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El Mundo en que Vivimos

Aracely MatamorosInforme29 de Marzo de 2017

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El Mundo en que Vivimos

A

l hablar de la “naturaleza” principiamos también a tratar el problema de la metafísica. Conviene dar algunas definiciones para comenzar. Por “naturaleza” se entiende el mundo de la experiencia sensoria tomado en su sentido más amplio. Comprende, desde luego, cosas demasiado pequeñas que no pueden verse o experimentarse directamente, así como objetos que están demasiado lejos y que tampoco podemos ver, como las más lejanas estrellas. El término naturaleza, tal como lo empleamos aquí, incluye todo el universo material. Existen también otros términos relacionados con él que quizá debamos mencionar. El término “mundo” se usa más generalmente en relación con el planeta en que vivimos, mientras que “universo” quiere decir generalmente todo el sistema de cuerpos celestes, incluyendo nuestro propio sistema solar.

Metafísica es la parte de la filosofía que se ocupa de lo real. ¿Qué es lo real?, es la pregunta que se hace el metafísico. La palabra se deriva del griego “ta meta ta physfica”, o sea, “las cosas que vienen después de la física.” Este fue el titulo que Andrónico de Rodas dio a la obra de Aristóteles la cual trataba de la naturaleza de la realidad.

El campo de la metafísica fue dividido en cuatro ramas por Chrístian Wolff. Esas ramas son la ontología, la cosmología, la sicología y la teología, que tratan, respectivamente, de la naturaleza del ser, el cosmos (universo), el alma y Dios. Los adelantos de la ciencia moderna han hecho un tanto artificial esta división, ya que entre las mismas se hace ostensible el traslape. Más aún, el campo de la axiología, que ha cobrado tanta importancia, no fue incluido. En este capitulo nos ocuparemos nosotros de la naturaleza de la materia, haciendo algunas breves consideraciones sobre el universo (cosmos) en general. En capítulos siguientes nos ocuparemos de los problemas de la conciencia (sicología) y de los valores religiosos (teología, en su sentido más amplio).

La naturaleza exacta de la materia, el mundo con cual se ocupa el metafísico, varia según los distintos’ filósofos. El resultado no puede jamás desvincularse del método que se emplee para alcanzar la verdad. Mientras que es posible que los filósofos de las distintas escuelas no difieran en su manera de entender las cosas físicas y la materia, no pueden dejar de discrepar en lo que se refiere a si la naturaleza (incluyendo al hombre y las cosas físicas) constituye toda la realidad. Filósofos de todas las escuelas aceptan los resultados comprobados por las investigaciones científicas modernas sobre problemas tales como la naturaleza de la materia. Cuando se descubre una verdad sobre el mundo físico, es una verdad para todos. Desde luego, siempre habrá diferencias de opinión en torno a ciertos problemas, cuando la evidencia respecto de los mismos no se considera como suficiente garantía para llegar a una conclusión. La verdad es siempre la verdad, pero, al mismo tiempo, no debe confundirse la teoría con los hechos. Debemos recordar, también, que la mayoría de los científicos presentan sus “hechos” con suma precaución, porque se dan cuenta de que el futuro puede traer muchas modificaciones para la ciencia como lo ha hecho el pasado. Pero antes de echar una mirada al concepto moderno de la realidad física, rastrearemos por algunos de los puntos más importantes de la historia del pensamiento humano.

Perspectiva Histórica

Los primeros filósofos griegos se ocuparon primariamente de la naturaleza del mundo en que vivían. Las especulaciones criticas aparecieron primariamente en Mileto, por lo que después se aludía a aquellos pensadores como a la escuela milesia. Tales, con quien la historia del pensamiento occidental principia de una manera formal, decía que la base de todas las cosas es el agua. Anaximandro pensaba que la sustancia básica de la realidad era el infinito o indeterminado (apeiron). Anaxímenes rechazó ambas opiniones y se inclinó por el aire. A todos estos pensadores se les puede clasificar como monistas porque iban en busca de un solo principio que explicara la naturaleza de las cosas.

