TRANSICIÓN DEL FEUDALISMO AL CAPITALISMO
JoaroldanDocumentos de Investigación26 de Abril de 2019
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TRANSICIÓN DEL FEUDALISMO AL CAPITALISMO
Durante largas épocas el comerciante medieval (llamado mercader) es errante, es decir que se traslada de una lado al otro vendiendo sus mercaderías, con muchos obstáculos: mal estado de los caminos, largas distancias, pesados carros, animales de tiro, sacos de cargamento, la inseguridad, los impuestos que los señores feudales cobran por el pasaje de algunos puentes o caminos que se encuentran en su propiedad.
Al incrementarse el número de mercaderes y de productos para intercambiar, gracias, entre otros factores al comercio marítimo, la necesidad de trasladarse en forma continua disminuye. Así surgen o crecen los burgos, pequeñas aldeas que rodean los castillos feudales pobladas por artesanos y comerciantes que practican una economía libre, donde la moneda y los productos circulan en forma fluida. Surgen luego también los gremios o agrupaciones de artesanos y comerciantes en el interior de los propios burgos.
Existieron además otros factores determinantes de la transición. Hacia el siglo XIV, el agotamiento de los suelos hizo que las tierras no pudieran producir lo necesario para alimentar a toda la población. Por este motivo, los productos básicos para la alimentación escasearon y los precios aumentaron; el hambre se generalizó y las enfermedades se expandieron. A esto se sumaron las guerras entre los señores feudales. Ante estas calamidades los más perjudicados eran los campesinos, por esto la producción agraria también descendió. Con esta baja, muchos campesinos no pudieron pagar los tributos y huyeron a las ciudades para no caer en términos de servidumbre aún peores.
Mientras en la época feudal el campesino trabajaba la tierra y el ganado por su cuenta, entregando una parte de lo producido al señor feudal y la otra parte para satisfacer sus necesidades básicas de subsistencia, progresivamente se pasa a otro sistema en el cual cada vez el campesino debe tributar más al señor feudal, recortando, además los terrenos para poder cultivar. Con todo, el campesino empieza a tener condiciones de vida cada vez peores, huyendo así, a la ciudad, en busca de una mejor calidad de vida. Pero este campesino no posee herramientas para trabajar ni posee modo de obtener los productos necesarios para la subsistencia de su familia: debe vender su fuerza de trabajo.
Por otro lado, luego de trabajar y recibir su pago (salario), debe comprar los productos que antes elaboraba por sí mismo, creando así el mercado donde los mercaderes volcarán su producción.
La influencia del comercio en la estructura social
Junto a los mercados formados en los burgos, es decir en los alrededores de la reserva, aparecen barrios en los accesos a las antiguas ciudades. Esto implica el renacimiento de la vida urbana.
Entre los factores que favorecen esta transformación ideológica para la justificación de las diferencias sociales podemos mencionar que el progreso material es lo que marca ahora la estratificación social: la posibilidad de acumular riquezas propias establece diferenciaciones entre los habitantes. Las diferencias entre los terratenientes se refuerzan
debido a las posesiones de la tierra, y entre los trabajadores y artesanos se producen diferencias fruto de los distintos oficios o de la actividad económica.
El dinamismo económico, es decir, la posibilidad de crecimiento económico que se abre con las nuevas actividades, impulsa las iniciativas personales, y se favorece el surgimiento de una idea de desarrollo individual.
La concentración de la propiedad rural deriva en la expulsión de los campesinos más pobres y en un progresivo pero sostenido proceso de migración del campo a la ciudad. Sin embargo, en muchos casos la posibilidad de empleo eran menores a la cantidad de gente que afluía, por lo que aquellos que no encontraban medios para subsistir en la ciudad caían en la miseria. Con una nueva estructura social que dependía de lo individual y de la posibilidad de generar dinero, aparece también la exclusión de quienes ya no cuentan con ningún medio de subsistencia.
Surgimiento de un nuevo modo de producción; el capitalismo
Las transformaciones introducidas por el comercio y por las nuevas clases sociales que aparecen revolucionan las creencias y las estructuras sociales del modelo feudal. Las antiguas formas de autoridad que se vinculaban con la posesión de la tierra, la herencia familiar y el “mandato divino” declinan.
La vinculación entre los nuevos ciudadanos ya no es eterna y reglamentada. Es temporal e individual, las relaciones se basan en el intercambio de productos. Estos productos pueden ser elementos concretos o, a medida que las actividades urbanas se desarrollan, la propia fuerza de trabajo. El trabajo pasa a ser un producto más que se puede intercambiar en determinado momento, con total libertad y sin generar ningún vínculo profundo entre los actores.
