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Prostitucion. Esclavas del sexo

elbordo15 de Noviembre de 2011

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Esclavas del sexo

Por Inma Gil.

Eva y Fabiola tienen la misma edad, 26 años.

Aunque nacieron en Rusia y Brasil siguieron caminos paralelos hasta acabar en el mismo lugar: forzadas a ejercer la prostitución en España.

Eran jóvenes y vulnerables. Dejaron sus países con la ilusión de un trabajo y una vida mejor, pero fueron engañadas.

El dinero que generaban se lo llevaban sus proxenetas y durante un tiempo vivieron amenazadas y encerradas en prostíbulos.

Son mujeres sin identidad, víctimas de la trata internacional con fines de explotación sexual.

Protagonistas invisibles

La mayoría de la gente ni siquiera se imagina las condiciones reales en las que viven personas como Eva, Fabiola o las figuras borrosas de la foto que ven a continuación.

Son personas como usted y como yo, y sin embargo ellas son imperceptibles para las sociedades que las explotan: viven en una especie de ilegalidad consentida, forzadas a la servidumbre sexual.

Por si eso no fuera suficiente, pertenecen a ese desafortunado club de víctimas que no importan a nadie, entre otras razones porque son mujeres, pobres y extranjeras.

A los ojos de un desconocido, no son más que prostitutas.

Y la combinación de estos ingredientes resulta en la fórmula perfecta para un negocio redondo: seres humanos que no importan a nadie y que dan mucho dinero a muy bajo riesgo.

La "nueva" esclavitud

Por la naturaleza misma del negocio no existen estadísticas precisas.

No obstante el departamento de Estado estadounidense calcula que cada año en el mundo unas 800.000 personas caen víctimas de la trata internacional con fines de explotación, que incluye diferentes tipos de abuso, como la explotación laboral y sexual y el tráfico de órganos.

En cuanto a explotación sexual se refiere, Europa Occidental es uno de los grandes destinos de la trata internacional.

Según Naciones Unidas, España está entre los 10 países de la región con una incidencia más alta de este delito.

Pero el mismo tipo de explotación sexual que hay en España se está dando también las 24 horas del día en países como Estados Unidos y Japón.

En efecto, esta forma de esclavitud moderna afecta virtualmente a todas las naciones del mundo, que se clasifican como países de origen, tránsito o destino de las víctimas.

Se estima que este gran negocio global, controlado por las mafias del crimen organizado, mueve unos US$10.000 millones al año.

Los enormes beneficios que genera sitúan a la trata de personas en el tercer puesto dentro del escalafón global del crimen, justo después del tráfico de drogas y de armas.

En estas páginas, BBC Mundo recoge las experiencias de las mujeres olvidadas que caen víctimas de estas redes.

FUENTE

LA CAPTACIÓN

Los métodos de captación que utilizan las redes de trata internacional varían según el país en el que operan.

Pero el factor común que garantiza el éxito de sus estrategias es la vulnerabilidad económica y social de las víctimas: normalmente son mujeres jóvenes con cargas familiares y en una situación económica precaria.

Los métodos de captación han ido cambiando también a lo largo de los años: las estrategias más violentas, como el secuestro perpetrado por extraños, han sido sustituidas por mecanismos mucho más sutiles, como la recomendación o la manipulación psicológica por parte de personas conocidas.

Para ello, las redes internacionales tienen ramificaciones informales a nivel local: conocidos de conocidos que facilitan el contacto inicial.

Como resultado, muchas de las personas que participan en la red de explotación son cercanas al ámbito geográfico, social e incluso familiar de la mujer.

Los miembros de las redes se acercan a las poblaciones más deprimidas, estudian el ambiente de las mujeres y una vez que ya conocen perfectamente su medio y los escasos recursos de que disponen, hacen suculentas ofertas de trabajo que prometen dinero rápido en Europa.

Sector ecuatoriano donde vivía una víctima de trata para la explotación sexual.

FUENTE

¿Quiénes son los explotadores?

La lista de quienes se benefician de la explotación sexual de las mujeres es larga.

Va desde las familias en los países de origen, pasando por los intermediarios de la red hasta llegar a los proxenetas, clientes y otros personajes que rondan los ambientes de prostitución y que aprovechan la situación.

