Violencia contra las mujeres y las niñas en el Ecuador
ROSMERY CANDODocumentos de Investigación11 de Mayo de 2023
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UNIVERSIDAD TECNICA PARTICULAR DE LOJA
Nombre: Rosmery Cando
Paralelo: 112
Tema: “VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES Y LAS NIÑAS EN EL ECUADOR “
Marco Teórico
El objetivo de este capítulo es exponer la conceptualización de varios autores para esta investigación, centrando su atención en la violencia basada en el género, con el fin de explicar el origen de este tipo de experiencias y de aclarar definiciones; pues solo de esa manera será posible comprender la confusión del problema y formular propuestas encaminadas a eliminar la violencia que se ejerce contra las mujeres por su condición vulnerable.
El concepto de violencia ha recibido diferentes definiciones, pero la forma más fácil de entender que es violencia, podemos decir que es el acto de violencia física, verbal o psicológica que se produce entre personas como, por ejemplo: herir, robar, abusar, humillar, dominar, ultrajar, torturar, destruir o de una manera fatal causarle la muerte.
Podemos afirmar que existe mucha dominación masculina, la discriminación hacia las mujeres y los diferentes sucesos que han afectado mucho a sus derechos no acatan a las características biológicas, sino que son el resultado de los procesos de socialización y de las construcciones sociales y culturales de las identidades de género.
Pero, podemos mirar la realidad desde una perspectiva de género no significa únicamente considerar las diferencias atribuidas a hombres y mujeres, sino que exige tomar en cuenta las condiciones sociales y culturales. En otras palabras, el género no solo se cuestiona entre la existencia de femenina y masculina, sino la organización social de las relaciones entre sexos y las desigualdades que se establecen entre ellos.
Si bien el término género se encuentra incorporado en el ámbito académico como también en las conversaciones habituales de la sociedad en general, los significados y los usos que se han hecho de este concepto son múltiples y diversas, lo que ha dado origen a una serie de confusiones.
Por ejemplo, se ha entendido al género como sinónimo de diferencia sexual, dejando de lado el planteamiento central que insinúa que la desigualdad social de las mujeres se basa en las diferencias y en el establecimiento de relaciones de poder que las coloca en un rol subordinado con respecto a los hombres, y en una situación de desventaja en la sociedad. Otros usos que se ha dado al concepto de género es que la tendencia dominante ha sido hacer un uso descriptivo del género al centrarse en las diferencias binarias entre hombre - mujer, masculino - femenino; y, alerta sobre interpretaciones erróneas que han conducido a equipararlo con “mujer” o que han sugerido que el estudio de género incluye a los hombres.
De ahí que considere que se debe retomar su potencial analítico para explicar las relaciones sociales y de poder que se establecen en los distintos ámbitos del quehacer social y humano, en tanto los contenidos de género están presentes en los mitos y símbolos culturales, en las normas y doctrinas, en las instituciones y organizaciones sociales, y en los referentes de identidad individual y colectiva.
A partir de esta reflexión, LA VIOLENCIA DE GÉNERO CONTRA LAS MUJERES EN EL ECUADOR integral entre dos proposiciones: ser “un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen a los sexos” y ser “una forma primaria de relaciones significantes de poder”, un campo en el cual o por medio del cual se articula y se distribuye el poder (Scott. 1997.pag.21).
Asumiendo que “el poder es una construcción social e histórica, es una categoría relacional y dialéctica que las personas no la poseen, sino que la ejercen al interactuar con otras y con su entorno” (Camacho.2003.pag,35-36), afirmamos que desde las construcciones sociales de género se ha distribuido poder de forma desigual, otorgando mayor autoridad y jerarquía a los hombres, y colocando a las mujeres en una situación sumisa.
Es necesario precisar que el poder puede ser utilizado con muchos fines y que no siempre es sinónimo de dominación; sin embargo, cuando se recurre a él para imponer o someter a otras mujeres, en el caso de la violencia de género se trata de un uso abusivo del poder. Desde otro punto de vista podemos seguir afirmando que el poder no es algo que se posee, sino que se ejerce, lo que supone un carácter relacional y un desequilibrio.
De ahí que el poder sea el resultado de un incesante juego de relaciones sociales asimétricas, que puede darse en cualquier ámbito. Esta comprensión es clave para explicar las causas de las distintas violencias que se ejercen contra las mujeres a lo largo de su vida, tanto en el ámbito familiar y de las relaciones personales como en el ámbito público.
Ese poder desigual es el que sustenta la violencia hacia las mujeres, las prohibiciones ideológicas y jurídicas no impiden que la violencia sea característica de las relaciones entre hombres y mujeres, y de las instituciones en que éstas ocurren: la conyugalidad, la paternidad y la familia, pero también de las relaciones regidas por el contrato, de las organizaciones sociales y políticas. Más todavía, la violencia a las mujeres ocurre sin que medie ninguna relación social previa, salvo la pertenencia genérica.