Aparece la división entre aquellos que tienen los medios y las herramientas para crear nuevos productos, y los que sólo tienen su trabajo para ofrecer e intercambiar.
Así, los mercaderes comienzan a tener mayor poder y a proclamar por la defensa de las actividades comerciales.
Para poder cumplir sus objetivos, estos burgos tienen la necesidad de una fuerte intervención del Estado en la economía (a través del proteccionismo, es decir, entorpecer el acceso de productos provenientes de otros países al territorio nacional, con el objeto de favorecer la producción nacional).
Corresponde a un momento en donde progresivamente asciende Inglaterra y declina el Imperio español (formado a base del saqueo a América). Son los comienzos del capitalismo como producción dominante. Con la acumulación de riquezas se sustentaban los gastos de la monarquía, que a su vez otorgaban licencias o contratos monopólicos a empresas comerciales privadas que les ayudaran a incrementarlas.
Los monopolios garantizaban la exclusividad de rutas comerciales y mercados para incrementar sus ganancias. Además se debía vender al extranjero más de lo que se compraba, como medio para acumular metales preciosos, los cuales eran considerados como la fuente de valor y riqueza.
A su vez, se entendía que la riqueza y prosperidad de una nación dependen de la acumulación de metales preciosos por parte de los Estados.
Estas premisas tienen su origen en dos elementos: por un lado, la conformación de los Estados Nacionales, que requerían de la organización de numerosos ejércitos que debían financiarse con metales preciosos. Por otro, y desde el plano estrictamente económico, se entendía que la mayor cantidad de moneda (dinero) funcionaba como estímulo para las actividades comerciales.
Se imponen los objetivos del Estado en un campo económico homogéneo; todo Estado debe aspirara a un mínimo de unidad económica y fortalecer el poder mismo del Estado en los plano interior y exterior, frente a otros Estados. Y en esta época, mayor poder significaba mayor expansión económica.
El control de los imperios coloniales aseguraba nuevos mercados cautivos para la compra de materias primas y venta de manufacturas.
LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
En los siglos XVIII y XIX cambia por completo el rumbo de la historia de la humanidad. En ese periodo comienza en Inglaterra la Revolución Industrial, un tiempo de transformaciones económicas, políticas y sociales que se extiende a partir de 1850 a Europa Occidental, Estados Unidos y Japón, en un proceso que muchos denominan Segunda Revolución Industrial. Este desarrollo habilita la formación del capitalismo como sistema económico mundialmente unificado e interrelacionado.
Los orígenes de la Revolución Industrial se encuentran en la propia actividad comercial. Los propios mercaderes son los que se transformarán en los industriales fabriles. El ocaso del feudalismo y de todo el sistema político que lo sostenía se produjo entre otros factores como consecuencia del crecimiento de las nuevas clases sociales que vivían del comercio, las burguesías comerciales, que se dedicaban a comprar barato en tierras lejanas, como las Indias, y a vender esos productos con un margen considerable de ganancia en Europa. Gracias a estas actividades los burgueses fueron acumulando grandes masas de capital (dinero que se volcaba al comercio para obtener cada vez más ganancias) y ocuparon cada vez más espacios de poder político, escalando como clase social.
Durante la etapa de la producción de manufacturas, la estrategia de negocios de estos grupos consistió en proveer de materias primas a los dueños de los talleres de la época. Esta clase social, compuesta por artesanos aparentemente libres, era la que elaboraba los bienes que posteriormente el mercader vendía. El artesano, dueño del taller, si bien trabajaba a destajo, era el propietario del espacio físico, de las herramientas y de los instrumentos necesarios para poder producir. Además, muchos producían y vendían sus propias mercancías. A medida que transcurrieron los años, los mercaderes ricos comenzaron a tener cada vez más injerencia en el proceso productivo propiamente dicho. Así, los mercaderes fueron percatándose de que podían acrecentar sus ganancias no sólo dedicándose a la ampliación del comercio y de las rutas comerciales, sino que era más provechoso poder controlar el proceso de elaboración (se reducen intermediarios). En consecuencia, gracias al poder económico que acumularon, algunos burgueses fueron despojando a los artesanos de los medios de producción. Otros burgueses fueron
originalmente artesanos que se enriquecieron sumando a su actividad manufacturera la comercial.
Paulatinamente, el capital comercial se fue transformando
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