Arte De La Guerra
yednar4 de Octubre de 2012
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La capacidad de resolver un conflicto sin lucha es lo que distingue al prudente del ignorante, afirma Sun Tzu. Para adquirir esa cualidad se señalan como imprescin-dibles varios pasos: el conocimiento de la realidad y el conocimiento propio, la re-flexion ponderada, la elección de una conducta buena y su correcta ejecución. Pues bien, al ser la prudencia el marco general de la conducta humana, el arte de la guerra es un caso particular del arte de la prudencia.
Pedir consejo es propio de la conducta prudente y nos dice Sun Tzu: “Valora las ventajas de pedir consejo, y después estructura tus tropas en consecuencia”. Dice Sun que planificar bien una batalla equivale a veces a ganarla antes de enfrentar-se al enemigo, mientras que una mala planificación derrota a un ejercito antes de entrar en combate. Y añade: “ A menos que conozcas las montañas y los bos-ques; los desfiladeros y los pasos, y la disposición de los pantanos y de las maris-mas, no puedes maniobrar con una fuerza armada”. Por tanto, “actúa después de haber hecho una estimación. Esta es la regla general de la lucha armada”.
Sun nos dice: “Entre las reglas militares están la observación, la valoración, el cal-culo, la comparación y la decisión”. El hombre prudente es reflexivo, pues aunque el no y el sí son breves de decir, a veces se deben pensar mucho. Atención, estu-dio, reflexión y consejo porque la medida de la prudencia es la misma realidad. Así pondera Sun Tzu la importancia del conocimiento previo: “Si conoces al ene-migo y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro. Si te conoces a ti mismo pero no conoces al enemigo, perderás una batalla y ganaras otra. Si no conoces al enemigo ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla”. Cabe mencionar que el emperador Marco Aurelio, quien también supo del arte del gobierno y de la guerra, escribió que “prudencia quiere decir atención a cada cosa y ningún tipo de descuido”.
Si la prudencia es necesaria para cualquier hombre, estamos viendo que lo es es-pecialmente para aquellos que tienen en sus manos vidas ajenas: gobernantes, militares, médicos, jueces, educadores y por supuesto padres. Y se piensa que esta cualidad es propia de los administradores y de los políticos.
A un hombre prudente se le modela configurado como: tomar las decisiones aten-tamente tomadas; la experiencia para discernir cuando se debe apretar y cuando se debe aflojar; la previsión y solución anticipada de los pequeños asuntos; la tranquilidad del que lo tiene todo calculado, como si le sobrara tiempo, sin preci-pitaciòn, ordenada, sólida y armónicamente. Todo este arte de decidir ante un di-lema comprometido, Sun Tzu lo expresa de forma lacónica y elocuente: “Ganan los que saben cuando luchar y cuando no”.
Sun Tzu, también nos dice: “Valora las ventajas de pedir consejo, y después es-tructura tus tropas en consecuencia”. Con lo cual nos indica que pedir consejo es propio de la conducta prudente, ya que ¿cómo puede haber hombres que obren sin saber lo que hacen?, por eso es preciso escuchar la opiniones de muchas personas, elegir lo que ellas tienen de bueno y seguirlas; ver mucho y reflexionar con madurez sobre lo que se ha visto.
El arte de la guerra dice que las operaciones militares implican engaño y disimulo para confundir al enemigo. Y que prudencia no es sinónimo de astucia, En este sentido, el ser inteligente, sensato y gracioso es bueno y deseable. Pero también puede ser muy malo si la voluntad que usa dichas cualidades no es buena. Y para ello tenemos un ejemplo sugestivo: el medico que cura a un hombre sigue un me-todo tan eficaz como el que sigue el envenenador que lo mata.
En síntesis El arte de la guerra, es el arte de la prudencia al servicio de algo tan definitivo como la conservación de la vida.
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