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JUAN JACOBO ROUSSEAU


Enviado por   •  6 de Noviembre de 2012  •  1.406 Palabras (6 Páginas)  •  509 Visitas

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Biografía de Jean-Jacques Rousseau

Jean-Jacques Rousseau, nació en junio de 1712, en Ginebra, como hijo de un modesto relojero

que formaba parte de un grupo de artesanos del barrio de Saint-Gervais. Su madre, Suzanne

Bernard, murió pocos días después del parto.

Juan Jacobo quedó así, junto con su hermano, al cuidado del padre y de una tía materna. Su

hermano, ansioso por hacer fortuna se marchó en 1721 y no se conoce su posterior destino. Su

padre tenía la costumbre de leer con su hijo toda suerte de novelas e historias, entre ellas

Astrea de D'Urfé y las Vidas Paralelas de Plutarco. Estas lecturas avivaron la fantasía de

Rousseau y acrecentaron su sensibilidad.

Al año siguiente de la marcha del hermano, el padre es condenado al destierro por una

violenta disputa que sostiene con un conciudadano que le había insultado. Juan Jacobo, que

contaba sólo diez años, es confiado entonces a su tío Bernard, quien le interna junto con su

propio hijo en Bossey, en la escuela del pastor Lambercier, donde Rousseau pasa dos años

felices en pleno campo, entregado principalmente a la pereza y los ensueños.

A los doce años abandona la escuela. Es un niño tímido y orgulloso. Se coloca de aprendiz en

el taller del grabador Ducommun quien lo hace objeto de un trato tan brutal que consigue

convertirlo en un auténtico granuja. Un domingo, cuando regresaba demasiado tarde de un

paseo, el joven Rousseau halla cerradas las puertas de la ciudad y, temeroso de la paliza que le

esperaba de su amo, decide huir y alejarse de Ginebra. A dos leguas de la población, en

Saboya, un abate compasivo se hace cargo del muchacho y Rousseau, por consejo del abad y

quizás atraído simplemente por la posibilidad de comer todos los días, opta por convertirse al

catolicismo.

El abate le conduce a Annecy, a la casa de la señora de Warens, una mujer viuda, católica

conversa. "Me había imaginado una vieja y ceñuda mojigata..." escribirá más tarde Juan

Jacobo. Pero el Domingo de Ramos de 1728 se encontró con un "semblante agraciado, bellos

ojos llenos de dulzura, una tez brillante y un busto encantador". El efecto del busto de la

buena señora resultó quizás decisivo y el hecho es que, poco después, Madame Warens envió

a su protegido al hospicio de los catecúmenos de Turín para recibir el bautismo "No podía

apartar de mi mente que el sagrado acto que iba a realizar era en realidad el acto de un

bandido". La verdad es que la nueva fe le sirvió de bien poco. Desempeñó diferentes trabajos

de apenas unos días y durante algún tiempo vivió pobremente en distintas ciudades alojándose

esporádicamente en la casa de la señora de Warens.

Pero en 1732 se refugia en ella por un largo período. Durante cinco años vive en un círculo

cerrado cuyos puntos de referencia son Madame Warens, Claude Anet y el propio Rousseau.

Las relaciones entre él y Madame de Warens son todavía a nivel familiar: el protegido la

llama "mamá" y ella le denomina "pequeño". Pero a la muerte de Claude Anet, Rousseau se

convierte en el amante de su protectora, lo que le hace llevar una vida más agradable y

tranquila. Trabaja en el catastro de Saboya y da lecciones de música. Sin embargo, la armonía

dura poco y pronto un nuevo amante le reemplaza en el corazón y en el lecho de la señora de

Warens.

A la edad de treinta años llega a Paris en busca de gloria. Lleva bajo el brazo un nuevo

sistema de notación musical que ha ideado con gran ilusión y en el que ha depositado grandes

esperanzas. El sistema fracasa. No obstante, tiene oportunidad de conocer a importantes

personajes como Fontenelle, Réaumur, Rameau, Marivaux y Diderot. Recibe entonces un

buen consejo del abad de Saint-Pierre: "en Paris no se hace nada si no es por las mujeres".

Viniendo de un abad, el consejo no es para despreciar por lo que Rousseau busca,

consecuentemente, la protección de las grandes damas las que, en efecto, le consiguen

diversos empleos.

Así, primero fue secretario particular de la señora de Dupin, esposa e hija de banqueros. Más

tarde se desempeñó como secretario del flamante embajador de Francia en Venecia, monsieur

de Montagu. Al servicio de éste está alrededor de dieciocho meses y demuestra, según su

propia y poco modesta opinión, dotes de gran diplomático. Pero monsieur de Montagu no

quiere mantener a su servicio a un hombre tan superior, lo que precipita el regreso de

Rousseau a Francia.

En

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