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El Arte De La Guerra


Enviado por   •  10 de Octubre de 2012  •  7.092 Palabras (29 Páginas)  •  305 Visitas

Página 1 de 29

Sun Tzu

El Arte de la Guerra

El Arte de la Guerra es el mejor libro de estrategia de todos los tiempos. Inspiró a

Napoleón, Maquiavelo, Mao Tse Tung y muchas más figuras históricas. Este libro de dos

quinientos mil años de antigüedad, es uno de los más importantes textos clásicos chinos,

en el que, a pesar del tiempo transcurrido, ninguna de sus máximas ha quedado anticuada,

ni hay un solo consejo que hoy no sea útil. Pero la obra del general Sun Tzu no es

únicamente un libro de práctica militar, sino un tratado que enseña la estrategia suprema

de aplicar con sabiduría el conocimiento de la naturaleza humana en los momentos de

confrontación. No es, por tanto, un libro sobre la guerra; es una obra para comprender las

raíces de un conflicto y buscar una solución. “la mejor victoria es vencer sin combatir”,

nos dice Sun Tzu, “y ésa es la distinción entre le hombre prudente y el ignorante”.

Indice

Introducción:Sun Tzu y el "Arte de la Guerra"

1. Sobre la evaluación

2. Sobre la iniciación de las acciones

3. Sobre las proposiciones de la victoria y la derrota

4. Sobre la medida en la disposición de los medios

5. Sobre la firmeza

6. Sobre lo lleno y lo vacío

7. Sobre el enfrentamiento directo e indirecto

8. Sobre los nueve cambios

9. Sobre la distribución de los medios

10. Sobre la topología

11. Sobre las clases de terreno

12. Sobre el arte de atacar por el fuego

13. sobre la concordia y la discordia

I N T R O D U C C I O N

Sun Tzu, El Arte de la Guerra

Sun Tzu fué un general chino que vivió alrededor del siglo V antes de Cristo. La

colección de ensayos sobre el arte de la guerra atribuida a Sun Tzu es el tratado más

antiguo que se conoce sobre el tema. A pesar de su antigüedad los consejos de Sun Tzu

siguen manteniendo vigencia.

El Arte de la Guerra es el mejor libro de estrategia de todos los tiempos. Inspiró a

Napoleón, Maquiavelo, Mao Tse Tung y muchas más figuras históricas. Este libro de dos

mil quinientos años de antigüedad, es uno de los más importantes textos clásicos chinos,

en el que, a pesar del tiempo transcurrido, ninguna de sus máximas ha quedado anticuada,

ni hay un solo consejo que hoy no sea útil. Pero la obra del general Sun Tzu no es

únicamente un libro de práctica militar, sino un tratado que enseña la estrategia suprema

de aplicar con sabiduría el conocimiento de la naturaleza humana en los momentos de

confrontación. No es, por tanto, un libro sobre la guerra; es una obra para comprender las

raíces de un conflicto y buscar una solución. “la mejor victoria es vencer sin combatir”,

nos dice Sun Tzu, “y ésa es la distinción entre le hombre prudente y el ignorante”.

La obra de Sun Tzu llegó por primera vez a Europa en el periodo anterior a la Revolución

Francesa, en forma de una breve traducción realizada por el sacerdote jesuita J. J. M.

Amiot. En las diversas traducciones que se han hecho desde entonces, se nombra

ocasionalmente al autor como Sun Wu o Sun Tzi

El núcleo de la filosofía de Sun Tzu sobre la guerra descansa en estos dos principios:

Todo el Arte de la Guerra se basa en el engaño. El supremo Arte de la Guerra es

someter al enemigo sin luchar.

Las ideas de Sun Tzu se extendieron por el resto de Asia hasta llegar a Japón. Los

japoneses adoptaron rápidamente estas enseñanzas y, posiblemente, añadieron algunas de

su propia cosecha. Hay constancia de que el principal libro japonés sobre el tema, "El

libro de los Cinco Anillos", está influido por la filosofía de Sun Tzu, ya que su autor,

Miyamoto Mushashi, estudió el tratado de "El Arte de la Guerra" durante su formación

como Samurai.

Habitualmente se hace referencia a las culturas orientales como culturas de estrategia y

no es pequeña la influencia de Sun Tzu en este desarrollo cultural. Hoy en día, la filosofía

del arte de la guerra ha ido más allá de los límites estrictamente militares, aplicándose a

los negocios, los deportes, la diplomacia e incluso el comportamiento personal. Por

ejemplo, muchas frases clave de los manuales modernos de gestión de empresas, son

prácticamente citas literales de la obra de Sun Tzu (cambiando, por ejemplo, ejercito por

empresa, o armamento por recursos, sin ir más lejos). Las ideas siguen siendo

completamente válidas a pesar de los 25 siglos transcurridos desde que se escribieron Avisos por Yahoo!

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El Arte De La Guerra

Sun Tzu

El Arte de la Guerra

El Arte de la Guerra es el mejor libro de estrategia de todos los tiempos. Inspiró a

Napoleón, Maquiavelo, Mao Tse Tung y muchas más figuras históricas. Este libro de dos

quinientos mil años de antigüedad, es uno de los más importantes textos clásicos chinos,

en el que, a pesar del tiempo transcurrido, ninguna de sus máximas ha quedado anticuada,

ni hay un solo consejo que hoy no sea útil. Pero la obra del general Sun Tzu no es

únicamente un libro de práctica militar, sino un tratado que enseña la estrategia suprema

de aplicar con sabiduría el conocimiento de la naturaleza humana en los momentos de

confrontación. No es, por tanto, un libro sobre la guerra; es una obra para comprender las

raíces de un conflicto y buscar una solución. “la mejor victoria es vencer sin combatir”,

nos dice Sun Tzu, “y ésa es la distinción entre le hombre prudente y el ignorante”.

