Jane Austeen
Fisabel5 de Julio de 2013
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4.1. Jane Austen
4.1.1. Biografía Nació en la parroquia de Steventon, Hampshire en el año 1775. Hija del rector de dicha parroquia, es la séptima de ocho hermanos. No pertenece a una familia rica, pero sí bien relacionada y con un alto nivel cultural. Junto con su hermana Cassandra fue a diferentes colegios hasta alcanzar los once años, a partir de ese momento, prosigue su educación en casa. Es en este periodo, antes de los 25 años, que escribe tres de sus obras más importantes: La Abadía de Northanger, Sentido y Sensibilidad y Orgullo y Prejuicio, aunque no fueron publicadas en ese momento.
En 1801 la familia se traslada a Bath, y durante los cinco años que pasa allí no escribe ninguna obra.
En 1805 muere su padre y se trasladan a Southampton. Pero no es hasta 1809, cuando la familia vuelve a mudarse, esta vez a Chawton, cuando empieza a dedicarse por completa a sus novelas. Revisa las novelas ya escritas y empieza de nuevas, como Mansfield Park, Emma y Persuasión. Sus novelas se empiezan a publicar, aunque de manera anónima.
El año 1817 muere dejando una nueva novela Sanditon inacabada.
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4.1.2. Contexto social y literario
El contexto social de la autora es el de la aristocracia y las rectorías rurales de los condados del sur; las comunidades campestres gobernadas de manera paternalista. Se mueve en los ámbitos tories, el partido conservador. Es esta también la sociedad que se ve reflejada en sus obras: jóvenes que van a escuelas privadas, leen novelas, asisten a bailes, conocen a jóvenes y entran en la cadena de buscar a un buen partido como marido. En su caso por el contrario, se cumplen todos estos pasos menos el último, ya que durante toda su vida no contrajo matrimonio todo y haber estado prometida una vez.
A finales del siglo XVII y principios del XIX, época en la que vivió y escribió Jane Austen, el movimiento literario que dominaba Europa era el romanticismo y sus máximos representantes son en Francia Alejandro Dumas, Víctor Hugo y Baudelaire; en Alemania Goethe y en la propia Inglaterra autores como Walter Scott, Lord Byron o Mary Shelley. Sin embargo, Austen, es contraria a este movimiento. Su estilo es racionalista, busca la explicación y la utilización de la razón en contra del instinto. Su narrativa está claramente influida por los sermones de Thomas Sherlock, que reflejan las ideas sobre el hombre como criatura libre que se debe a su razón, la cual, le da poder para juzgar, escoger y conocer. Su afinidad al neoclasicismo se verá también en su predilección por los diálogos como herramienta para desarrollar las tramas, y serán siempre rápidos y fluidos, con tonos de farsa y cierto sin sentido. La autora narrara los hechos y opinará sobre ellos, pero las descripciones de los personajes vendrán dadas por las conversaciones y diálogos entre ellos. La novela es el género esencial y así también la mente humana, su psicología, como objeto de estudio.
Aunque vive una época cargada de conflictos ideológicos hay una falta de referencias y comentarios sobre los grandes acontecimientos que ocurren. Esto es debido a que la autora era consciente de su educación y por tanto sabía que uno debía
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escribir sobre lo que sabía, sobre lo que tenía pleno conocimiento y ella al no haber recibido una educación en ningún centro, al ser autodidacta, escribía sobre lo que mejor conocía, la sociedad que la envolvía y sus tejemanejes internos
Sus intereses literarios recaen en Shakespeare, Milton, Gray, Pope, Hume, Sheridad, Johnson, Cowper, Crabbe, Fielding, Richardson, Sterne y una serie de novelistas femeninas como Ann Radcliffe, Fanny Burney y Maria Edgeworth.
4.1.3. Análisis de su obra: Orgullo y prejuicio (1813)
• Argumento
La apacible vida de la aristocracia rural de la campiña inglesa, y de la familia Bennet en particular, se ve alterada cuando llegan dos nuevos vecinos, Bingley y Darcey, perfectos candidatos a pretendientes de cualquier muchacha. Los planes de matrimonio que la madre tiene pensados para sus hijas se verán mezclados con las intenciones individuales de cada una de ellas, que sufrirán toda suerte de aventuras y desventuras, mediante las cuales aprenderán a corregir sus defectos, y acabar encontrando la felicidad, en el caso de Elizabeth, de la mano de Darcy, después de superar todos los impedimentos puestos por ellos mismos y por los demás.
