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Manuela Sáenz


Enviado por   •  10 de Marzo de 2015  •  1.560 Palabras (7 Páginas)  •  192 Visitas

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Manuela Sáenz

Nació en Quito, Ecuador; el 27 de diciembre de 1797. Hija de Simón Sáenz y María Joaquina de Aizpuru.

Cuando Manuela tenía sólo seis años quedó huérfana de madre. Este hecho, fue moldeando su carácter y como además estuvo rodeada de sus dos hermanos, participantes asiduos en la revolución libertadora. Así, siempre rebelde y con mucha fuerza Manuela se convirtió pronto en un baluarte de la Revolución.

Mientras todas las jovencitas estaban siendo educadas para casarse, Manuela a los doce años de edad se pliega a las fuerzas revolucionaras emancipadoras que iniciaron la Revuelta en Quito, el 9 de agosto de 1809. Este proceso duró poco, no así las ideas rebeldes de Manuela que la acompañaron toda su vida.

En 1814, a los 17 años, Manuela fue enviada a un convento para que fuera educada como todas las señoritas en Quito. Pero la inquieta personalidad de la heroína no permitiría este reposo, y en poco tiempo se enamoró de Fausto D'Elhuyary, con quien huye del convento. Este suceso ha sido desmentido por la historiografía.

En 1818, Manuela contrajo matrimonio con el inglés James Thorne, hombre mucho mayor que ella, pero quien era muy adinerado; trasladándose con él a vivir a Lima (Perú) entre 1819 y 1820. Él estaba realmente enamorado de la joven y le perdonó sus infidelidades y sus andanzas políticas.

En julio 28 de 1821, Manuela estuvo allí cuando se declaró la independencia del Perú y participó de lleno en todo el proceso. Fue debido a sus servicios patriotas y a su valor que se le nombró Caballero de la Orden del Sol.

Patriota ecuatoriana. Esposa del doctor J. Thorne (1817), se convirtió en la amante de Bolívar (1822), al que acompañó en todas sus campañas y al que, en una ocasión, salvó la vida (1828), lo que le valió el apelativo de Libertadora del libertador. Su presencia al lado del Libertador, durante los años cruciales de la gesta emancipadora, marcaría indeleblemente numerosos acontecimientos en los albores de la vida republicana. Siguió el curso cronológico de los principales sucesos políticos y militares de los que fue testigo o protagonista: el encuentro de Bolívar y San Martín en Guayaquil, las batallas de Pichincha y Ayacucho, el conflicto entre el Libertador y Santander, la rebelión de Córdova y la disolución de la Gran Colombia. A la muerte de Bolívar fue desterrada a Perú.

No ha sido fácil para la historia de la América independentista incluir en su nómina de próceres el nombre de Manuela Sáenz. Si su condición de mujer ya lo hacía difícil, su estatus de amante del Libertador complicaba aún más las cosas. La historiografía del siglo XIX, temiendo por la memoria del "más grande hombre de América", se encargaría de omitir la presencia de esta mujer en su círculo. Con todo y con ello, las anécdotas se dieron a conocer, y la misma historia se vio en la necesidad de otorgarle a Manuela Sáenz la categoría de heroína.

Nació en 1795 en Quito, ciudad por entonces de aires afrancesados, en la que los grandes salones que acogían a la aristocracia marchaban al ritmo de una concepción laxa de la moral y de las distracciones entre criollos y españoles, que pronto se convertirían en una sangrienta guerra entre patriotas y realistas. Era hija natural de Simón Sáenz, comerciante español y realista, y de María Joaquina de Aizpuru, bella mujer hija de españoles de linaje, quien en el futuro tomaría partido por los rebeldes.

Desde muy joven entró en contacto con una serie de acontecimientos que animarían su interés por la política. En 1809 la aristocracia criolla ya se hallaba conspirando contra el poder de los hispanos, y a partir de entonces comenzaron a sucederse un conjunto de revueltas sangrientas. Quizá las circunstancias familiares llevaron a Manuela a optar por los revolucionarios: presenciaba desfiles de prisioneros desde la ventana de su casa, y se maravillaba de las hazañas de doña Manuela Cañizares, a quien tuvo por heroína al enterarse de que los conspiradores se reunían clandestinamente en su casa.

Por causa de las propias revueltas, sin embargo, se ausentó de la ciudad para refugiarse junto a su madre en la hacienda de Catahuango. Allí se convirtió en una excelente amazona, mientras su madre le enseñaba a comportarse en sociedad y a manejar las artes del buen vestir, el bordado y la repostería. Tiempo después ambas regresaron a Quito, y la madre decidió internarla en el convento de monjas de Santa Catalina; tenía entonces diecisiete años.

La fascinación de Manuela por la vida pública y su ímpetu rebelde la harían abandonar prontamente la clausura del convento. Aprendió a leer y a escribir, virtudes éstas que le permitieron iniciar una relación epistolar con

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