Indice

Introducción:Sun Tzu y el "Arte de la Guerra"

1. Sobre la evaluación

2. Sobre la iniciación de las acciones

3. Sobre las proposiciones de la victoria y la derrota

4. Sobre la medida en la disposición de los medios

5. Sobre la firmeza

6. Sobre lo lleno y lo vacío

7. Sobre el enfrentamiento directo e indirecto

8. Sobre los nueve cambios

9. Sobre la distribución de los medios

10. Sobre la topología

11. Sobre las clases de terreno

12. Sobre el arte de atacar por el fuego

13. sobre la concordia y la discordia

I N T R O D U C C I O N

Sun Tzu, El Arte de la Guerra

Sun Tzu fué un general chino que vivió alrededor del siglo V antes de Cristo. La

colección de ensayos sobre el arte de la guerra atribuida a Sun Tzu es el tratado más

antiguo que se conoce sobre el tema. A pesar de su antigüedad los consejos de Sun Tzu

siguen manteniendo vigencia.

El Arte de la Guerra es el mejor libro de estrategia de todos los tiempos. Inspiró a

Napoleón, Maquiavelo, Mao Tse Tung y muchas más figuras históricas. Este libro de dos

mil quinientos años de antigüedad, es uno de los más importantes textos clásicos chinos,

en el que, a pesar del tiempo transcurrido, ninguna de sus máximas ha quedado anticuada,

ni hay un solo consejo que hoy no sea útil. Pero la obra del general Sun Tzu no es

únicamente un libro de práctica militar, sino un tratado que enseña la estrategia suprema

de aplicar con sabiduría el conocimiento de la naturaleza humana en los momentos de

confrontación. No es, por tanto, un libro sobre la guerra; es una obra para comprender las

raíces de un conflicto y buscar una solución. “la mejor victoria es vencer sin combatir”,

nos dice Sun Tzu, “y ésa es la distinción entre le hombre prudente y el ignorante”.

La obra de Sun Tzu llegó por primera vez a Europa en el periodo anterior a la Revolución

Francesa, en forma de una breve traducción realizada por el sacerdote jesuita J. J. M.

Amiot. En las diversas traducciones que se han hecho desde entonces, se nombra

ocasionalmente al autor como Sun Wu o Sun Tzi

El núcleo de la filosofía de Sun Tzu sobre la guerra descansa en estos dos principios:

Todo el Arte de la Guerra se basa en el engaño. El supremo Arte de la Guerra es

someter al enemigo sin luchar.

Las ideas de Sun Tzu se extendieron por el resto de Asia hasta llegar a Japón. Los

japoneses adoptaron rápidamente estas enseñanzas y, posiblemente, añadieron algunas de

su propia cosecha. Hay constancia de que el principal libro japonés sobre el tema, "El

libro de los Cinco Anillos", está influido por la filosofía de Sun Tzu, ya que su autor,

Miyamoto Mushashi, estudió el tratado de "El Arte de la Guerra" durante su formación

como Samurai.

Habitualmente se hace referencia a las culturas orientales como culturas de estrategia y

no es pequeña la influencia de Sun Tzu en este desarrollo cultural. Hoy en día, la filosofía

del arte de la guerra ha ido más allá de los límites estrictamente militares, aplicándose a

los negocios, los deportes, la diplomacia e incluso el comportamiento personal. Por

ejemplo, muchas frases clave de los manuales modernos de gestión de empresas, son

prácticamente citas literales de la obra de Sun Tzu (cambiando, por ejemplo, ejercito por

empresa, o armamento por recursos, sin ir más lejos). Las ideas siguen siendo

completamente válidas a pesar de los 25 siglos transcurridos desde que se escribieron.

C A P I T U L O I

Sobre la evaluación

Sun Tzu dice: la guerra es de vital importancia para el Estado; es el dominio de la

vida o de la muerte, el camino hacia la supervivencia o la pérdida del Imperio: es

forzoso manejarla bien. No reflexionar seriamente sobre todo lo que le concierne es dar

prueba de una culpable indiferencia en lo que respecta a la conservación o pérdida de lo

que nos es mas querido; y ello no debe ocurrir entre nosotros.

Hay que valorarla en términos de cinco factores fundamentales, y hacer comparaciones

entre diversas condiciones de los bandos rivales, con vistas a determinar el resultado de la

guerra.

El primero de estos factores es la doctrina; el segundo, el tiempo; el tercero, el terreno; el

cuarto, el mando; y el quinto, la disciplina.

La doctrina significa aquello que hace que el pueblo esté en armonía con su gobernante,

de modo que le siga donde sea, sin temer por sus vidas ni a correr cualquier peligro.

El tiempo significa el Ying y el Yang, la noche y el día, el frío y el calor, días despejados

o lluviosos, y el cambio de las estaciones.

El terreno implica las distancias, y hace referencia a dónde es fácil o difícil desplazarse,

y si es campo abierto o lugares estrechos, y esto influencia las posibilidades de

supervivencia.

