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BolÍVar CoMo PolÍtico Y ReForMador Social

pesuarez201428 de Enero de 2015

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bolÍVar coMo PolÍtico

Y reForMador Social

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En LA CARtA que ha sido llamada profética, escrita por simón Bolívar

en Jamaica el 6 de septiembre de 1815, expresa el Libertador un juicio

sobre la revolución de independencia, que tiene múltiples derivaciones

sociológicas e históricas.

Para Bolívar aquella contienda era “una guerra civil”, pero no por

el hecho anecdótico y circunstancial de que había españoles en las filas

republicanas y criollos bajo las banderas realistas, sino porque aquella

guerra no era sino un episodio de la lucha mundial entre progresistas y

conservadores:

seguramente –escribía Bolívar– la unión es la que nos falta para completar la

obra de nuestra regeneración. sin embargo, nuestra división no es extraña,

porque tal es el distintivo de las guerras civiles formadas generalmente entre

dos partidos: conservadores y reformadores. Los primeros son, por lo común,

más numerosos, porque el imperio de la costumbre produce el efecto de

la obediencia a las potestades establecidas; los últimos son siempre menos

numerosos aunque más vehementes e ilustrados. De este modo la masa

física se equilibra con la fuerza moral, y la contienda se prolonga siendo sus

resultados muy inciertos. Por fortuna, entre nosotros, la masa ha seguido a

la inteligencia.

Aparte del valor universal que estas observaciones del Libertador

le daban a la guerra de independencia, ellas llevaban implícita esta otra

característica que el Libertador tendría siempre a la vista en su actuación

como político: que aquella lucha no debía tener como único objetivo la

separación de España; que era una verdadera revolución, un punto de

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DOCtRinA DEL LiBERtADOR

partida para organizar bajo nuevas formas los Estados que debían surgir

de aquel enfrentamiento mundial.

De esa profunda convicción es de la cual nace el carácter de reformador

social que asume el Libertador; y por eso su maestro don simón Rodríguez

–testigo de aquella actitud, y quizás su lejano inspirador durante la niñez

de Bolívar– exclamaba entusiasmado: “Hoy se piensa, como nunca se había

pensado, se oyen cosas, que nunca se habían oído, se escribe, como nunca

se había escrito, y esto va formando opinión en favor de una reforma, que

nunca se había intentado, LA DE LA sOCiEDAD”1.

Esto lo escribía Rodríguez en 1828, dos años antes de la muerte del

Libertador, y precisamente durante aquel ocaso del genio se desarrollaba

el último episodio de su lucha contra los políticos egoístas o acerbamente

regionalistas, que lograron estancar la revolución dentro de estas menudas

pasiones y apetencias.

Más que nunca incomprendido, Bolívar también necesitaba entonces

la voz de su maestro, para que explicara así a la posteridad la clase de

ambición que se le enrostraba: “sabe que no puede ser más de lo que es;

pero sí que puede hacer más de lo que ha hecho”2.

La intención del presente volumen corresponde a esas observaciones

que hemos hecho: por una parte, se propone destacar en Bolívar al pensador

político y al reformador social; por la otra, espera que el Libertador

pueda servirle todavía a la América Hispana, donde muchedumbres de

desamparados encuentren quizás que él, si no puede ser más de lo que es,

sí puede hacer más de lo que ha hecho.

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no vacilo en atribuir a un remoto suceso de su infancia el primer impulso

de aquella vehemente vocación de reformador social del Libertador.

1. simón Rodríguez, Sociedades americanas, Caracas, edición facsimilar, 1950, p. 81. El

subrayado [aquí en cursivas] y las mayúsculas son del propio don simón.

2. simón Rodríguez, Defensa de Bolívar (El Libertador del mediodía de América y sus compañeros

de armas defendido por un amigo de la causa social), Caracas, imprenta Bolívar,

1916, p. 78. El subrayado [aquí en cursivas] es de don simón.

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Fue un episodio que hubiera podido hacer de él un resentido, con

todas las funestas características que señala en la psicología de los resentidos

Gregorio Marañón en su biografía del emperador tiberio; pero que

transformado en fecunda y generosa rebeldía contra la injusticia –como

también puede ocurrir en los espíritus superiores, según aquel crítico

español– dio en el Libertador admirables frutos, totalmente contrarios a

los que podían temerse.