Muchos de los pensadores griegos que aparecieron después se desviaron del concepto monista hacia alguna clase de pluralismo. Empédocles afirmaba que había cuatro elementos básicos: tierra, aire, fuego y agua, constitutivos de todas las cosas. Pensaba también que estos elementos eran guiados o estaban sujetos a los principios del amor (atracción) y del odio (repulsión). Anaxágoras decía que no eran sólo cuatro los elementos sino que había infinidad de partículas, una de cada clase, y que éstas estaban dominadas por una mente (nous). A esta manera de ver las cosas se le puede llamar pluralismo cualitativo. Demócrito opinaba que las cosas estaban hechas de muchos átomos iguales en calidad pero diferentes en tamaño y forma, dotados de un movimiento inherente, sugiriendo así un pluralismo cuantitativo, un inconfundible materialismo atomista. Gamertsfelder y Evans[1] resumen la importancia de aquellos primeros pensadores griegos de la siguiente manera: “(a) Marcan el esfuerzo humano por apartarse de las explicaciones tradicionales relativas a la naturaleza física y por establecer un punto de vista basado en la razón. (b) Sus explicaciones las hicieron en términos de las características físicas de la naturaleza y, en tal sentido, son naturalistas. (c) La teoría de la materia pasa del monismo al pluralismo. (d) Surge con ellos la creencia de que el carácter fundamental de los elementos ha de ser descrito cuantitativamente en vez de cualitativamente.” Aunque hay mucho de verdad en tal conclusión, no todos los estudiantes del pensamiento griego están de acuerdo con ella. La idea de mente en Anaxágoras y de razón (logos) en Heráclito, sugieren la creencia de que el propósito o designio de las cosas está bajo la dirección de alguna fuerza exterior. No extraña, entonces, que se atribuyan a los primeros griegos teorías teístas de varias clases.[2]

Al llegar a los grandes pensadores helenos, Platón y Aristóteles, la cosa se vuelve más complicada. Si los primeros pensadores se inclinaban por el atomismo, Platón y Aristóteles fueron definidamente sinópticos.

El punto de vista de Platón sobre la naturaleza no puede entenderse aparte de su doctrina de las Ideas o Formas. El creía en la existencia de esencias eternas o Formas que se relacionaban en un sistema jerárquico con la Idea del Bien que es supremo. Las formas son reales. exista o no otra cosa. Para Platón, el mundo de las cosas materiales es copia o imagen del mundo real de las esencias eternas.

Además de las Formas eternas, Platón sostenía que la materia caótica es también eterna. Las cosas físicas cobran existencia cuando la materia caótica toma forma o idea. Quiere decir que las cosas son reales si están calcadas en las ideas. La materia sin idea simplemente no existe o es el caos. Pero Platón jamás hace claro en ninguna parte qué es exactamente la materia en sí. La impresión que uno recibe es que las cosas físicas son más o menos ilusorias. La famosa alegoría de la cueva sugiere esa idea. Sean lo que fueren las cosas físicas, pasan a la condición de inexistentes si se separan de la Forma.

Aristóteles concebía las cosas como un proceso. Existe cierta continuidad en la Forma y en la materia. La materia en si no existe nunca aparte de la Forma, aunque la Forma Pura no existe. La Forma Pura o el Movedor Inconmovible (el Dios de Aristóteles) guía el proceso de la naturaleza hacia un propósito determinado (Causa Final). Dentro de la materia existe una fuerza (Forma) que da realidad a las potencialidades de las cosas físicas. El roble se encuentra en estado potencial en la bellota, y el buque de roble se encuentra en estado potencial en el roble. Toda la naturaleza se mueve hacia fines determinados bajo el dominio del Movedor Inconmovible. Pero tampoco Aristóteles hace claro en qué consiste para él la esencia de la materia.

Durante muchos siglos se desvaneció el interés por conocer la naturaleza de las cosas físicas, hasta que cobró nuevos bríos con el surgimiento del pensamiento moderno. Renato Descartes dividió la realidad en dos mundos: el pensamiento y la extensión o el espíritu y la materia. Para él significan lo mismo materia, cuerpo, extensión y hasta espacio. Todo lo que puede decirse acerca de la materia es que tiene el atributo de la extensión. La naturaleza era un sistema completamente mecanicista para él, compuesto de cuerpos que actúan unos sobre otros de acuerdo con las leyes naturales.

En Inglaterra se registró nuevo interés en el tema de las cosas físicas con la aparición de la escuela empirista de Locke, Berkeley y Hume. Para Juan Locke, la materia en sí es incognoscible. No podemos conocer la materia misma sino solamente ciertas cualidades que se adhieren a ella. El dividió esas cualidades en dos clases: (a) cualidades primarias, como la solidez, extensión, forma, etc., que están en el objeto mismo; y (b) cualidades secundarias, como el color, sonido, sabor, etc., que están en la mente del observador. Pero por ninguna de estas cualidades llegamos a conocer la materia en si, la cual permaneció como “Je ne sais quoi” (yo no sé qué) para Locke. La naturaleza misma no puede ser percibida, sino tan sólo una apariencia o impresión hecha por ésta en la mente. Al punto de vista de los empiristas ingleses se le llama a veces materialismo idealista, pero mejor seria llamarlo materialismo sensacionalista.

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