El mando ha de tener como cualidades: sabiduría, sinceridad, benevolencia, coraje y

disciplina.

Por último, la disciplina ha de ser comprendida como la organización del ejército, las

graduaciones y rangos entre los oficiales, la regulación de las rutas de suministros, y la

provisión de material militar al ejército.

Estos cinco factores fundamentales han de ser conocidos por cada general. Aquel que los

domina, vence; aquel que no, sale derrotado. Por lo tanto, al trazar los planes, han de

compararse los siguiente siete factores, valorando cada uno con el mayor cuidado:

¿Qué dirigente es más sabio y capaz?

¿Qué comandante posee el mayor talento?

¿Qué ejército obtiene ventajas de la naturaleza y el terreno?

¿En qué ejército se observan mejor las regulaciones y las instrucciones?

¿Qué tropas son más fuertes?

¿Qué ejército tiene oficiales y tropas mejor entrenadas?

¿Qué ejército administra recompensas y castigos de forma más justa?

Mediante el estudio de estos siete factores, seré capaz de adivinar cual de los dos bandos

saldrá victorioso y cual será derrotado.

El general que siga mi consejo, es seguro que vencerá. Ese general ha de ser mantenido al

mando. Aquel que ignore mi consejo, ciertamente será derrotado. Ese debe ser destituido.

Tras prestar atención a mi consejo y planes, el general debe crear una situación que

contribuya a su cumplimiento. Por situación quiero decir que debe tomar en

consideración la situación del campo, y actuar de acuerdo con lo que le es ventajoso.

El arte de la guerra se basa en el engaño. Por lo tanto, cuando es capaz de atacar, ha de

aparentar incapacidad; cuando las tropas se mueven, aparentar inactividad. Si está cerca

del enemigo, ha de hacerle creer que está lejos; si está lejos, aparentar que se está cerca.

Poner cebos para atraer al enemigo.

Golpear al enemigo cuando está desordenado. Prepararse contra él cuando está seguro en

todas partes. Evitarle durante un tiempo cuando es más fuerte. Si tu oponente tiene un

temperamento colérico, intenta irritarle. Si es arrogante, trata de fomentar su egoísmo.

Si las tropas enemigas se hallan bien preparadas tras una reorganización, intenta

desordenarlas. Si están unidas, siembra la disensión entre sus filas. Ataca al enemigo

cuando no está preparado, y aparece cuando no te espera. Estas son las claves de la

victoria para el estratega.

Ahora, si las estimaciones realizadas antes de la batalla indican victoria, es porque los

cálculos cuidadosamente realizados muestran que tus condiciones son más favorables que

las condiciones del enemigo; si indican derrota, es porque muestran que las condiciones

favorables para la batalla son menores. Con una evaluación cuidadosa, uno puede vencer;

sin ella, no puede. Muchas menos oportunidades de victoria tendrá aquel que no realiza

cálculos en absoluto.

Gracias a este método, se puede examinar la situación, y el resultado aparece claramente.

C A P I T U L O II

Sobre la iniciación de las acciones

Una vez comenzada la batalla, aunque estés ganando, de continuar por mucho tiempo,

desanimará a tus tropas y embotará tu espada. Si estás sitiando una ciudad, agotarás tus

fuerzas. Si mantienes a tu ejército durante mucho tiempo en campaña, tus suministros se

agotarán.

Las armas son instrumentos de mala suerte; emplearlas por mucho tiempo producirá

calamidades. Como se ha dicho: "Los que a hierro matan, a hierro mueren." Cuando tus

tropas están desanimadas, tu espada embotada, agotadas tus fuerzas y tus suministros son

escasos, hasta los tuyos se aprovecharán de tu debilidad para sublevarse. Entonces,

aunque tengas consejeros sabios, al final no podrás hacer que las cosas salgan bien.

Por esta causa, he oído hablar de operaciones militares que han sido torpes y repentinas,

pero nunca he visto a ningún experto en el arte de la guerra que mantuviese la campaña

por mucho tiempo. Nunca es beneficioso para un país dejar que una operación

militar se prolongue por mucho tiempo.

Como se dice comúnmente, sé rápido como el trueno que retumba antes de que hayas

podido taparte los oídos, veloz como el relámpago que relumbra antes de haber podido

pestañear.

Por lo tanto, los que no son totalmente conscientes de la desventaja de servirse de las

armas no pueden ser totalmente conscientes de las ventajas de utilizarlas.

Los que utilizan los medios militares con pericia no activan a sus tropas dos veces, ni

proporcionan alimentos en tres ocasiones, con un mismo objetivo.

Esto quiere decir que no se debe movilizar al pueblo más de una vez por campaña, y que

inmediatamente después de alcanzar la victoria no se debe regresar al propio país para

hacer una segunda movilización. Al principio esto significa proporcionar alimentos (para

las propias tropas), pero después se quitan los alimentos al enemigo.

Si tomas los suministros de armas de tu propio país, pero quitas los alimentos al enemigo,

puedes estar bien abastecido de armamento y de provisiones.

Cuando un país se empobrece a causa de las operaciones militares, se debe al transporte

de provisiones desde un lugar distante. Si las transportas desde un lugar distante, el

pueblo se empobrecerá.

Los que habitan cerca de donde está el ejército pueden vender sus cosechas a precios

elevados, pero se acaba de este modo el bienestar de la mayoría de la población.

