentado agruparlas, buscando incluso unas posibles "emociones primarias" como las basadas en las cuatro expresiones faciales fun-damentales: miedo, ira, tristeza y alegría. Sin embargo, la infinita variedad y riqueza de la vida emocional apenas permite agrupar los afectos en familias para objetivos de estudio e investigación.

Las emociones tienen tres características básicas que las definen y las diferencian. Por un lado, los sentimientos son estados del suje-to, ya que en todo momento estamos sintiendo algo. Las personas no "tenemos" sentimientos sino que "estamos" en ellos; se puede decir que nos poseen a nosotros. Son el color de la vida, el tinte que baña nuestras experiencias y actua-ciones. En segundo lugar, los sentimientos son disposiciones para la acción, son los que nos mueven a actuar. Por eso, si queremos conocer lo que siente alguien, deberemos observar qué es lo que hace. Por último, los sentimientos son incomunicables. Son personales

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