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LA VIDA QUE ME TOCO


Enviado por   •  17 de Octubre de 2015  •  Biografías  •  1.535 Palabras (7 Páginas)  •  85 Visitas

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LA VIDA QUE ME TOCO

Soy Serapio Coronado natural de la provincia de Cajatambo departamento de Lima. Nací el 14 de Noviembre de 1926 en un pueblito llamado Uramasa, del que hoy les contare. Fui el primero de cuatro hermanos. La mayor parte de mi niñez la pase allí junto a mi madre y mis  hermanos menores  quienes fueron la razón  y el motivo para salir adelante cada día.

Mi niñez estuvo marcada por la escasa economía y un gobierno autoritario del sr. Augusto B. Leguía donde a mi corta edad trabaje para apoyar a mis hermanos menores y a mi madre debido a que  mi padre no se hizo responsable de nosotros. A los 6 años aproximadamente trabaje espantando pájaros del trigal de los sembríos de otras personas que me apoyaban con comida y algunas ropas para mis hermanitos. A medida que fui creciendo aprendí  diversas labores del pueblo; entre las más importantes la artesanía en lana de oveja, alpaca y llama realizando labores de “escardado” de lana, hilado y tejido.  Más adelante aprendí a elaborar  fajas, mantas y  bolsos con materiales y herramientas propias del lugar.

Mi adolescencia estaba centrada en la atención y cuidado de mis hermanos y mi madre, consumían casi la totalidad de mi  tiempo durante todo el día. Solo  acudí a la escuela  los primeros dos años del  periodo de transición, resultándome difícil trabajar y apoyar a mi madre en las labores del hogar. Fueron estas las razones por las que no pude continuar estudiando. A la edad de catorce años la vida que me toco estaba rodeada de trabajo y muchas responsabilidades con mi familia y la comunidad, todavía me acuerdo los duros castigos a los que era sometido cuando no era capaz de realizar algún esfuerzo físico o una orden de inmediato. Finalizaba una etapa de mi vida he   ingresaba a otra donde el trabajo en el campo ya era una obligación dentro de la comunidad.  

Mi madre formaba parte de los socios comuneros del lugar donde vivía, y las funciones de cada uno de las personas como parte de la comunidad como faenas, limpieza de canales de regadíos, trabajos de muros de corrales comunales,  sembríos propios de la comunidad, etc.  las tenía que asumir yo, ya que mi madre se encargaba de cuidar a mis hermanos. Mis hermanos crecían y necesitaban ropa, alimentos, etc. Fue esta la razón por la que decidí salir de casa y trabajar para otras personas sembrando productos agrícolas como maíz, trigo, papa, olluco, oca, zapallo, etc. Con la finalidad de recaudar dinero. Aprendí a usar los yugos y a arar utilizando caballos. Poco a poco me fui especializando en esto, cuando aprendí en su totalidad ya tenía un trabajo relativamente estable, cobraba un jornal por cada arado en una chacra distinta.

Ya tenía 19 años de edad. Y llegaba la noticia al lugar donde vivía que el gobierno peruano dictaba la orden del reclutamiento de jóvenes para servir a la patria, donde el ejército peruano visitaba los departamentos y provincias reclutando jóvenes para ser llevados a distintos cuarteles donde tendríamos que cumplir dos años de servicio a la patria. Fue así que un día en el que me encontraba en la chacra con un grupo de jóvenes realizando trabajos de sembrío, llegaron un grupo del ejército peruano. Eran “ellos”, venían a llevarnos a algún cuartel del ejército  peruano  donde no teníamos la menor duda donde estaba ubicado. La comunicación era vía telegrama y sería difícil comunicar a mi madre que yo me encontraba reclutado. Fuimos seis jóvenes, entre ellos dos primos míos los que ese día, el destino nos tenía preparado salir en un carro a un lugar donde no teníamos idea donde estaba ubicado.

Empezó así mi vida militar, pase a formar  parte del cuartel  llamado Santa Catalina ubicado en lima, que aun se conserva todavía. Mi vida dio un giro completo, tenía que estar acostumbrado a una rutina diaria conformada por ejercicios físicos, entrenamientos, labores compartidas entre todos los que conformábamos el batallón. Por primera vez en mi vida sentía que tenía tiempo de estudiar, fue allí donde aprendí a leer y escribir, realizar cálculos numéricos y trabajos manuales de arte.

Poco tiempo después ya formaba parte del batallón de caballería del ejército peruano. Mi destreza en el manejo de los caballos desde mi niñez hizo que las prácticas se me hicieran fáciles. Conforme el tiempo iba pasando ya mi vida se llenaba de rutinas a las que ya estaba acostumbrado, sin duda era otro tipo de vida para mí.

El trabajo y el estudio nunca dejaron de estar presentes en mi vida, dentro del cuartel realizaba labores extras voluntarias que eran reconocidas con propinas que servían para realizar compras los días en los que tenía descanso y podía salir del cuartel. Mi vida de joven tenía una forma distinta, era disciplinada y organizada. Tenía una hora de salida e ingreso los días en los que podía salir, si no acataba las ordenes establecidas las sanciones eran el incremento de trabajos forzados por mas periodos de tiempo a los que estaba acostumbrado.

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