Ocurrió que el 23 de julio de 1795 –por consiguiente, el día anterior al

de cumplir sus doce años– Bolívar, ya huérfano de padre y madre, se fugó de

la casa de su tío y tutor don Carlos Palacios, solterón hosco y de limitados

alcances con quien jamás logró congeniar el futuro Libertador.

La intención del niño era refugiarse en el hogar de su hermana María

Antonia, pero don Carlos tenía la ley a su favor, y después de muchos y

dolorosos incidentes el pupilo fue llevado a la fuerza al domicilio de su

representante legal.

según el expediente levantado por las autoridades, el niño Bolívar

manifestó entonces con sorprendente firmeza: “que los tribunales bien

podían disponer de sus bienes, y hacer de ellos lo que quisiesen, mas no

de su persona; y que si los esclavos tenían libertad para elegir amo a su

satisfacción, por lo menos no debía negársele a él la de vivir en la casa que

fuese de su agrado”3.

Pues bien, considero este suceso como de enorme repercusión en

la vida de Bolívar porque casi treinta años después, en 1824, estando

el Libertador en la cima de su gloria, escribe en el Perú al prefecto del

departamento de trujillo y emplea en favor de los esclavos los mismos

conceptos que le inspiró cuando niño su desamparada situación.

y lo hace con una pasión que contrasta agudamente con el lenguaje

oficial que debía emplear:

todos los esclavos –ordena– que quieran cambiar de señor, tengan o no tengan

razón, y aun cuando sea por capricho, deben ser protegidos y debe obligarse

3. Expediente ante la Real Audiencia de Caracas sobre domicilio tutelar del menor don

simón Bolívar. Boletín de la Academia Nacional de la Historia, Caracas, no 149, eneromarzo,

1955, 64 p.

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a los amos a que les permitan cambiar de señor concediéndoles el tiempo

necesario para que lo soliciten. s.E. previene a V.s. dispense a los pobres

esclavos toda la protección imaginable del Gobierno, pues es el colmo de la

tiranía privar a estos miserables del triste consuelo de cambiar de dominador.

Por esta razón s.E. suspende todas las leyes que los perjudiquen sobre

la libertad de escoger amo a su arbitrio y por su sola voluntad. Comunique

V.s. esta orden al síndico Procurador General para que esté entendido de

ella y dispense toda protección a los esclavos.4

nada satisfecho quedaba sin embargo el Libertador con aquellas reiteradas

órdenes, que sólo aliviaban la situación de los esclavos: la abolición

total de la esclavitud había sido su infatigable demanda ante los legisladores

de Venezuela y de Colombia.

Había comenzado, desde luego, por manumitir a sus propios siervos;

después, en 1816, “proclamé –dice en carta al general Arismendi– la libertad

general de los esclavos”, y en 1819 decía así en su Mensaje al Congreso

de Angostura: “yo abandono a vuestra soberana decisión la reforma o la

revocación de todos mis estatutos y decretos; pero yo imploro la confirmación

de la libertad absoluta de los esclavos, como imploraría mi vida y

la vida de la República”.

Muy audaz resultaba sin embargo aceptar aquella demanda del Libertador,

y basta para juzgarlo así recordar que, más de cuarenta años

después, la abolición de la esclavitud en norteamérica provocó una larga

y devastadora guerra civil.

Fácil es imaginar, pues, los numerosos intereses que en la América

Hispana presionaban contra aquella medida, y la alarma que ésta debía

causar estando ya comprometida la nación en una guerra contra España.

tan poderosas eran esas fuerzas reaccionarias que en 1826, comentando

Bolívar en carta a santander su proyecto de Constitución para la recién

nacida República de Bolivia, decía: “Mi discurso contiene ideas algo

fuertes, porque he creído que las circunstancias así lo exigían; que los

intolerantes y los amos de esclavos verán mi discurso con horror, mas yo

4. simón Bolívar, Decretos del Libertador, Caracas, sociedad Bolivariana de Venezuela, 1961,

tomo i, p. 289.

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BiBLiOtECA AyACuCHO

debía hablar así, porque creo que tengo razón y que la política se acuerda

en esta parte con la verdad”5.

Más radical aún en otro aspecto de aquella lucha social que se desarrollaba

paralelamente a la de independencia, Bolívar había llegado a pedir

que el mestizaje, mediante la unión de nuestras diferentes razas, fuera

intencionalmente aceptado como

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