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SOCIOLOGÍA Y ECONOMÍA. UNA RELACIÓN DIFÍCIL. LAS CIENCIAS SOCIALES


Enviado por   •  12 de Julio de 2020  •  Síntesis  •  6.826 Palabras (28 Páginas)  •  88 Visitas

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SOCIOLOGÍA Y ECONOMÍA. UNA RELACIÓN DIFÍCIL. LAS CIENCIAS SOCIALES.

LAS CIENCIAS SOCIALES (LA TERCERA CULTURA)

Las ciencias sociales, tal como las conocemos, son producto del siglo XIX, pero la preocupación por los asuntos sociales ha existido desde la antigüedad (Platón, Heródoto, Plinio, el Viejo o Ibn Jaldún…).  Hasta dicho momento, coexistían solo dos dominios de conocimiento: el desarrollado por las ciencias naturales y el de las humanidades/filosofía.

En dicho contexto, la situación de los incipientes estudios sobre la cuestión social era todavía difuso, con muchos nombres de protodisciplinas pugnando por emanciparse académicamente de la filosofía y el derecho, y por obtener reconocimiento y autonomía.

No es sino hasta el periodo 1850-1914 que ese nuevo dominio de conocimiento adquiere carta de naturaleza y se establece como una tercera cultura, distinguible de las ciencias naturales y de las humanidades, y divisible, a su vez, en varias subdisciplinas. Esa tercera cultura son las ciencias sociales, que constituyen un producto inequívoco del siglo XIX.

 Más concretamente, las ciencias sociales pueden considerarse como una consecuencia de dos fenómenos de la época:

  1. En el mundo de las ideas, son fruto de la Ilustración, caracterizada por el rechazo a las autoridades religiosas y las eternas verdades reveladas.
  2. En el plano de las condiciones materiales, son fruto de la incipiente Revolución Industrial y del drástico cambio en las formas de vida que esta trajo a casi todo el mundo occidental.

LAS DIVISORIAS DE LAS CIENCIAS SOCIALES (1850-1945)

Entre 1850 y 1945, la multiplicidad de protodisciplinas del periodo 1750-1850 se redujo a seis disciplinas o materias claramente diferenciadas: ciencia política, economía, sociología, historia, antropología y estudios orientales.

A su vez, el estudio de la realidad social se institucionalizó en torno a tres divisorias:

  1. La divisoria temporal, que segmentaba a las disciplinas en dos ejes: uno que ponía el foco prioritario de su estudio en el pasado (historia) y otro que lo hacía en el presente (ciencia política, economía y sociología).
  2. La divisoria espacial, que también segmentaba a las disciplinas en dos ejes: uno que ponía el foco principal de su estudio en los países tenidos como civilizados (historia, ciencia política, economía y sociología) y otro que lo hacía en el resto de países, en los otros (antropología y estudios orientales).
  3. La divisoria organizacional, que segmentaba a las disciplinas en tres ejes, en función de los dominios autónomos (cada uno con su lógica propia) identificables en el seno de los Estados nación: uno que ponía el foco principal de su estudio en el Estado (ciencia política), otro que lo hacía en el mercado (economía) y un tercero que lo hacía en la sociedad (sociología).

Esta división no hacia más que seguir el fiel reflejo del clima intelectual y cultural de la Belle Époque, dominada por la ideología liberal y por el positivismo. Este partía de, al menos, tres postulados:

  1. La idea de evolución y de un progreso (económico y científico, pero también social y moral) lineal e ininterrumpido.
  2. La fe en las oportunidades abiertas por el conocimiento científico, única forma legítima de acceso al saber tras el desvanecimiento de la filosofía y el proceso de secularización iniciado con la Ilustración
  3. La confianza en el cambio social administrado de la ingeniería social a la hora de regular y racionalizar las presiones políticas y sociales.

LAS PREMISAS DE LAS DIVISONES DE LAS CIENCIAS SOCIALES

Asimismo, se pueden establecer otras cuatro premisas en las divisorias de las ciencias sociales:

  1. La separación de la actividad humana en tres grandes esferas: 1) la pública, correspondiente al ejercicio del poder; 2) la semipública, correspondiente a la producción; y 3) la privada, correspondiente a la vida cotidiana. Aunque hoy pueda parecernos (como tantas cosas) natural, esa separación supone uno de los grandes hitos del mundo moderno, ya que las tres esferas tendían a confundirse y solaparse en las sociedades tradicionales.
  2. La naturalización del cambio: en un mundo que, según la mentalidad positivista, evoluciona de forma progresiva y lineal, lenta pero constantemente dentro de un camino continuo de perfección, el cambio es lo normal y lo normal es el cambio.
  3. La inferencia de que, si existen leyes generales y universales para explicar los fenómenos naturales, también habrán de existir leyes generales y universales (y cognoscibles) para explicar la acción social humana. Esa inferencia hunde sus raíces en el monismo metodológico (muy característico, asimismo, del pensamiento positivista), que propone aplicar a las disciplinas sociales los modelos de las ciencias naturales.
  4. La identificación excluyente de la civilización y el progreso con los países occidentales. Esa identificación se desprendía, en la perspectiva evolucionista, del relativamente sencillo dominio europeo del mundo, consecuencia de su poder militar y tecnológico.

PRESENTE. LAS CIENCIAS SOCIALES CON PRETENSIONES NOMOTÉTICAS

Sin lugar a dudas, las disciplinas orientadas al estudio del pasado (historia) y de los otros no occidentales (antropología y estudios orientales) mantenían básicamente una orientación idiográfica. Es decir, que partían de la idea de que no hay leyes generales del comportamiento social, aplicables en cualquier tiempo y lugar.

Por su parte, las disciplinas orientadas al estudio del presente (ciencia política, economía y sociología) albergaban claramente pretensiones nomotéticas. Es decir, que partían de la idea de que sí existen leyes universales de la acción humana.

ECONOMIA

Hasta la segunda mitad del XIX, la disciplina que hoy conocemos como economía se denominaba, en realidad economía política. Sin embargo, en el último tercio de ese siglo, con la difusión del marginalismo y la escuela neoclásica, perdería el adjetivo (política), y pasaría a llamarse economía, a secas. Este cambio de denominación no fue casual, sino que respondía a un cambio conceptual en la propia disciplina y en su objeto de estudio.

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