Cuando se transportan las provisiones muy lejos, la gente se arruina a causa del alto

costo. En los mercados cercanos al ejército, los precios de las mercancías se aumentan.

Por lo tanto, las largas campañas militares constituyen una lacra para el país.

Cuando se agotan los recursos, los impuestos se recaudan bajo presión. Cuando el poder

y los recursos se han agotado, se arruina el propio país. Se priva al pueblo de gran parte

de su presupuesto, mientras que los gastos del gobierno para armamentos se elevan.

Los habitantes constituyen la base de un país, los alimentos son la felicidad del pueblo. El

príncipe debe respetar este hecho y ser sobrio y austero en sus gastos públicos.

En consecuencia, un general inteligente lucha por desproveer al enemigo de sus

alimentos. Cada porción de alimentos tomados al enemigo equivale a veinte que te

suministras a ti mismo.

Así pues, lo que arrasa al enemigo es la imprudencia, y la motivación de los tuyos en

asumir los beneficios de los adversarios.

Cuando recompenses a tus hombres con los beneficios que ostentaban los adversarios los

harás luchar por propia iniciativa, y así podrás tomar el poder y la influencia que tenía el

enemigo. Es por esto par lo que se dice que donde hay grandes recompensas hay hombres

valientes.

Por consiguiente, en una batalla de carros, recompensa primero al que tome al menos diez

carros.

Si recompensas a todo el mundo, no habrá suficiente para todos, así pues, ofrece una

recompensa a un soldado para animar a todos los demás. Cambia sus colores (de los

soldados enemigos hechos prisioneros), utilízalos mezclados con los tuyos. Trata bien a

los soldados y préstales atención. Los soldados prisioneros deben ser bien tratados, para

conseguir que en el futuro luchen para ti. A esto se llama vencer al adversario e

incrementar por añadidura tus propias fuerzas.

Si utilizas al enemigo para derrotar al enemigo, serás poderoso en cualquier lugar a

donde vayas.

Así pues, lo más importante en una operación militar es la victoria y no la

persistencia. Esta última no es beneficiosa. Un ejército es como el fuego: si no lo apagas,

se consumirá por sí mismo.

Por lo tanto, sabemos que el que está a la cabeza del ejército está a cargo de las vidas de

los habitantes y de la seguridad de la nación.

C A P I T U L O III

Sobre las proposiciones de la victoria y la derrota

Como regla general, es mejor conservar a un enemigo intacto que destruirlo. Capturar

a sus soldados para conquistarlos y dominas a sus jefes.

Un General decía: "Practica las artes marciales, calcula la fuerza de tus adversarios, haz

que pierdan su ánimo y dirección, de manera que aunque el ejército enemigo esté intacto

sea inservible: esto es ganar sin violencia. Si destruyes al ejército enemigo y matas a sus

generales, asaltas sus defensas disparando, reúnes a una muchedumbre y usurpas un

territorio, todo esto es ganar por la fuerza."

Por esto, los que ganan todas las batallas no son realmente profesionales; los que

consiguen que se rindan impotentes los ejércitos ajenos sin luchar son los mejores

maestros del Arte de la Guerra.

Los guerreros superiores atacan mientras los enemigos están proyectando sus planes.

Luego deshacen sus alianzas.

Por eso, un gran emperador decía: "El que lucha por la victoria frente a espadas desnudas

no es un buen general." La peor táctica es atacar a una ciudad. Asediar, acorralar a una

ciudad sólo se lleva a cabo como último recurso.

Emplea no menos de tres meses en preparar tus artefactos y otros tres para coordinar los

recursos para tu asedio. Nunca se debe atacar por cólera y con prisas. Es aconsejable

tomarse tiempo en la planificación y coordinación del plan.

Por lo tanto, un verdadero maestro de las artes marciales vence a otras fuerzas enemigas

sin batalla, conquista otras ciudades sin asediarlas y destruye a otros ejércitos sin emplear

mucho tiempo.

Un maestro experto en las artes marciales deshace los planes de los enemigos, estropea

sus relaciones y alianzas, le corta los suministros o bloquea su camino, venciendo

mediante estas tácticas sin necesidad de luchar.

Es imprescindible luchar contra todas las facciones enemigas para obtener una victoria

completa, de manera que su ejército no quede acuartelado y el beneficio sea total. Esta es

la ley del asedio estratégico.

La victoria completa se produce cuando el ejército no lucha, la ciudad no es

asediada, la destrucción no se prolonga durante mucho tiempo, y en cada caso el

enemigo es vencido por el empleo de la estrategia.

Así pues, la regla de la utilización de la fuerza es la siguiente: si tus fuerzas son diez

veces superiores a las del adversario, rodéalo; si son cinco veces superiores, atácalo; si

son dos veces superiores, divídelo.

Si tus fuerzas son iguales en número, lucha si te es posible. Si tus fuerzas son inferiores,

manténte continuamente en guardia, pues el más pequeño fallo te acarrearía las peores

consecuencias. Trata de mantenerte al abrigo y evita en lo posible un enfrentamiento

abierto con él; la prudencia y la firmeza de un pequeño número de personas pueden llegar

a cansar y a dominar incluso a numerosos ejércitos.

Este consejo se aplica en los casos en que todos los factores son equivalentes. Si tus

fuerzas están en orden mientras que las suyas están inmersas en el caos, si tú y tus fuerzas

están con ánimo y ellos desmoralizados, entonces, aunque sean más numerosos, puedes

entrar en batalla. Si tus soldados, tus fuerzas, tu estrategia y tu valor son menores que las

de tu adversario, entonces debes retirarte y buscar una salida.

