Relación entre el conocimiento de la realidad colombiana, la violencia y la construcción de una democracia sin violencia

¿Cómo el conocimiento de nuestra realidad nos puede ayudar a construir una democracia sin violencia?

La problemática de la violencia es una de los más severas en la región latinoamericana. Más allá de su impacto en la pérdida de vidas y el desarrollo económico, esta a su vez también altera la cultura política y afecta los procesos democráticos. Ante la ausencia de respuestas sociales y políticas efectivas a los elevados niveles de inseguridad pública, muchos ciudadanos abandonan la participación social y política.

Para nadie es un secreto que Colombia es un país que se encuentra inmiscuido en una guerra que surgió en el año 1960, a partir de las diferentes ideologías políticas; el país se vio dividido en dos grupos el partido Liberal y el Conservador que, sin haberse declarado una guerra civil, sus enfrentamientos se caracterizaron por ser extremadamente violentos incluyendo asesinatos, agresiones, persecuciones, masacres, destrucción de la propiedad privada y terrorismo por la afiliación política. Desde este entonces, se han creado grupos al margen de la ley debido a la desigualdad y falta de oportunidades que se viven en nuestro país.

Teniendo en cuenta el origen y la historia de esta problemática, podemos entender de mejor manera la realidad que vive Colombia. El conocimiento de lo sucedido es clave para la toma de decisiones en la actualidad, teniendo en cuenta los errores cometidos en el pasado y las consecuencias que trajeron estas para el país. Esto solo se puede lograr si nos unimos como país y ejercemos la democracia de una manera transparente, respetando las ideologías y opiniones de los demás, y excluyendo la violencia de cualquier forma en la que esta se presente.

¿Qué paradigmas se deben romper para hacernos ciudadanos más demócratas?

Poder vencer los paradigmas que existen en nuestro país es un avance trascendental que debe llevarse a cabo, si lo que queremos es consolidar la democracia y hacer valer nuestros derechos fundamentales como seres humanos. Para ello, es necesario un cambio de mentalidad en cada uno de nosotros como sucedió en el año 1991…

“Se pasó de la intransigencia a la concertación, y del todo o nada a la búsqueda del mejor acuerdo posible. La política volvió a tener potencial transformador. Este acuerdo de paz, derechos, pluralismo y modernidad dejó claro que en Colombia sí había un camino para las reformas. O, en otros términos, que sin el tronar de los fusiles era posible entenderse.” (Hay futuro si hay verdad, Página 101)

Aunque la mayoría de las personas piensa que Colombia es un país lleno de corrupción, guerras y violencia, nuestro país no es solamente eso, este posee grandes virtudes y riquezas que lastimosamente pasan a un segundo plano como consecuencia del mal manejo de recursos, la desigualdad social en la que vivimos, el conformismo y pensamiento individualista y por sobre todas las cosas el hambre de poder por parte de las personas que elegimos nuestros representantes.

“En Colombia, desde su origen hasta su final, la guerra fue una disputa ideológica en torno al modelo de Estado y sociedad, política en torno aganarse el favor de las mayorías del país y económica en torno a la disputa por rentas legales e ilegales.” (Hay futuro si hay verdad, Página 103)

Todos los colombianos queremos y necesitamos sentir esa anhelada paz, y tenemos el derecho de experimentarla. Para esto necesitamos una justicia digna en la que se respeten nuestros derechos, y que esté capacitada para juzgar con la misma vara a todos los que cometen delitos, cualquiera sea su cargo, jerarquía y/o capacidad de influencia. Es errado el creer que la violencia se combate con más violencia. “La democracia no se abrió a tiros. Se abrió con el empuje de una ciudadanía que le dio la espalda a la guerra. La historia muestra que la democracia se abre con el diálogo

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