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Hoy en día vivimos en un mundo cuyo significado de felicidad


Enviado por   •  29 de Febrero de 2016  •  Trabajos  •  1.517 Palabras (7 Páginas)  •  270 Visitas

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Hoy en día vivimos en un mundo cuyo significado de felicidad es, indudablemente, sinónimo de belleza. A lo largo de la historia se ha plantado la idea de que la finalidad del ser humano, su principal objetivo en el plano terrenal, es alcanzar la felicidad. Pero al igual que esta idea, también se ha puesto en cuestión el hecho de si para ser feliz hay que ignorar o atender nuestras pasiones, ya que si las ignoramos, entonces no estamos cumpliendo el principio de satisfacción que creemos que es la cualidad necesaria para alcanzar la felicidad, pero en cambio, si los cumplimos es un acto egoísta, muchas veces sin virtud, que por lo tanto, no puede ser felicidad, sino más bien, es un sentimiento confundido que se disfraza de virtud ante los sentimientos.

Esto refiere a un trastorno llamado anorexia, en el cual la persona enferma tiene una necesidad de verse de cierta manera, la mayoría de las veces determinada por la sociedad, es decir, se siente con la obligación de cumplir con las expectativas de otras personas y se acepta fácilmente a los modelos preestablecidos de una forma acrítica.  

Las personas que padecen anorexia, tienen por lo general experiencias que las hacen pensar que solamente si alcanzan una determinada apariencia, pueden sentirse mejor o más valoradas. Es por esto que el objetivo de la persona anoréxica es alejarse lo más posible de la obesidad, lo que ocasiona el surgimiento de conductas de auto-castigo y restrictivas.

 La imposición y promoción de este ideal estético que ha sido impuesto es lo que ha vuelto a la anorexia “en un síntoma cultural contemporáneo, enmarcado en un mundo en el que la palabra parece haber sido derrocada por la imagen, en un mundo que en medio de la opulencia ha hecho del cuerpo delgado una aspiración a la que muchas personas se rinden, aunque ello comporte una altísima dosis de mortificación.” (Monís, s.f.)

Este trastorno traspasa la cuestión de vanidad y sus repercusiones van más allá de la conducta alimentaria; ningún aspecto de la vida de la persona enferma sale ileso. La conducta relacionada con el alimento afecta a la persona a nivel físico, emocional y social.

Para muchas personas la base de su autoestima se encuentra en la delgadez: el ser una persona delgada significa el triunfo, la aceptación y el éxito en la sociedad actual, mientras que engordar es sinónimo de fracaso. “El culto al cuerpo y el canon estético de la delgadez esquelética, obliga a inhumanos sacrificios.” (Unizar, s.f.), hasta llegar a perder la vida.

La anorexia no es desconocida para el mundo actual, ya que tiene sus orígenes, al menos los registrados, en la edad media, en donde era, para muchas mujeres religiosas un ritual que representaba la purificación del alma en el cual su único sustento de vida era la Ostia sagrada que se consumía al momento de comulgar.

En muchos de los casos de anorexia, la enfermedad empieza en casa y está relacionada principalmente por la madre, una madre sobreprotectora que quiere que su hija o hijo esté completamente sano, pero este cuidado excesivo es interpretado como un deseo de la madre de que la persona sea socialmente aceptada. “La anorexia nerviosa es algo más que una respuesta a la demanda de la delgadez como belleza que hay en la sociedad desarrollada actual. Sería demasiado simplista verlo así […] se trata de una actitud profundamente patológica de seguir la moda, de auto-castigo corporal, que puede poner al enfermo al borde de la existencia. La anorexia no es solamente un trastorno alimentario, sino un trastorno psíquico alimentario.” (Hernández, 1998). Las nociones de demanda, de necesidad y  de deseo requieren de Otro para satisfacerse. En los primeros años, antes de que la enfermedad empiece como tal, el infante pide algo más que cosas materiales para satisfacer las tres nociones antes mencionadas, pide señales de amor por parte del Otro que le demuestren que él le hace falta, ya que el amor se nutre precisamente de eso, de la falta. Hablando específicamente de lo que le brinda una madre sobreprotectora a su hijo o hija, no tiene la cualidad principal del amor que es el don de dar lo que no se tiene, el don de la falta, al contrario, da a manos llenas lo que posee solamente. La demanda introduce una modalidad de la falta que debe de existir, pero no lo hace porque cuando el Otro llena al sujeto con lo que tiene, aplasta sus deseos y entonces tiene la opción de decir ‘No’ a la demanda de la madre de dejarlo alimentar para crear un espacio, que es necesario pero hasta ese momento inexistente, en entre ellos dos. “Al no ingerir alimento, el sujeto intenta sustraer el cuerpo infantil a la madre y conseguir así la separación de ella para afirmar su dominio.” (Hernández, 1998)

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