De Esquiador A Campeón, Con Todo Y Discapacidad física

Jorge Font aprendió a esquiar en el lago de Tequesquitengo cuando tenía siete años. No practicaba este deporte para ser el mejor, sino para ser lo mejor de sí mismo. A los once años, se le brindó la oportunidad de competir en el Campeonato Nacional de Esquí Acuático. Cuando cumplió dieciséis, ganó su primer torneo nacional en la categoría abierta; cuando tenía dieciocho años, representó a México en el Campeonato Mundial en Londres y regresó con un 7° lugar mundial. Al cumplir los 19 años, Jorge viajó a Argentina para prepararse para el Campeonato Latinoamericano, el cual lo posicionaría como uno de los mejores deportistas en esta categoría; el 8 de marzo de 1988 cuando entrenaba para la competición, Jorge se acercó demasiado a la orilla y sufrió un accidente que le rompió el cuello y le causó una lesión medular entre la 6° y 7° vértebra cervical. A partir de ese día, su vida marcha literalmente sobre ruedas.

Desde ese momento, Jorge vive con discapacidad que es la incapacidad de una persona de realizar actividades que se consideran normales debido a una alteración de sus funciones físicas (discapacidad física) o mentales (discapacidad intelectual). Al presentar una lesión medular, Jorge terminó con discapacidad física, que puede definirse como aquella que impide el desempeño motor normal de la gente; esta limitación va desde la cojera, la amputación, el retraso psicomotor hasta las hemiplejias, cuadriplejía o paraplejía.

Jorge ya no pudo caminar más desde los 19 años pero a pesar de eso, encontró en su familia y amigos un apoyo invaluable para salir adelante y no dejarse vencer ante nada. Así como él, se considera que hay otros 14 millones de mexicanos (aproximadamente) que tienen discapacidad física y muchas veces, no cuentan con el apoyo necesario para seguir adelante; viven rechazados, mal entendidos y aislados de una sociedad que no ve con buenos ojos la discapacidad.

Pero, ¿qué es lo difícil de entender ante la discapacidad?, ¿qué es lo que causa que la gente muestre rechazo y muchas veces repugnancia cuando ve a alguien en una silla de ruedas o a alguien con Síndrome de Down?

La sociedad muchas veces no acepta y le da miedo lo que no conoce, lo que no ha vivido, lo que representa un cambio para ellos. “El miedo es la más grande discapacidad de todas”. (Vuijic) Nadie puede negar haber visto a alguien en silla de ruedas, o sin pierna, o sin brazo. Nadie puede negar haber visto a gente así e inmediatamente después haber volteado la mirada y nadie sabe que detalles así, son los que más hieren.

Al hablar con César, un joven estudiante de 22 años que nunca ha tenido contacto con ningún tipo de discapacidad, menciona y acepta que él sí desvía la mirada al ver a una persona con discapacidad. Se le preguntó que por qué hacía eso, a lo que él respondió: “siento que toda la gente los ve como bichos raros o inútiles, no quiero que piensen que si yo los veo así es porque yo los veo de la misma manera, así que me volteo”. Además, comentó que también quitaba la mirada de personas sin discapacidad, pero “por pena a que le digan “¿soy o me parezco?”.

César no se da cuenta de que por el simple hecho de desviar la mirada, está automáticamente juzgando a la persona erróneamente. ¿Qué tal si a la persona no le molesta que lo miren? Él cree que las personas con discapacidad sí tienen limitaciones en sus acciones y muchas veces ha confundido una discapacidad física con la intelectual, al sugerir que alguien en silla de ruedas pueda tener algún tipo de retraso mental. Claramente, la postura de César hacia la discapacidad es errónea, al igual que la postura que tiene la mayoría de la gente que nunca la ha vivido.

Yo, debo confesar, viví mucho tiempo viendo la discapacidad como lo hace César hasta que hace cinco años me topé con algo que cambió mi vida. Entré a un grupo

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