En consecuencia, si el bando más pequeño es obstinado, cae prisionero del bando más

grande.

Esto quiere decir que si un pequeño ejército no hace una valoración adecuada de su poder

y se atreve a enemistarse con una gran potencia, por mucho que su defensa sea firme,

inevitablemente se convertirá en conquistado. "Si no puedes ser fuerte, pero tampoco

sabes ser débil, serás derrotado." Los generales son servidores del Pueblo. Cuando su

servicio es completo, el Pueblo es fuerte. Cuando su servicio es defectuoso, el Pueblo es

débil.

Así pues, existen tres maneras en las que un Príncipe lleva al ejército al desastre. Cuando

un Príncipe, ignorando los hechos, ordena avanzar a sus ejércitos o retirarse cuando no

deben hacerlo; a esto se le llama inmovilizar al ejército. Cuando un Príncipe ignora los

asuntos militares, pero comparte en pie de igualdad el mando del ejército, los soldados

acaban confusos. Cuando el Príncipe ignora cómo llevar a cabo las maniobras militares,

pero comparte por igual su dirección, los soldados están vacilantes. Una vez que los

ejércitos están confusos y vacilantes, empiezan los problemas procedentes de los

adversarios. A esto se le llama perder la victoria por trastornar el aspecto militar.

Si intentas utilizar los métodos de un gobierno civil para dirigir una operación militar, la

operación será confusa.

Triunfan aquellos que:

Saben cuándo luchar y cuándo no

Saben discernir cuándo utilizar muchas o pocas tropas.

Tienen tropas cuyos rangos superiores e inferiores tienen el mismo objetivo.

Se enfrentan con preparativos a enemigos desprevenidos.

Tienen generales competentes y no limitados por sus gobiernos civiles.

Estas cinco son las maneras de conocer al futuro vencedor.

Hablar de que el Príncipe sea el que da las órdenes en todo es como el General solicitarle

permiso al Príncipe para poder apagar un fuego: para cuando sea autorizado, ya no

quedan sino cenizas.

Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro; si

no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganarás

otra; si no conoces a los demás ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada

batalla.

Antiguamente, los guerreros expertos se hacían a sí mismos invencibles en primer

lugar, y después aguardaban para descubrir la vulnerabilidad de sus adversarios.

Hacerte invencible significa conocerte a ti mismo; aguardar para descubrir la vulnerabili-

dad del adversario significa conocer a los demás.

La invencibilidad está en uno mismo, la vulnerabilidad en el adversario.

Por esto, los guerreros expertos pueden ser invencibles, pero no pueden hacer que sus

adversarios sean vulnerables.

Si los adversarios no tienen orden de batalla sobre el que informarse, ni negligencias o

fallos de los que aprovecharse, ¿cómo puedes vencerlos aunque estén bien pertrechados?

Por esto es por lo que se dice que la victoria puede ser percibida, pero no fabricada.

La invencibilidad es una cuestión de defensa, la vulnerabilidad, una cuestión de ataque.

Mientras no hayas observado vulnerabilidades en el orden de batalla de los adversarios,

oculta tu propia formación de ataque, y prepárate para ser invencible, con la finalidad de

preservarte. Cuando los adversarios tienen órdenes de batalla vulnerables, es el momento

de salir a atacarlos.

La defensa es para tiempos de escasez, el ataque para tiempos de abundancia.

Los expertos en defensa se esconden en las profundidades de la tierra; los expertos en

maniobras de ataque se esconden en las más elevadas alturas del cielo. De esta manera

pueden protegerse y lograr la victoria total.

En situaciones de defensa, acalláis las voces y borráis las huellas, escondidos como

fantasmas y espíritus bajo tierra, invisibles para todo el mundo. En situaciones de ataque,

vuestro movimiento es rápido y vuestro grito fulgurante, veloz como el trueno y el

relámpago, para los que no se puede uno preparar, aunque vengan del cielo.

Prever la victoria cuando cualquiera la puede conocer no constituye verdadera destreza.

Todo el mundo elogia la victoria ganada en batalla, pero esa victoria no es realmente tan

buena.

Todo el mundo elogia la victoria en la batalla, pero lo verdaderamente deseable es poder

ver el mundo de lo sutil y darte cuenta del mundo de lo oculto, hasta el punto de ser capaz

de alcanzar la victoria donde no existe forma.

No se requiere mucha fuerza para levantar un cabello, no es necesario tener una vista

aguda para ver el sol y la luna, ni se necesita tener mucho oído para escuchar el retumbar

del trueno.

Lo que todo el mundo conoce no se llama sabiduría; la victoria sobre los demás obtenida

por medio de la batalla no se considera una buena victoria.

En la antigüedad, los que eran conocidos como buenos guerreros vencían cuando era fácil

vencer.

Si sólo eres capaz de asegurar la victoria tras enfrentarte a un adversario en un conflicto

armado, esa victoria es una dura victoria. Si eres capaz de ver lo sutil y de darte cuenta

de lo oculto, irrumpiendo antes del orden de batalla, la victoria así obtenida es un

victoria fácil.

En consecuencia, las victorias de los buenos guerreros no destacan por su inteligencia o

su bravura. Así pues, las victorias que ganan en batalla no son debidas a la suerte. Sus

victorias no son casualidades, sino que son debidas a haberse situado previamente en

posición de poder ganar con seguridad, imponiéndose sobre los que ya han perdido de

antemano.