De esta manera, “la violencia a las mujeres es un supuesto de la relación genérica patriarcal previa a las relaciones que establecen los particulares; las formas que adquiere son relativas al ámbito en que la violencia acontece” (Lagarde, 2005.pag.258). El carácter genérico de esta práctica también se reconoce en la “Introducción” de la Declaración de Naciones Unidas sobre Violencia contra la Mujer, aprobada en diciembre de 1993, en la cual se señala que: “ la violencia contra la mujer constituye una manifestación de relaciones de poder históricamente desiguales entre el hombre y la mujer, que han conducido a la dominación de la mujer y a la discriminación en su contra por parte del hombre e impedido el adelanto pleno de la mujer, y que la violencia contra la mujer es uno de los mecanismos sociales fundamentales por los que se fuerza a la mujer a una situación de subordinación respecto del hombre” (ONU, 1993).
En síntesis, la desigual de poder que persiste en la sociedad, el rol sumiso, la discriminación y la exclusión de las mujeres constituyen la causa y el fundamento de la violencia de género hacia ellas, como también explican su reproducción y persistencia. Por ello, es necesario cuestionar la utilización generalizada de los términos de violencia doméstica o violencia intrafamiliar, en lugar de nombrarla como violencia contra las mujeres; pues dichas denominaciones aluden al ámbito en que se suscitan los diferentes tipos de violencia que pueden ocurrir entre los miembros de una unidad familiar, ocultando la violencia.
Por otro lado, la violencia contra las mujeres, han propiciado que “con el tiempo, cada vez más agresores utilicen estos instrumentos en contra de las mujeres que maltratan” (CEFEMINA, 2010.pag.3). Para tener precisión de criterio y claridad política, lo que corresponde es hablar de violencia contra las mujeres en el ámbito familiar, en el laboral, en el político, en el comunitario, en el civil, en el eclesiástico, y en todos aquellos en que se manifieste, en tanto hace referencia a que las agresiones que sufre la población femenina ya se proviene de una sociedad patriarcal que las discrimina y subordina, que ha hecho que el factor de riesgo sea ser mujer.
La violencia contra las mujeres y niñas del Ecuador cada día crece más, una de cada tres mujeres sufre violencia física y sexual así afectando a todas las mujeres el mundo. Históricamente las mujeres han luchado contra la violencia de género que se ejerce sobre ellas por el solo hecho de serlo. La violencia contra las mujeres se la consideraba como un asunto privado, en el cual el Estado no debía interferir y poco trascendía la magnitud del problema, por ende, no se lo consideraba como un tema para ser tratado a nivel de normativa y política pública; Ecuador no fue la excepción.
En forma relacionada a la creciente visibilidad y reconocimiento social que ha alcanzado la violencia contra las mujeres en el Ecuador, la legislación nacional se ha ido modificando de forma progresiva de manera que, en la actualidad, se cuenta con un marco normativo que garantiza el ejercicio a una vida libre de violencia para las mujeres.
La Constitución de la República del Ecuador (2008) reconoce a todas las personas iguales derechos, deberes y oportunidades y establece que nadie podrá ser discriminado por razones de identidad de género, sexo, orientación sexual, entre otras; a la vez que dispone que toda forma de discriminación sea sancionada por la Ley (Art. 11. Núm. 2).
En el Título II “Derechos”, en el capítulo sexto sobre los Derechos a la Libertad, se reconoce y asegura el derecho a vivir sin violencia, en tanto establece que:
Se reconoce y garantiza a las personas el derecho a la integridad personal, que incluye:
- la integridad física, psíquica y moral y sexual;
- una vida libre de violencia en el ámbito público y privado. El Estado adoptará las medidas necesarias para prevenir, eliminar y sancionar toda forma de violencia, en especial la ejercida contra las mujeres, niñas, niños y adolescentes, personas adultas mayores, personas con discapacidad y contra toda persona en situación de desventaja o vulnerabilidad; idénticas medidas se tomarán contra la violencia, la esclavitud y la explotación sexual.
- la prohibición de la tortura, la desaparición forzada y los tratos y penas crueles inhumanos o degradantes (Art. 66. núm. 3).
Además, en el capítulo referido a los Derechos de Protección, dispone que “la ley establecerá procedimientos especiales y expeditos para el juzgamiento y sanción de los delitos de violencia intrafamiliar, sexual, crímenes de odio y los que se cometan contra niñas, niños, adolescente, jóvenes…” (Art. 81). Esta disposición da lugar a que se eleve la categoría penal de los casos de violencia intrafamiliar a delito.
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