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TERRITORIOS, VIDA Y RESISTENCIA. UN TEJIDO DE LADERA


Enviado por   •  6 de Enero de 2017  •  Apuntes  •  1.845 Palabras (8 Páginas)  •  193 Visitas

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TERRITORIOS, VIDA Y RESISTENCIA. UN TEJIDO DE LADERA.

Elizabeth Arias

Kevin Olave

De acuerdo a estos tiempos donde la liquidez de la modernidad nos hace frágiles, descubiertos y maleables creemos es momento para que las propuestas de vida se expongan y hagan de lo impredecible lo posible. Por esto quien se expone es nuestra propuesta…Una propuesta tejida a pulso con las ajugas hilvanadoras de las palabras-acto, propuesta que se teje con la lógica del sentir la potencia creativa de las mujeres cabeza de hogar, de aquellos vecinos sin tierra, de aquellos trabajadores sin trabajo, de los vendedores que deambulan, de los niños, de niñas y jóvenes. Propuesta que se atreve a tejer otro mundo posible.

Mundo en donde nos negamos a sentirnos representación, a cambio nos sentimos expresión de autogobiernos. Poder libertario que es capaz de trazar líneas que actúan como hilos entrelazados: hebras de acciones que difunden la nutrición como el más allá de lo calórico-proteico, relaciones que comprenden que hay un más allá de la tierra-posesión privada. Relaciones que al contrario del poder dominante y su destrucción son líneas que se expresan en la deconstrucción de aquellos artificios jactanciosos, líneas que se ondulan, que hacen del encuentro de lo humano con lo no humano una excusa para tejer bajo la línea de trabajo amor animal, pero también existen otros tejidos que se zurcen para reconstruir la solidaridad, pintada como línea del fondo de solidaridad de-construye el artificio del dinero como determinante de la vida y permite construir un consumo reflexivo y solidario.

Al mismo tiempo las hebras que se entretejen se matizan con aquellas que despiertan los colores de la resistencia, los tonos de la alegría que hacen retornar al sujeto como sujeto-familia, como territorio pero un territorio-afectivo que saben sentir, saben hacer rasgos constitutivos de cuerpos inteligentes de resistencia para la vida. En esta propuesta de tejido se suman otras líneas cuyo compromiso se asienta en la evocación, es la línea de sembrar para la vida la que insinúa permanente la fuerza terrígena de nuestra pacha mama, que no sabe de espacios y tiempos fragmentadores, que se opone a las clasificaciones político-administrativos de las geografías vivientes, categorías que solo construyen polaridades amigos-enemigos, de ricos y pobres, los de la loma y los de la “ciudad”. No conoce razón de sus distinciones, pero sí sabe ser existencia cosmológica integradora del todo, de la sabiduría del sentir cosmogónico de territorios para todos, a través de una siembra orgánica y biodinámica en coherencia con la pacha mama. Sin embargo no basta la evocación, su sabiduría no se adquiere solo con la acción, no es suficiente las palabras-acto sin el alma perseverante y la autodisciplina de la escuela de autoformación para la vida, línea evocadora que teje desde la sencillez, la humildad de la sabiduría caminantemente nómada en nuestros hogares, en nuestras esquinas, en nuestros grupos-parches, grupos-combos, en nuestra universidad de la vida, aquí se sabe con la potencia de la palabra-acto dar la inteligencia acompañante a las acciones de la autonomía alimentaria, se sabe dar con nuestros canastos verdes; en un compartir afectivo , donde entregamos los mejores frutos de nuestras cosechas de los huertos y huertas de las familias de la propuesta. Se sabe participar con los encuentros terrígenos; en nuestras mingas de abonos, que se hacen con los amigos, con las familias, con lo energético, con las especies andinas, con los custodios de semillas. El conocimiento no es más que el tejer desde la sabiduría de un pensamiento franco, sincero, dialogante con ese otro que está en lo nuestro, que sabe ser acompañante de propuesta, que reconoce los saberes, que deja hacer, ser y es junto con el otro.

UNA MIRADA DE TERRITORIO QUE SE DESTERRITORIALIZA…

Es desde esta propuesta que hoy nos expresamos para dar otra mirada, una mirada que no se hace siendo mayoría representativa, por el contrario somos minoría con el poder-potencia, con el poder-fuerza que se mueve hacia la construcción de territorios afectivos, donde el amor prime sobre el capital, donde no hallan líderes más qué tú, donde la familia sea el territorio-afectivo, donde se apueste a gobernarse desde la ética de la amistad, desde la sinceridad de retornar a sí mismo, sintiendo que somos el cosmos, la pacha mama, el océano, la naturaleza, el todo.

Construimos territorios desde las fuerzas y afectos que han trascendido espacios físicos, lógicas y verdades absolutas bajo sistemas impuestos, proponiendo como alternativa el sujeto-familia como el constructor y dignificador de los territorios.      

        

Comprendemos que nuestro territorio en la ladera es afecto, acciones desde la palabra acto, que al momento de enunciarse emprende el camino ético de exponerse.  Abriéndose paso en la constitución de huertos colectivos, que acogen las manifestaciones de la fuerza metabólica de lo energético, de lo terrígeno, que se exhibe al afuera territorial, que no asume limitantes geográficos de puntos cardinales mudos, estáticos, porque al caminar del sembrar pensando, del pensando dando es como echa abajo la construcción de lógicas inmobiliarias que inmovilizan, de lógicas que no miran al otro, sino que miran lo rentable, lógicas que se obstinan en la expansión cual si fuese la conquista en épocas de guerra. Esas mismas lógicas que imponen y construyen verdades como que la pobreza es una estado normal todo con el fin de reducir nuestros territorios a 35 mts2.

El Territorio es en esta mirada el que se teje desde las prácticas orgánicas, el que se hace al ser coherentes en nuestros ejercicios biológico-dinámicos, homeopáticos, prácticas donde la palabra es agenciamiento de mundos-familias, que sienten en lo terrígeno lo energético, mundo que a través de los rituales se dejan provocar para que las bocas y las lenguas interactúen en un conversar, dejan que la palabra se llene y fortalezca con los gestos, somos mundos que se afectan en el encuentro del conversatorio. Al mismo tiempo somos territorios que escapamos en momentos para decirle al fuera territorial, que el territorio es de quien lo siembra, de quien lo camina para liberar la huellas, de quien lo habla para retornar la palabra a los silenciados, de quien lo ritualiza desde la vitalidad cosmológica, planetaria y humana.

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