La gran sabiduría no es algo obvio, el mérito grande no se anuncia. Cuando eres capaz de

ver lo sutil, es fácil ganar; ¿qué tiene esto que ver con la inteligencia o la bravura?

Cuando se resuelven los problemas antes de que surjan, ¿quién llama a esto inteligencia?

Cuando hay victoria sin batalla, ¿quién habla de bravura?

Así pues, los buenos guerreros toman posición en un terreno en el que no pueden perder,

y no pasan por alto las condiciones que hacen a su adversario proclive a la derrota.

En consecuencia, un ejército victorioso gana primero y entabla la batalla después; un

ejército derrotado lucha primero e intenta obtener la victoria después.

Esta es la diferencia entre los que tienen estrategia y los que no tienen planes

premeditados.

Los que utilizan bien las armas cultivan el Camino y observan las leyes. Así pueden

gobernar prevaleciendo sobre los corruptos.

Servirse de la armonía para desvanecer la oposición, no atacar un ejército inocente, no

hacer prisioneros o tomar botín par donde pasa el ejército, no cortar los árboles ni

contaminar los pozos, limpiar y purificar los templos de las ciudades y montañas del

camino que atraviesas, no repetir los errores de una civilización decadente, a todo esto se

llama el Camino y sus leyes.

Cuando el ejército está estrictamente disciplinado, hasta el punto en que los soldados

morirían antes que desobedecer las órdenes, y las recompensas y los castigos merecen

confianza y están bien establecidos, cuando los jefes y oficiales son capaces de actuar de

esta forma, pueden vencer a un Príncipe enemigo corrupto.

Las reglas militares son cinco: medición, valoración, cálculo, comparación y victoria. El

terreno da lugar a las mediciones, éstas dan lugar a las valoraciones, las valoraciones a

los cálculos, éstos a las comparaciones, y las comparaciones dan lugar a las victorias.

Mediante las comparaciones de las dimensiones puedes conocer dónde se haya la victoria

o la derrota.

En consecuencia, un ejército victorioso es como un kilo comparado con un gramo; un

ejército derrotado es como un gramo comparado con un kilo.

Cuando el que gana consigue que su pueblo vaya a la batalla como si estuviera dirigiendo

una gran corriente de agua hacia un cañón profundo, esto es una cuestión de orden de

batalla.

Cuando el agua se acumula en un cañón profundo, nadie puede medir su cantidad, lo

mismo que nuestra defensa no muestra su forma. Cuando se suelta el agua, se precipita

hacia abajo como un torrente, de manera tan irresistible como nuestro propio ataque.

C A P I T U L O V

Sobre la firmeza

La fuerza es la energía acumulada o la que se percibe. Esto es muy cambiante. Los

expertos son capaces de vencer al enemigo creando una percepción favorable en ellos, así

obtener la victoria sin necesidad de ejercer su fuerza.

Gobernar sobre muchas personas como si fueran poco es una cuestión de dividirlas en

grupos o sectores: es organización. Batallar contra un gran número de tropas como si

fueran pocas es una cuestión de demostrar la fuerza, símbolos y señales.

Se refiere a lograr una percepción de fuerza y poder en la oposición. En el campo de

batalla se refiere a las formaciones y banderas utilizadas para desplegar las tropas y

coordinar sus movimientos.

Lograr que el ejército sea capaz de combatir contra el adversario sin ser derrotado es una

cuestión de emplear métodos ortodoxos o heterodoxos.

La ortodoxia y la heterodoxia no es algo fijo, sino que se utilizan como un ciclo. Un

emperador que fue un famoso guerrero y administrador, hablaba de manipular las

percepciones de los adversarios sobre lo que es ortodoxo y heterodoxo, y después atacar

inesperadamente, combinando ambos métodos hasta convertirlo en uno, volviéndose así

indefinible para el enemigo.

Que el efecto de las fuerzas sea como el de piedras arrojadas sobre huevos, es una

cuestión de lleno y vacío.

Cuando induces a los adversarios a atacarte en tu territorio, su fuerza siempre está vacía

(en desventaja); mientras que no compitas en lo que son los mejores, tu fuerza siempre

estará llena. Atacar con lo vacío contra lo lleno es como arrojar piedras sobre huevos: de

seguro se rompen.

Cuando se entabla una batalla de manera directa, la victoria se gana por sorpresa.

El ataque directo es ortodoxo. El ataque indirecto es heterodoxo.

Sólo hay dos clases de ataques en la batalla: el extraordinario por sorpresa y el directo

ordinario, pero sus variantes son innumerables. Lo ortodoxo y lo heterodoxo se originan

recíprocamente, como un círculo sin comienzo ni fin; ¿quién podría agotarlos?

Cuando la velocidad del agua que fluye alcanza el punto en el que puede mover las

piedras, ésta es la fuerza directa. Cuando la velocidad y maniobrabilidad del halcón es tal

que puede atacar y matar, esto es precisión. Lo mismo ocurre con los guerreros expertos:

su fuerza es rápida, su precisión certera. Su fuerza es como disparar una catapulta, su

precisión es dar en el objetivo previsto y causar el efecto esperado.

El desorden llega del orden, la cobardía surge del valor, la debilidad brota de la fuerza.

