Repercusiones de las mujeres frente al COVID-19.
rubiglezcpsTrabajo19 de Mayo de 2021
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Repercusiones de las mujeres frente al COVID-19.
Son inminentes los efectos que esta pandemia ha dejado alrededor del mundo, no hay país que no se vea afectado, y los estragos que ha ido dejando van a provocar considerables cambios de cómo vivimos en sociedad, principalmente nuestro sistema de salud y economía.
Sin embrago, una de las principales medidas para frenar el contagio de esta enfermedad para evitar también que los efectos fueran peor, fue el distanciamiento y aislamiento en el hogar voluntario o forzoso, según cada Estado con relación a su estatus de la pandemia.
Sin embargo, hay ciertos sectores de la sociedad que sufren los efectos de esta pandemia de forma especial en el sentido de que les llega a afectar más. Por ejemplo, las mujeres, pues muchas de las personas no hemos visto los estragos con perspectiva de género. Los efectos llegan a ser muy diferentes a cualquier otro sector, el cual como cualquier otro de los sectores vulnerables deberían tener mayor protección y vigilancia.
Puedo comentar que justo antes de que se desatara la pandemia, el 8 de marzo, día internacional de la mujer, en muchos países se realizó una protesta precisamente para concientizar a la población y poner presión a las autoridades para detener la violencia de género, la desigualdad entre hombres y mujeres, y exigir paz y respeto. Durante estas marchas participaron muchísimas mujeres, acompañadas tanto de niñas y niños, adolescentes, además de hombres acompañando amigas, tías, hermanas, parejas y madres que apoyaban la causa.
Fue un tema muy mencionado en todo el mundo siendo tendencia por varios días, sin embargo, en México como en todo el mundo, la noticia fue fugaz ya que toda la atención se fue directamente hacia la pandemia en cuestión de días, dejando de lado el motivo principal de la marcha e inconcluso tal vez nuevos razonamientos respecto a la lucha de las mujeres contra la violencia y la desigualdad. Pero esta lucha aún persiste incluso se ve agravada ante esta pandemia.
Analizando la situación, por los estereotipos sociales y los roles de género a los que han estado impuestas las mujeres, se ha detectado que a raíz de la pandemia han llegado a sufrir más violencia intrafamiliar y doméstica, no hace falta mencionar los feminicidios, así como la acumulación de trabajo tanto del propio hogar como del externo, en ocasiones este último mal remunerado y como resultado de las acciones que se han impuesto para detener la propagación de la pandemia la despedida de trabajadores de las empresas o el cierre de los negocios ha dejado secuelas en el los ingresos de las familias, creando un mayor nivel de estrés, depresión y ansiedad.
Si bien se ha estado diciendo que el quedarnos en casa es un lugar seguro para enfrentar el COVID-19, lo cierto es que no lo es para todas las mujeres.
Pero ¿que es lo que desata este incremento de violencia? Bien pues por las mismas consecuencias del COVID-19, el perder el trabajo, la inestabilidad económica y el mismo estrés provocan un sentimiento de pérdida de poder y como consecuencia aumenta el nivel de querer desquitarse por esa impotencia contra las mujeres.
Entonces podemos evidenciar que efectivamente la violencia en cualquier forma, trae como efecto del COVID-19 que las mujeres son uno de los sectores más perjudicados en estos momentos, a pesar de que se ha procurado tomar acciones como Estado al respecto, la realidad es que no garantizan una prevención a esto, sino que solo se han tomado acciones como consecuencia, lo cual en estos momentos es entendible pues el mundo entero no se ha enfrentado ante una pandemia desde hace muchos años, sin embargo la violencia y desigualdad contra las mujeres ha estado presente desde siempre y hasta la fecha y sigue sin reducir.
Ahora bien, en cuanto al efecto de violencia intrafamiliar, doméstica, física, verbal, psicológica, económica y o sexual, podemos observar como referencia a otros países que pasaron primero por los efectos de la pandemia, que el nivel de violencia de género, violencia intrafamiliar y doméstica incrementó notablemente.