• Análisis
- Personajes femeninos
En toda la obra de la autora, el personaje femenino es de suma importancia y es siempre el protagonista de la trama. Existen unos perfiles característicos compartidos que dependiendo de la novela serán más importantes o menos. En el caso de la obra escogida, al haber gran variedad de mujeres en el reparto, dan cabida a distintos tipos de personalidad. Cada hermana personifica un estilo de carácter, con sus matices, ensalzando sus virtudes y poniendo de manifiesto sus defectos. Aparece la bondad, la inteligencia y suspicacia, el estudio, la frivolidad, el pragmatismo y la alienación. Queda siempre muy reflejado que la vida de la mujer gira en torno del matrimonio, el suyo en su juventud y el de hijas, parientes o conocidas en su madurez:
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Sin embargo, el de ella [señora Bennet] era menos difícil, era una mujer de poca inteligencia, más bien inculta y de temperamento desigual. Su meta en la vida era casar a sus hijas; su consuelo, las visitas y el cotilleo.1
En las hermanas de Bingley se da todo lo que la sociedad espera de dos chicas:
Eran bastante bonitas; habían sido educadas en uno de los mejores colegios de la capital y poseían una fortuna de veinte mil libras (…) pertenecían a una honorable familia del norte de Inglaterra (…)2
Sin embargo, como crítica a ello, la autora les otorga un carácter hipócrita, altivo y desagradable, mientras que a los personajes protagonistas, no las dota de tanto lujo y ascendencia, pero tienen inteligencia y buenos sentimientos, eso sí, siempre con unos defectos que a lo largo de la obra saldrán de manifiesto, pero que a diferencia de las antagonistas, reconocerán e intentarán cambiar.
Esto será una característica en toda la obra de la autora: la protagonista a lo largo de la trama realizará un viaje interno mediante el cual se conocerá más a fondo, será consciente de sus defectos y aprenderá a modificarlos o como mínimo a aceptarlos. En el caso de Orgullo y prejuicio, Elizabeth aprende, la ya manida cita, que primeras impresiones no son siempre ciertas, pero no sólo limitándose a ello, sino que a causa de esto, se da cuenta de que su seguridad en ella misma es excesiva, y por tanto que necesita una buena dosis de modestia. En otras novelas de Austen se encuentra este mismo viaje: en Emma, la protagonista aprende a dejar de jugar con la seguridad de su perfección, en Sentido y sensibilidad la sensibilidad extrema de Marianne que hace que llegue a enfermar, etc.
1 AUSTEN, J. Orgullo y prejuicio. Ediciones Cátedra, Madrid, 2000. Pág. 77
2 Ídem. Pág. 87
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Ya en ese tiempo se pone de manifiesto la maldad existente entre las mujeres, desacreditándose más entre ellas mismas, más que recibiendo críticas del sexo opuesto:
–Elizabeth –dijo la señorita Bingley cuando la puerta se hubo cerrado tras ella– es una de esas muchachas que tratan de hacerse agradables al sexo opuesto desacreditando al suyo propio; no diré que no dé resultado con muchos hombres, pero en mi opinión es un truco vil, una mala maña.3
3 Ídem. Pág. 116
4 Ídem. Pág. 148
Aparece también frecuentemente el punto de vista masculino sobre el otro sexo, normalmente, reduciéndolo algo inferior, de hecho, es el punto de vista de la sociedad, marcado por los hombres:
-Con frecuencia he observado lo poco que les interesan a las jóvenes los libros de temas serios, a pesar de que fueron escritos por su bien. Confieso que me asombra, pues no puede nada tan ventajoso para ellas como la instrucción.4
Sin embargo, las mujeres no son sólo menospreciadas por los hombres, sino que son ellas las que por su educación no se conceden libertades ni a ellas ni a las demás. Esto se puede apreciar claramente cuando la protagonista admite y acepta que un hombre pueda casarse por dinero para tener una cierta libertad e independencia, pero cuando es el caso de Charlotte, su mejor amiga, lo ve como un gesto despreciable y degradante.
No obstante, la autora se muestra inflexible respecto a una cosa; es cierto que admite que muchas mujeres poseen caracteres frívolos y superficiales, pero no los considera fruto del sexo débil, sino la consecuencia de una mala educación, lo cual demuestra que todo y ser una de las primeras escritoras y no mostrarse en exceso feminista, no considera a las mujeres en absoluto inferiores a los hombres:
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5 Ídem. Pág. 362
Estaba convencida de que sólo necesitaba [Lydia] que le hicieran un poco de caso para enamorarse de cualquiera. Tan pronto le gustaba
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