Si quieres fingir desorden para convencer a tus adversarios y distraerlos, primero tienes

que organizar el orden, porque sólo entonces puedes crear un desorden artificial. Si

quieres fingir cobardía para conocer la estrategia de los adversarios, primero tienes que

ser extremadamente valiente, porque sólo entonces puedes actuar como tímido de manera

artificial. Si quieres fingir debilidad para inducir la arrogancia en tus enemigos, primero

has de ser extremadamente fuerte porque sólo entonces puedes pretender ser débil.

El orden y el desorden son una cuestión de organización; la cobardía es una cuestión

valentía y la de ímpetu; la fuerza y la debilidad son una cuestión de la formación en la

batalla.

Cuando un ejército tiene la fuerza del ímpetu (percepción), incluso el tímido se vuelve

valiente, cuando pierde la fuerza del ímpetu, incluso el valiente se convierte en tímido.

Nada está fijado en las leyes de la guerra: éstas se desarrollan sobre la base del ímpetu.

Con astucia se puede anticipar y lograr que los adversarios se convenzan a sí mismos

cómo proceder y moverse; les ayuda a caminar por el camino que les traza. Hace moverse

a los enemigos con la perspectiva del triunfo, para que caigan en la emboscada.

Los buenos guerreros buscan la efectividad en la batalla a partir de la fuerza del ímpetu

(percepción) y no dependen sólo de la fuerza de sus soldados. Son capaces de escoger a

la mejor gente, desplegarlos adecuadamente y dejar que la fuerza del ímpetu logre sus

objetivos.

Cuando hay entusiasmo, convicción, orden, organización, recursos, compromiso de los

soldados, tienes la fuerza del ímpetu, y el tímido es valeroso. Así es posible asignar a los

soldados por sus capacidades, habilidades y encomendarle deberes y responsabilidades

adecuadas. El valiente puede luchar, el cuidadoso puede hacer de centinela, y el

inteligente puede estudiar, analizar y comunicar. Cada cual es útil.

Hacer que los soldados luchen permitiendo que la fuerza del ímpetu haga su trabajo es

como hacer rodar rocas. Las rocas permanecen inmóviles cuando están en un lugar plano,

pero ruedan en un plano inclinado; se quedan fijas cuando son cuadradas, pero giran si

son redondas. Por lo tanto, cuando se conduce a los hombres a la batalla con astucia, el

impulso es como rocas redondas que se precipitan montaña abajo: ésta es la fuerza que

produce la victoria.

C A P I T U L O VI

Sobre lo lleno y lo vacío

Los que anticipan, se preparan y llegan primero al campo de batalla y esperan al

adversario están en posición descansada; los que llegan los últimos al campo de batalla,

los que improvisan y entablan la lucha quedan agotados.

Los buenos guerreros hacen que los adversarios vengan a ellos, y de ningún modo se

dejan atraer fuera de su fortaleza.

Si haces que los adversarios vengan a ti para combatir, su fuerza estará siempre vacía. Si

no sales a combatir, tu fuerza estará siempre llena. Este es el arte de vaciar a los demás y

de llenarte a ti mismo.

Lo que impulsa a los adversarios a venir hacia ti por propia decisión es la perspectiva de

ganar. Lo que desanima a los adversarios de ir hacia ti es la probabilidad de sufrir daños.

Cuando los adversarios están en posición favorable, debes cansarlos. Cuando están bien

alimentados, cortar los suministros. Cuando están descansando, hacer que se pongan en

movimiento.

Ataca inesperadamente, haciendo que los adversarios se agoten corriendo para salvar sus

vidas. Interrumpe sus provisiones, arrasa sus campos y corta sus vías de

aprovisionamiento. Aparece en lugares críticos y ataca donde menos se lo esperen,

haciendo que tengan que acudir al rescate.

Aparece donde no puedan ir, se dirige hacia donde menos se lo esperen. Para desplazarte

cientos de kilómetros sin cansancio, atraviesa tierras despobladas.

Atacar un espacio abierto no significa sólo un espacio en el que el enemigo no tiene

defensa. Mientras su defensa no sea estricta - el lugar no esté bien guardado -, los

enemigos se desperdigarán ante ti, como si estuvieras atravesando un territorio

despoblado.

Para tomar infaliblemente lo que atacas, ataca donde no haya defensa. Para mantener una

defensa infaliblemente segura, defiende donde no haya ataque.

Así, en el caso de los que son expertos en el ataque, sus enemigos no saben por dónde

atacar.

Cuando se cumplen las instrucciones, las personas son sinceramente leales y

comprometidas, los planes y preparativos para la defensa implantados con firmeza,

siendo tan sutil y reservado que no se revelan las estrategias de ninguna forma, y los

adversarios se sienten inseguros, y su inteligencia no les sirve para nada.

Sé extremadamente sutil, discreto, hasta el punto de no tener forma. Sé completamente

misterioso y confidencial, hasta el punto de ser silencioso. De esta manera podrás dirigir

el destino de tus adversarios.

Para avanzar sin encontrar resistencia, arremete por sus puntos débiles. Para retirarte de

manera esquiva, sé más rápido que ellos.

Las situaciones militares se basan en la velocidad: llega como el viento, muévete como el

relámpago, y los adversarios no podrán vencerte.

Por lo tanto, cuando quieras entrar en batalla, incluso si el adversario está atrincherado en

una posición defensiva, no podrá evitar luchar si atacas en el lugar en el que debe acudir

irremediablemente al rescate.