Aquí en México evidentemente no es una excepción, simplemente en el 2016 se notó un visible incremento de mujeres violentadas del 43.9%, ahora bien en relación a la medida que se ha estado implementando de aislamiento voluntario es innegable que la cifra se esté alzando aún más y es visible, pues citando como referencia “Desde que en México comenzaran las recomendaciones para contener los contagios, las llamadas por violencia de género aumentaron un 60% y las peticiones de asilo un 30%, según la Red Nacional de Refugios”[1] y efectivamente como lo menciona la directora de ésta asociación “La violencia contra las mujeres no está en cuarentena, por ello es prioritario cubrir las necesidades de los que huyen de la violencia de género”, así mismo la directora Sabina Carrillo, directora de un refugio en el Estado de México asegura que “Con el tema del Covid-19 el agresor está todo el tiempo en casa”[2]
Es claro que las mujeres no encuentran un lugar seguro en sus propios hogares porque conlleva que las mujeres convivan más tiempo con su agresor o agresores, lo que puede poner en grave peligro su vida e integridad. Además de que, si hay niños y niñas y adolescentes de por medio, esta violencia también les llega a perjudicar a ellos ya que tanto pueden ser víctimas como pueden recibir los estragos al ver que la mamá o la hermana o cualquier mujer que se encuentre en el hogar sea violentada.
El nivel de denuncias alrededor del mundo ha disminuido, sin embargo, eso no quiere decir que precisamente la violencia también, pues el confinamiento es uno de los obstáculos para poder acceder a este tipo de servicios de ayuda, o denuncia, y la interrupción de servicios puede crear la falsa idea de impunidad para los agresores.
Esto en lo general de las mujeres, pero si añadimos las condiciones especiales de muchas mujeres, por ejemplo que sean mujeres mayores, con alguna discapacidad, que sean migrantes, refugiadas o desplazadas, víctimas de conflicto armado indígenas, afrodescendientes y rurales o que vivan en asentamientos informales, el acceso a servicios de ayuda o denuncia es aún mucho más complicado a través de esta pandemia.
Otro de los efectos que ha generado la pandemia y el aislamiento en el hogar es que las mujeres por trabajo o por entretenimiento hacemos un mayor uso de las redes sociales, obviamente quienes podemos contar con acceso a internet, lo que también orilla a muchas mujeres a caer en la explotación sexual, pues ellas mismas por desesperación llegan a hacer intercambios de dinero por material pornográfico o servicios sexuales con tal de cubrir las necesidades básicas propias o las de sus familias, otro supuesto relacionado es el ciberacoso, la ciberviolencia e incluso el chantaje y la extorsión por material pornográfico. Algo relativamente nuevo en cuestión de terminología.
También es muy común que las propias familias en casos de bajos recursos o en zonas rurales arreglen matrimonios con menores de edad con el mismo objetivo de conseguir dinero para poder sobrevivir. Situación que se ha agravado más a partir de la pandemia.
Un efecto más de la pandemia es en las mujeres de la comunidad LGBTTIQ, y es que si de por si es un tema relativamente nuevo para integrarlo a derechos, así como para concientizar a la sociedad de que esta comunidad también merecen y tienen derechos, no se ha logrado el objetivo de que se respete esa parte, pues a raíz del aislamiento, dentro de los hogares se generan más conflictos y más tensión, mayor rechazo y discriminación que puede ser reflejada en depresión y ansiedad, además de las agresiones físicas en hogares donde su preferencia sexual y género no son del agrado de las propias familias,
Otro de los efectos de esta pandemia al sector de las mujeres es el exceso de trabajo, por el rol de género y los estereotipo tales como el que la mujer debe hacerse cargo de los niños, que desde que se suspendieron las actividades escolares las mujeres en su mayoría, están a cargo tanto de la educación como del cuidado de ellos, añadiendo el trabajo no bien remunerado, la limpieza y organización del hogar; que muchos alegarían que la responsabilidad es de ambos padres pero la realidad es que este tipo de responsabilidades se le delegan en su mayoría a las mujeres por el legendario estereotipo que se le ha impuesto a la mujer.
Además, si la mujer tiene un trabajo externo el cual obliga a las mujeres a tener que salir es porque su profesión no es bien remunerada o no cuentan con un salario fijo, incluyendo a esta situación la desigualdad del pago por ser mujer, en cualquiera de los casos, orilla a muchas a exponerse a contraer el COVID-19. Por otro lado, también existe la dependencia económica con el agresor, sobre todo las mujeres con escasos recursos y poca formación académica y/o profesional, por sueldos desproporcionados como mencioné antes o incluso hasta por la misma perdida del trabajo lo que obliga a tener que exponerse a las agresiones por estar más tiempo en casa. De estas últimas dos situaciones ya no sabes que puede resultar peor
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