Poetas Muertos
scarlethigar20 de Octubre de 2013
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En el guión quedan perfectamente engarzados poemas de Walt Whitman, Henry D. Thoreau y Lord Tennyson, entre otros, así como unos diálogos verosímiles que en unas cuantas frases muestran la personalidad, los conflictos, las posibilidades y expectativas de sus personajes. El escenario es un colegio tradicional, rígido y exigente, con clara tendencia academicista pura marcando una línea que hace recordar la estricta y apagada vida inglesa, donde el peso de la tradición gravita sobre las vidas y las conciencias de los jóvenes adolescentes, que son inscritos y presionados por sus acaudalados y severos padres (aunque no se quiere con esto decir malos o negligentes, en rigor se dice que quieren lo mejor para sus hijos pero lo toman como si ellos estuvieran disfrutando de dicha educación, se reflejan, montan lo que no tuvieron cuando jóvenes y traspasan sus frustraciones a sus hijos, no todos claro, pero en el film pudimos verlo en el padre de Neil).
La trama se presenta con unos leves y breves trazos, donde el conflicto queda expuesto y así conocemos a los personajes: padres, maestros y autoridades dispuestos a todo, menos a romper las reglas que han seguido por años (lo cual en ocasiones no es malo, pero no me quiero referir a cambios brutales cuando digo “romper las reglas”, aunque en la película se da así, siendo realista me refiero a adaptaciones de una realidad concreta en pos de un crecimiento), un conjunto de estudiantes, con distintas potencialidades de pensar y sentir a profundidad, y un maestro de literatura dispuesto a abrir las mentes y los corazones de sus alumnos al goce de la lectura y la libertad de pensamiento, aunque es cierto que solo con corazón y buenas intenciones los alumnos no aprenden contenidos, por que en realidad ese lado (el lado de los contenidos y lo mínimo establecido por el curriculo vigente en el establecimiento donde se enseña) del profesor queda de fuera de contexto en pos del lado práctico y lúdico, pero en un docente efectivo creo que ambos lados han de nutrirse en equidistancia y equilibrio.
El tema principal cuestiona las prácticas rígidas y memorísticas de las escuelas tradicionales, contrastadas y retadas por este ex-alumno convertido ahora en maestro, que viene decidido a romper dichas formas de enseñanza y aprendizaje, pero mas que como una iniciativa personal pedagógica, lo hace como una necesidad personal de salvar a esos jóvenes de lo nocivo que puede ser salir con la formación del infierno Welton, cosa que no es mala, pero discutible; un docente no puede focalizarse solo en un aspecto y cerrarse en el, si bien es muy noble lo que John Keating quiere conseguir (darle identidad y expresión a los jóvenes de la academia para que no sean tablas del saber), el enseñar no es solo eso, quizá el aspecto valórico es muy importante, esté no va en desmedro de lo que la institución quiere entregar, ambas se pueden conjugar, los valores, identidad y expresión dan personas integrales y con espíritu libre, pero los contenidos y los saberes dan resultados y son los que conyugan en la vida laboral y las competencias que el joven pueda dar. Ambas son importantes, es discutible cual es mas importante, pero a una institución escolar se le recurre por la necesidad de adquirir conocimientos y competencias que puedan ayudar a tener un mejor pasar, y mas abajo en la escala se encuentran los compromisos sociales de la institución ya que es lo menos visible y poco cuantificable en resultados concretos por lo cual solo se subentiende transversalmente que los docentes son íntegros y moralmente calificados para el ejercicio docente y que la institución respete derechos, valores e intereses y que además de eso los imparte.
Sus métodos didácticos, que de forma creativa e intempestiva, abren las expectativas de los chicos a la libertad de pensamiento y al gusto por la poesía, son dignos de tomarse en cuenta por maestros
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