La esclavitud sexual de una sola mujer genera ganancias suficientes para sustentar a todo un grupo variopinto de explotadores, que justifican sus acciones con discursos muy diferentes.

El proxeneta

En muchos casos, el proxeneta puede convertirse en objeto de amor u odio para las víctimas de explotación sexual.

Muchas, al menos en un principio, consideran a sus traficantes como sus salvadores: las personas que les brindaron una alternativa a la pobreza y a la falta de oportunidades en sus países de origen.

Las mujeres forzadas a prostituirse están solas en un país ajeno, muchas no conocen el idioma, no tienen a quien recurrir, temen a la policía y no tienen documentos ni dinero.

En esas circunstacias necesitan a sus proxenetas para sobrevivir, y pueden llegar a aferrarse emocionalmente a las mismas personas que las explotan.

En muchos casos es precisamente la pareja de la mujer quien se convierte en su propio proxeneta.

El dueño del club

El dueño del club suele jugar un papel de relaciones públicas o de intermediario, entre los clientes -con los que tiene una relación de pseudo amistad- y las mujeres prostituidas.

Conoce el producto que busca la clientela y escoge a las mujeres de su club de acuerdo a esa demanda.

Valora a las mujeres desde el punto de vista de la rentabilidad: para él son una especie de "posesión temporal", de mano de obra extranjera, y sus intereses económicos priman sobre el bienestar de las trabajadoras sexuales.

A pesar de su perspectiva eminentemente económica, no es infrecuente que mantenga relaciones sexuales bajo coacción con las mujeres prostituidas de su local. A veces para "probarlas" y darles el visto bueno antes de que ingresen en su club.

"Yo les dejo dinero para el viaje... pero vienen a trabajar... porque saben que a los tres meses tienen que volver a Brasil", decía el dueño de un club de carretera con respecto a la deuda que muchas mujeres contraen para poder salir de sus países.

Estos empresarios no consideran su negocio como una forma de explotación sexual, sino como una empresa cualquiera en la que hay un intercambio comercial de la mujer con el cliente, una transacción que a sus ojos es justa y libre de presiones.

Según Silvia Pérez Freire, coordinadora de la organización que ayuda a las mujeres prostituídas Alecrín, los dueños de los clubes suelen seguir la filosofía de que "el cliente siempre tiene la razón". Este principio deja a la mujer prostituida en una situación de debilidad a la hora de negociar los servicios con los clientes, que a menudo piden prácticas sexuales de riesgo o exigen el consumo de drogas.

Para Freire, el discurso de los dueños de los clubes suele estar plagado de argumentos "racistas y machistas": a menudo sugieren, por ejemplo, una supuesta "predisposición natural" de las mujeres inmigrantes hacia el sexo, por contraposición a la mujer local.

Asumen también, añade Freire, que la elección de ejercer la prostitución es fruto de una decisión bien informada y totalmente voluntaria.

"A la mujer latina no le resulta nada duro, el sexo para esa gente es un deporte", dijo a Alecrín el dueño de un club.

Los dueños de los clubes tampoco suelen concebir, señala Freire, la posibilidad de una agresión sexual o violación dentro de las paredes de sus locales.

Este negocio de hombres para hombres es tan lucrativo que muchos dueños regentan más de un club de prostitución.

Freire denunció ante la BBC que los propietarios de burdeles con frecuencia ponen sus negocios a nombre de sociedades anónimas o utilizan testaferros para evitar eventuales problemas legales, relacionados por ejemplo con la trata de personas o con la explotación de inmigrantes ilegales.

Según la coordinadora de Alecrín, los dueños de los clubes suelen ser empresarios conocidos a nivel local, con influencias comerciales y contactos que muchas veces les advierten de una inminente redada policial. Freire sostiene que muchos están relacionados también con actividades de blanqueo de dinero.

El cliente

Los clientes suelen ser habituales, estables en cada escenario de prostitución.

"Hay clientes que me acompañan desde hace 20 años. No he perdido nunca a un cliente", proclama orgulloso el dueño de un club de Lugo (España) en una entrevista

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