Segundo reporte de lectura

 Segundo reporte de lectura

Is resilience socially constructed? Empirical evidence from Fiji, Ghana, Sri Lanka, and Vietnam

Christophe Bene, Ramatu, Amarasinghec, Patrick Fongd, Joseph Ocranh, Edward Onumahb, Rusiata Ratuniatad, Truong Van Tuyene, J. Allister, McGregora y David J. Mills

Dentro de las comunidades pobres, pequeños eventos como el retraso en la temporada de lluvia, las enfermedades o los choques idiosincráticos, o problemas más severos como la muerte del jefe del hogar, los fracasos consecutivos de la cosecha o el devastador impacto de las tormentas tropicales pueden tener consecuencias irreversibles en la vida de las personas, afectando sus ingresos, su seguridad alimentaria y su salud, y posiblemente haciéndolos más pobres. La idea de que las personas son capaces de soportar los choques y estresores y recuperarse (la resiliencia) ha surgido como un concepto que podría ayudar a los académicos y profesionales a comprender mejor los vínculos entre los diferentes componentes del sistema.

La idea de resiliencia se está convirtiendo en un componente central en la planificación e implementación de intervenciones en muchos sectores, incluyendo las actividades humanitarias, la reducción del riesgo de desastres, la adaptación al cambio climático, la protección social y la seguridad alimentaria y nutricional. Para poder aplicar el concepto de resiliencia a la resolución de problema, se necesita mejorar nuestra comprensión de los factores que afectan a la resiliencia de las personas (o comunidades), lo cual requiere algo más que el desarrollo y la implementación en campo de índices robustos y mensurables; se necesitan mejores conocimientos sobre los mecanismos sociales, institucionales y económicos que hacen vulnerable a las personas y se necesita determinar los factores que influyen en la dinámica individual y colectiva para responder a los choques y estresores. Por lo tanto, es necesario expandir el análisis de resiliencia más allá del análisis descriptivo de la frecuencia y la gravedad de los problemas o de los tipos de respuestas adoptados dentro de determinados grupos socioeconómicos.

En el estudio analizado se proponen tres factores de los que dependen la resiliencia de la mayoría de las comunidades estudiadas: la riqueza, el capital social y la percepción de las personas hacia los problemas. La riqueza es un factor particularmente importante a considerar en relación con la capacidad de los hogares para responder a eventos adversos. Sin embargo, sólo se dispone de un examen limitado de la naturaleza dinámica de los mecanismos implicados en estos procesos. En particular, no está claro si la diferencia entre los más pobres y los más ricos en una comunidad proviene efectivamente de la diferencia inicial en los activos o de otros factores como la capacidad de acceder al crédito formal o incluso el estatus, la reputación o las conexiones sociales, que a menudo están relacionados con los niveles de riqueza.

El capital social es un elemento crítico de la resiliencia; sin embargo, la literatura revela que el capital social puede ser menos positivo y conduce, por ejemplo, a crear o afianzar la exclusión y la marginación. Más allá de este "lado oscuro" del capital social, los análisis empíricos también revelan que en algunas circunstancias, incluso las dimensiones positivas del capital social pueden llegar a ser restrictivas y pueden reducir la capacidad del hogar o de la comunidad para adaptarse. El tercer factor hace referencia a las percepciones de riesgo y vulnerabilidad, así como el conocimiento y la experiencia, que son elementos importantes para determinar si las respuestas se producen a nivel individual, comunitario y/o social. Este tercer factor es una clave que se exploró en el estudio, y se observó que la resiliencia está construida subjetivamente o, al menos, está fuertemente influenciada por la autopercepción social e individual, las normas, los valores y la confianza en la capacidad de las personas para manejar eventos futuros.

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