Cuando no quieras entrar en batalla, incluso si trazas una línea en el terreno que quieres

conservar, el adversario no puede combatir contigo porque le das una falsa pista.

Esto significa que cuando los adversarios llegan para atacarte, no luchas con ellos,

sino que estableces un cambio estratégico para confundirlos y llenarlos de

incertidumbre.

Por consiguiente, cuando induces a otros a efectuar una formación, mientras que tú

mismo permaneces sin forma, estás concentrado, mientras que tu adversario está

dividido.

Haz que los adversarios vean como extraordinario lo que es ordinario para ti; haz

que vean como ordinario lo que es extraordinario para ti. Esto es inducir al enemigo a

efectuar una formación. Una vez vista la formación del adversario, concentras tus tropas

contra él. Como tu formación no está a la vista, el adversario dividirá seguramente sus

fuerzas.

Cuando estás concentrado formando una sola fuerza, mientras que el enemigo está

dividido en diez, estás atacando a una concentración de uno contra diez, así que tus

fuerzas superan a las suyas.

Si puedes atacar a unos pocos soldados con muchos, diezmarás el número de tus

adversarios.

Cuando estás fuertemente atrincherado, te has hecho fuerte tras buenas barricadas, y no

dejas filtrar ninguna información sobre tus fuerzas, sal afuera sin formación precisa, ataca

y conquista de manera incontenible.

No han de conocer dónde piensas librar la batalla, porque cuando no se conoce, el

enemigo destaca muchos puestos de vigilancia, y en el momento en el que se establecen

numerosos puestos sólo tienes que combatir contra pequeñas unidades.

Así pues, cuando su vanguardia está preparada, su retaguardia es defectuosa, y cuando su

retaguardia está preparada, su vanguardia presenta puntos débiles.

Las preparaciones de su ala derecha significarán carencia en su ala izquierda. Las

preparaciones por todas partes significará ser vulnerable por todas partes.

Esto significa que cuando las tropas están de guardia en muchos lugares, están

forzosamente desperdigadas en pequeñas unidades.

Cuando se dispone de pocos soldados se está a la defensiva contra el adversario el que

dispone de muchos hace que el enemigo tenga que defenderse.

Cuantas más defensas induces a adoptar a tu enemigo, más debilitado quedará.

Así, si conoces el lugar y la fecha de la batalla, puedes acudir a ella aunque estés a mil

kilómetros de distancia. Si no conoces el lugar y la fecha de la batalla, entonces tu flanco

izquierdo no puede salvar al derecho, tu vanguardia no puede salvar a tu retaguardia, y tu

retaguardia no puede salvar a tu vanguardia, ni siquiera en un territorio de unas pocas

docenas de kilómetros.

Si tienes muchas más tropas que los demás, ¿cómo puede ayudarte este factor para

obtener la victoria?

Si no conoces el lugar y la fecha de la batalla, aunque tus tropas sean más numerosas que

las de ellos, ¿cómo puedes saber si vas a ganar o a perder?

Así pues, se dice que la victoria puede ser creada.

Si haces que los adversarios no sepan el lugar y la fecha de la batalla, siempre puedes

vencer.

Incluso si los enemigos son numerosos, puede hacerse que no entren en combate.

Por tanto, haz tu valoración sobre ellos para averiguar sus planes, y determinar qué

estrategia puede tener éxito y cuál no. Incítalos a la acción para descubrir cuál es el

esquema general de sus movimientos y descansa.

Haz algo por o en contra de ellos para su atención, de manera que puedas de ellos para

atraer descubrir sus hábitos de comportamiento de ataque y de defensa.

Indúcelos a adoptar formaciones específicas, para conocer sus puntos flacos.

Esto significa utilizar muchos métodos para confundir y perturbar al enemigo con el

objetivo de observar sus formas de respuesta hacia ti; después de haberlas observado,

actúas en consecuencia, de manera que puedes saber qué clase de situaciones significan

vida y cuáles significan muerte.

Pruébalos para averiguar sus puntos fuertes y sus puntos débiles. Por lo tanto, el punto

final de la formación de un ejército es llegar a la no forma. Cuando no tienes forma, los

informadores no pueden descubrir nada, ya que la información no puede crear una

estrategia.

Una vez que no tienes forma perceptible, no dejas huellas que puedan ser seguidas, los

informadores no encuentran ninguna grieta por donde mirar y los que están a cargo de la

planificación no pueden establecer ningún plan realizable.

La victoria sobre multitudes mediante formaciones precisas debe ser desconocida par las

multitudes. Todo el mundo conoce la forma mediante la que resultó vencedor, pero

nadie conoce la forma mediante la que aseguró la victoria.

En consecuencia, la victoria en la guerra no es repetitiva, sino que adapta su forma

continuamente.

Determinar los cambios apropiados, significa no repetir las estrategias previas para

obtener la victoria. Para lograrla, puedo adaptarme desde el principio a cualquier

formación que los adversarios puedan adoptar.

Las formaciones son como el agua: la naturaleza del agua es evitar lo alto e ir hacia

abajo; la naturaleza de los ejércitos es evitar lo lleno y atacar lo vacío; el flujo del agua

está determinado par la tierra; la victoria viene determinada por el adversario.

Así pues, un ejército no tiene formación constante, lo mismo que el agua no tiene forma

constante: se llama genio a la capacidad de obtener la victoria cambiando y adaptándose

según el enemigo.

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